Hungría
La puerta de Europa todavía está abierta ante los refugiados
Varios líderes europeos, como la canciller alemana, Angela Merkel, o la responsable de Política Exterior de la Unión Europea (UE), Federica Mogherini, piden una solución común.
"Please go!"(Vete por favor, en inglés), pidió desde el otro lado de la valla alambrada que separa Hungría de Serbia un refugiado pocos instantes antes de saltar por un "puente"que él mismo tendió con tablas, para no herirse con las cuchillas.
Pocos segundos después tres personas, tras tocar suelo en territorio húngaro, corrían hacia los bosques de Röszke, a pocos metros de la frontera y de la valla que el Gobierno del conservador Viktor Orbán terminará de instalar en pocos días con el objetivo de obstaculizar y detener la inmigración.
El "vete por favor"del inmigrante que logró entrar en territorio húngaro se dirigió al periodista de Efe que pasaba por allí, y la razón del pedido era el temor a que lo viera la Policía.
En efecto, pocos minutos después llegaron al lugar varios policías que imposibilitaron la entrada a Hungría de los otros integrantes del mismo grupo.
Más de dos mil refugiados, en su gran mayoría sirios, afganos o pakistaníes, entran en Hungría de esta manera todos los días, o simplemente siguiendo las vías de trenes que no pueden ser interrumpidas por la alambrada y que llegan hasta el punto de registro de los inmigrantes, donde hacia el mediodía de este viernes ya se agrupaban más de 300 personas.
"Son cada vez más y pese a que las autoridades y nosotros también hacemos todo lo posible, los inmigrantes muchas veces tienen que pasar la noche allí, junto a la frontera", explica a Efe, en la cercana ciudad de Szeged, Ágnes Szöke-Tóth, voluntaria del servicio MigSzol, un grupo organizado en la red social Facebook.
Los voluntarios del grupo están día y noche en la estación de trenes de la ciudad para ayudar a los refugiados a llegar a los campamentos designados. Además les ofrecen agua, comida y servicio sanitario.
Pero hay también otras actitudes, como la de un propietario de un rancho en la frontera, que al ver las cámaras y el grabador amenaza con soltar los perros.
"Estoy harto de los inmigrantes, de la prensa y de los policías"exclama.
Es que en los últimos meses este tramo de la frontera entre Serbia y Hungría es uno de los más frecuentados de todo el continente y en lo que va del año, en los 175 kilómetros que delimitan a los dos países han cruzado más de 140.000 refugiados.
Varios líderes europeos, como la canciller alemana, Angela Merkel, o la responsable de Política Exterior de la Unión Europea (UE), Federica Mogherini, piden una solución común de los socios comunitarios para afrontar la masiva llegada de refugiados, que implicaría un reparto con cuotas vinculantes.
Pero no tienen el apoyo del primer ministro húngaro, que optó por una valla para cerrar la frontera y un discurso hostil hacia las decenas de miles de personas que buscan refugio tras abandonar su país huyendo de los conflictos armados.
Pero la valla elevada hasta ahora parece no surtir el efecto deseado de disuadir a los que, generalmente tras una larga y ardua travesía por el Mediterráneo y los Balcanes, solo les falta un paso para pisar suelo del espacio Schengen, desde donde pueden viajar libremente a países como Alemania, Austria o Suecia.
"Por aquí no cruza el que no quiere", dijo a Efe un taxista de la región.
A pesar de la valla no se divisa, de momento, una mejora de la situación, sino todo lo contrario, pues miles de personas esperan en Serbia poder cruzar la frontera hacia Hungría, aunque son pocos los que quieren quedarse en este país.
Casi todos los refugiados aspiran a un futuro en alguno de los países más ricos de Europa, como Austria, Alemania y otros. Otras veces se dirigen a esos lugares porque allí han llegado ya familiares y amigos con los que esperan reunirse.
"Sólo Alemania, otra solución no me interesa", aseguró un afgano a Efe.
Los traficantes de personas les ofrecen llevarlos al destino anhelado a cambio de importantes sumas de dinero, y explotan la situación trasladando a las personas en pésimas condiciones que ponen en riesgo sus vidas.
Es el caso de los 71 supuestos refugiados que fueron hallados muertos en un camión frigorífico abandonado en el este de Austria, a donde llegó desde Hungría.
La gran mayoría de estos aspirantes a asilo que han logrado llegar hasta el país magiar están decididos a seguir su camino y no ingresar en alguno de los campamentos instalados por las autoridades, que están ya desbordados de gente.
Hace pocos días, la Policía húngaro intervino en uno de esos campos con gases lacrimógenos para poner fin a una protesta de los refugiados que no querían permitir que las autoridades les tomen sus huellas digitales, ya que entonces su caso solo puede ser tratado en Hungría. Informa Marcelo Nagy/Efe.
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