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La calculada frialdad de Merkel ante el triunfo de Tsipras

La calculada frialdad de Merkel ante el triunfo de Tsipras
La calculada frialdad de Merkel ante el triunfo de Tsipraslarazon

La canciller elude felicitarle en su primer día en un gesto sin precedentes durante su mandato

Cuando Rajoy ganó las elecciones, una de las primeras felicitaciones le llegó de mano de Angela Merkel. Una deferencia que, sin tener en cuenta posicionamientos ideológicos ni vencedores, se convirtió en un habitual en la canciller desde que tomara el mando de la Cancillería, hace ahora casi una década. Ayer, por primera vez, se lo saltó. El recién nombrado primer ministro griego y líder de Syriza, Alexis Tsipras, no recibió la «enhorabuena» de la canciller. De poco sirvió que el portavoz de Merkel, Steffen Seibert, tomara la palabra por la mañana para decir que Berlín espera «que el nuevo Gobierno griego mantenga el curso reformista».

Media Europa estuvo pendiente de la dirigente alemana y de una reacción que no llegó en toda la jornada por mucho que otros líderes, como el presidente francés, François Hollande, o incluso desde la Casablanca enviasen sendas felicitaciones. Su silencio, encubierto con la participación en un acto público en recuerdo a los 70 años de la liberación del campo de concentración de Auschwitz, dejó entrever que la preocupación y la incertidumbre se han instalado en la Cancillería de Berlín. Merkel no vive sus mejores días. La puesta en marcha el pasado jueves del programa de compra de deuda por parte del Banco Central Europeo (BCE) y la victoria de Syriza han conseguido hacer temblar los andamios de la Cancillería, en la que se sustentan todos los pasos que, desde hace años, impuso la jefa de Gobierno en su particular lucha para salvar el euro. Ayer todo parecía resquebrajarse en un compás que venía marcado por los periódicos alemanes que, por momentos, dejaron la información para alzar desde sus portadas las mismas preguntas que se hace ahora la sociedad germana. «¿Cómo afectará la victoria griega a nuestro dinero?», se preguntaba a toda página el periódico «Bild». Junto a este titular, una foto del líder de Syriza, Alexis Tsipras, y otra cuestión: «¿Debe temblar ahora Europa ante él?», al tiempo que este periódico recordaba que Alemania ha contribuido hasta el momento con 80.000 millones de los 240.000 millones de euros del rescate griego.

Otros medios hablan de «dar una oportunidad» a Tsipras, aunque la duda sobre el camino que tome a partir de ahora la eurozona prevalece con la misma magnitud que economistas y analistas políticos de toda índole coparon las páginas de la prensa germana en un intento de elucubrar diferentes respuestas a unas cuestiones que irán despejando conforme avance el tiempo pero que, por ahora, ciñen de incertidumbre el panorama político germano. Motivo de más para que ayer llovieran las críticas sobre Berlín. El vicepresidente del grupo conservador de Merkel en el Bundestag, Hans-Peter Friedrich, aseguró al «Bild» que «los griegos tienen derecho a elegir a quienes quieran pero nosotros tenemos derecho a dejar de financiar sus deudas». Una drástica postura que fue suavizada desde el Ministerio de Finanzas, que definió como «una opción» que se prolonguen los plazos del rescate para dar tiempo al nuevo Gobierno a formarse y negociar, pero que es preciso que Atenas lo solicite y que todos sus socios comunitarios lo permitan.

La posibilidad de negociación parece abierta, aunque no cuenta con todos los apoyos. El comisario europeo alemán, Guenther Öttinger, dijo que una reestructuración de la deuda griega enviaría el mensaje incorrecto a otros países de la zona euro. «Si recortamos la deuda, daría una señal errada a Portugal o Irlanda, Chipre o España», afirmó Oettinger a la radio alemana Deutschlandfunk.

Entre los partidos opositores, las opiniones eran ampliamente discordantes, pues si bien el grupo La Izquierda hablaba de una incipiente «primavera roja» en Europa, los euroescépticos de Alternativa para Alemania (AfD) reclamaban la salida urgente de Grecia del euro. Bernd Lucke, líder de AfD, pidió «que Syriza tome ahora las decisiones correctas» y que, junto a una quita que ve «obligatoria» –porque «el dinero está perdido sin remedio»–, decida la salida de Grecia de la moneda común, pues «sólo así puede el país ponerse de nuevo en pie a nivel económico». Por su parte, Benoit Coeure, representante francés en el comité ejecutivo del BCE, aseguró que el organismo no participará en ningún recorte de la deuda de Grecia. «No le corresponde al BCE decidir si Grecia necesita alivio de la deuda. Sin embargo, está absolutamente claro que no podemos estar de acuerdo con un alivio de la misma».