Guerra en Siria
La campaña contra la polio, en la diana
El rebrote de la poliomielitis en Siria se ha convertido en una amenaza tan letal como la propia guerra. Si no se inmuniza a las nuevas generaciones, muchos niños menores de cinco años podrían padecer parálisis de por vida y otras enfermedades que afectan al sistema nervioso. La aparición de los trece primeros casos de polio, una enfermedad vírica que parecía estar erradicada desde 1999, alarmó a la Organización Mundial de la Salud (OMS), que teme que se extienda rápidamente por toda Siria.
El programa de inmunización contra el poliovirus se suspendió a consecuencia de la guerra, dejando a millones de niños sirios vulnerables a contraer la poliomielitis. La OMS está trabajando contrarreloj para impedir que el virus de la polio se propague como una epidemia más allá de las fronteras del país árabe. El organismo de la ONU está llevando a cabo una macrocampaña en Oriente Medio para inmunizar a unos 20 millones de niños, que corren el riesgo de contagiarse por los refugiados sirios que acogen estos países. La campaña de vacunación en Siria, que cuenta con el apoyo del régimen, comenzó en octubre, después de que se registrara en la localidad de Deir Ezzor (al noreste de Damasco) la cepa de la poliomielitis, originaria de Pakistán. De los 22 niños que sufrieron parálisis, trece de ellos, menores de dos años, estaban infectados por el virus de la polio, confirmó la OMS en un comunicado. Para atajar este problema, el régimen anunció seis campañas contra la polio seguidas para inmunizar a los menores de cinco años. Pero no todos los niños sirios tendrán acceso al programa de vacunación. En los suburbios de Damasco, que están controlados por los rebeldes, «las vacunas no llegan», denuncia a LA RAZÓN Abo Ahmad Alerbini, un farmacéutico de la localidad de Erbin, en Ghouta del Este. «La situación se repite en todas localidades de alrededor como Harasta, Hamorria o Bet Sawa, que están sitiadas por las fuerzas del régimen», critica este farmacéutico opositor. Ante la falta de cooperación de las autoridades sirias, en Erbin han desarrollado su propio programa de vacunación contra la polio. «Un total de 1.200 niños han sido inmunizados, pero hay otros 5.000, que han interrumpido el tratamiento desde hace un año y medio y a los que no hemos podido llegar por falta de vacunas, y corren el riesgo de contagiarse. Es un virus que se propaga con mucha rapidez y su sistema inmunológico es muy débil», advierte Abo Ahmad.
Los rebeldes laicos se enfrentan a otro obstáculo, la oposición de los yihadistas a las campañas de vacunación que consideran un instrumento de Occidente. El secuestro el jueves de cinco cooperantes de Médicos Sin Fronteras confirma la animadversión y beligerancia de los fundamentalistas islámicos a estos programas, a pesar de que haya vidas humanas en juego. El clima de desesperanza crece y, como reconoce Abo Ahmad, tampoco «confiamos en que la OMS pueda ayudarnos».
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