Ataque yihadista en Francia
La radicalización de uno de los atacantes de Normandía creció en la prisión
Su ideología yihadista fue alimentada por su compañero de celda y por las enseñanzas que siguió de un predicador mauritano
Adel Kermiche pasó cerca de un año de detención provisional en Fleury-Mérogis, uno de los mayores centros penitenciarios de Europa, donde están ingresados numerosos franceses a su vuelta de Siria y presos muy radicales.
La radicalización de uno de los dos terroristas que el pasado 26 de julio atacaron una iglesia de Normandía y asesinaron al sacerdote aumentó en prisión, informó hoy la emisora francesa RMC.
Adel Kermiche, de 19 años, pasó cerca de un año de detención provisional, entre mayo de 2015 y marzo de 2016, en Fleury-Mérogis, uno de los mayores centros penitenciarios de Europa, a las afueras de París, donde están ingresados numerosos franceses a su vuelta de Siria y presos muy radicales.
El joven, puesto en libertad el 22 de marzo, fue destinado allí tras ser detenido por haber intentado ir a Siria en dos ocasiones para hacer la "guerra santa"(yihad).
Pero fue en prisión, según RMC, donde acabó de tomar forma su ideología yihadista, alimentada por su compañero de celda y por las enseñanzas que siguió de un predicador mauritano muy conocido en el entorno yihadista, y con el que llegó a hablar en varias ocasiones.
Los mensajes que envió a través de la aplicación de mensajería instantánea Telegram, valiéndose de la comunicación codificada, dejan entender que Kermiche consideraba un "sabio"a ese predicador y que veía también como un guía a su compañero, un hombre de 32 años con el que compartió celda a partir de noviembre.
Telegram fue también la aplicación a través de la cual Kermiche conoció al segundo yihadista de la iglesia, Abdel Malik Petitjean, solo cuatro días antes de ese ataque.
Los dos fueron abatidos por la Policía después de haber asesinado a ese sacerdote que oficiaba una misa en la parroquia de Saint-Étienne du Rouvray, en las afueras de la ciudad de Ruán, y de herir de gravedad a un feligrés -también octogenario- que asistía al oficio. Efe
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