Política

Terremoto en Nepal

La ayuda humanitaria llega con cuentagotas a Nepal

Una mujer nepalí lleva a cuestas a su hijo en una carretera destruida por el terremoto en Sindhupalchowk
Una mujer nepalí lleva a cuestas a su hijo en una carretera destruida por el terremoto en Sindhupalchowklarazon

Apenas ha recibido el 15% de los fondos que necesita urgentemente. Exteriores aún no ha localizado a 35 españoles.

Katmandú no ha podido conciliar el sueño. Durante toda la noche se repitieron los temblores con intensidad. En la zona de Thamel, donde se encuentran la mayoría de hoteles turísticos, ahora ocupados por trabajadores humanitarios, los huéspedes tuvieron que pasar la noche en el «lobby» de los hoteles presos del miedo. Nadie podía creerse que después de sufrir las consecuencias del seísmo que había azotado el campamento base del Everest y que había puesto en vilo y colapsado la capital nepalí fuera a vivir otro temblor. «Todo empezó a temblar: la mesa de mi escritorio, las botellas de agua, el grotesco ruido de los animales... Todo estaba descontrolado. Todo temblaba, no había donde esconderse y la salida demasiado lejos como para alcanzarla», explicó a LA RAZÓN un médico malasio que se hospeda en el Manag.

Por la mañana, mientras los equipos de rescate continuaban con las operaciones de búsqueda de supervivientes y cuantificaban los daños ocasionados tras el último seísmo, la capital permanecía paralizada. «La mayoría de los comercios están cerrados. Han preferido no venir a trabajar, tienen miedo a que vaya a repetirse la tragedia del 25 de abril», señaló el encargado de una panadería. En el barrio de Thamel las calles son muy estrechas, y las casas no están en buen estado. «Es una suerte que no hayamos tenido que lamentar ninguna pérdida», exclamó. Tampoco los servicios de autobuses y taxis no circularon porque las carreteras estaban cortadas. Los únicos que no dan abasto son los hospitales, totalmente colapsados por los heridos. El temblor del martes dejó más de 2.500 heridos, según el último recuento del Ministerio del Interior. Los continuos temblores han provocado que decenas de miles de personas sufran de ansiedad, trastorno de estrés postraumático, pesadillas e insomnio.

El nuevo seísmo ha deteriorado aún más las condiciones de vida de cientos de miles de damnificados, a los que se suman miles más tras los derribos de numerosos edificios. La Policía ha levantado un perímetro de seguridad y decenas de curiosos se amontonan para sacarse fotos al lado de los esqueletos de los edificios que han sucumbido. El último balance de muertos ascendía ayer a más de 76, pero la cifra podría aumentar ya que hay cientos de personas atrapadas. La posición de los damnificados es aún más vulnerable con la llegada del monzón y la asistencia sigue siendo muy limitada. Ante la situación desesperada, la ONU reiteró su llamamiento a la comunidad internacional para que done los fondos que necesita el país, de los que sólo ha recibido el 15% tras más de dos semanas de crisis humanitaria. El principal responsable de la ONU y de la operación humanitaria en Nepal, Jamie McGoldrick, alertó de que «la gente aquí se encuentra en una situación angustiante». Mientras, Exteriores informa de que 35 de los 170 españoles que viven en Nepal aún no han sido localizados.