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Nobel de la Paz: Un galardón contra la escalada nuclear

El premio de la Academia a la campaña internacional ICAN para prohibir las armas atómicas aboga por una «negociación seria» que acabe con la amenaza que Corea del Norte e Irán han elevado en los últimos años

Kim Jong Un supervisa un misil de largo alcance en una fecha sin determinar
Kim Jong Un supervisa un misil de largo alcance en una fecha sin determinarlarazon

El premio de la Academia a la campaña internacional ICAN para prohibir las armas atómicas aboga por una «negociación seria» que acabe con la amenaza que Corea del Norte e Irán han elevado en los últimos años.

La Academia Noruega pocas veces da puntada sin hilo. En medio de las tensiones con Corea del Norte, cuya amenaza es citada textulamente en el comunicado, la campaña para prohibir las armas nucleares (ICAN, por su siglas en inglés) fue ayer condecorada con el Premio Nobel de la Paz. Esta plataforma está formada por más cien asociaciones de diferentes países del mundo y comenzó su andadura en el año 2007. Según explicó ayer el comité noruego mediante un comunicado, con este galardón se pretende «instar a los Estados nucleares a que inicien las negociaciones para la eliminación gradual en el mundo de 15.000 armas nucleares». Se ha premiado a ICAN por su labor de «alerta» y por sus esfuerzos en conseguir un tratado que prohíba la proliferación de estas armas. Actualmente existe un arsenal desplegado de 9.425 cabezas nucleares, la cifra más baja desde 1959. Pero la cifra total de armas atómicas es mucho más alta: hasta 15.000 dispositivos están en manos de nueve países: EE UU, Rusia, Reino Unido, Francia, China, India, Pakistán, Israel y Corea del Norte. Si bien la cifra de este tipo de armas es menor en la actualidad, su capacidad destructiva es mucho más peligrosa.

A pesar de que el fallo llega justo cuando el presidente de EE UU, Donald Trump, coquetea con la idea de desbaratar el actual acuerdo con Irán, ayer el jurado aseguró que el veredicto se había producido antes de que se tuviese conocimiento de este giro en la política exterior estadounidense.

El pasado 7 de julio, 122 países miembros de la ONU firmaron un Tratado sobre la Prohibición de las Armas Nucleares, aunque ni los países que cuentan con este tipo de arsenales ni sus aliados se han unido a la iniciativa. La presidenta del comité del Nobel, Berit Reiss- Andersen, recalcó en rueda de prensa que «vivimos en un mundo en el que el riesgo de las armas nucleares es mayor que en en el pasado» y pidió tanto a los países que han firmado el Tratado de Proliferación Nuclear en 1968 (Estados Unidos, Reino Unido, Francia, China, Rusia) como a los que no lo han hecho (India, Pakistán, Corea del Norte e Israel) inicien «negociaciones serias con miras a la eliminación gradual, equilibrada y cuidadosamente controlada» de estos arsenales. Tan pronto como el tratado haya sido ratificado por 50 estados, la prohibición de las armas nucleares entrará en vigor y será vinculante según el derecho internacional para todos los países que sea hayan adherido, explicó Reiss-Andersen en su discurso.

La organización, con sede en Ginebra (Suiza), no pudo ocultar su euforia. «Aprovechando el poder de la gente, estamos trabajando para finalizar con la mayor arma jamás creada, la única arma que supone una amenaza existencial para toda la humanidad», aseguró ICAN, que considera que el premio es también un tributo a los supervivientes de las bombas nucleares en Hiroshima y Nagasaki y a las víctimas de las explosiones de los test nucleares de todo el mundo.

Al otro lado del hilo telefónico, Jordi Armadans, director de la Fundació per la Pau con sede en Barcelona, expresa a LA RAZÓN «muchísima alegríA». Es una de las tres asociaciones españolas que pertenece a esta amplísima red con bifurcaciones en los cinco continentes y que trabaja desde hace diez años en este tema. Sobre el momento en el que llega el galardón, Armadans reconoce que hay «momentos más delicados que otros» y que probablemente el jurado haya tenido en cuenta las tensiones con Corea del Norte a la hora de premiar la labor de ICAN. Para el activista, este premio de la Academia supone «un espaldarazo» que se sucede en uno de los momentos «más acertados», dos meses después de que se aprobara el texto en la ONU. Sobre las consecuencias del galardón, más allá del impacto mediático, Armadans considera que «como mínimo, los países para los que la firma no era una prioridad, quizás espabilen». Para los que se oponen, el premio puede ser un elemento de «más presión».

La reducción de armas nucleares se ha venido produciendo mediante acuerdos entre Washington y Moscú desde 1991. Ayer, el Gobierno de Francia animó EE UU y Rusia a que sigan eliminando su arsenal. Lo cierto es que desde hace siete años ambos países –que atesoran el 93% de las armas atómicas– no mantienen conversaciones de desarme.