Internacional

Las pensiones anticipan un otoño caliente para Macron

El presidente francés promete un amplio debate nacional antes de aprobar la controvertida reforma.

Tras la crisis de los «chalecos amarillos», el presidente francés, Emmanuel Macron, ha decidido frenar la velocidad de sus reformas para rebajar la contestación social
Tras la crisis de los «chalecos amarillos», el presidente francés, Emmanuel Macron, ha decidido frenar la velocidad de sus reformas para rebajar la contestación sociallarazon

El presidente francés promete un amplio debate nacional antes de aprobar la controvertida reforma.

Como si de un alumno aplicado se tratase, Emmanuel Macron no quiere repetir los errores que desembocaron en la crisis de los chalecos amarillos que puso en evidencia su desconexión de la Francia de provincias e hizo tambalear los cimientos del poder el invierno pasado. Para este nuevo curso político, en el que seguramente se juegue el éxito o fracaso de su mandato, la tarea no parece nada fácil: seguir reformando Francia pero sin que su quinquenio acabe en la guillotina. Y para ello, necesita demostrar tener cintura y mucho oído. “Reformar escuchando a la gente”, dice para LA RAZÓN un diputado de la mayoría de La República en Marcha, el partido del presidente galo. Quizás la frase constituya en sí misma un ejemplo máximo de paradoja ya que la alergia de los franceses por las reformas es uno de los emblemas de la identidad nacional. Es por ello que el presidente galo encara su próxima y delicada gran reforma, la de las pensiones, con una estrategia distinta. Se hará con calma y tomándose su tiempo para dialogar con todos los actores sociales y con el ciudadano. Lejos quedó el ímpetu reformista del inicio del quinquenio a sabiendas de que la de las pensiones es un asunto explosivo en Francia que puede marcar como ningún otro un otoño caliente para el gobierno galo.

De hecho los sindicatos y varios grupos interprofesionales llevan un par de semanas movilizados, con paros sectoriales y protestas en la calle, de momento, no masivas pero lo suficientemente visibles como para hacer recordar al presidente que hace tan sólo unos meses estuvo contra las cuerdas. Para hoy martes hay nuevos paros en el sector de los ferrocarriles que pueden afectar especialmente a los trenes de cercanías de las grandes urbes. Se trata de una más de la larga lista de movilizaciones contra la reforma de las pensiones que comienzan a trufar todas las hojas del calendario otoñal en Francia. Llega tan sólo diez días después de la huelga de transporte metropolitano en París que tuvo un seguimiento masivo y dejó la ciudad paralizada y después de que este pasado sábado los chalecos amarillos

hiciesen su reaparición en París con una repercusión, eso sí, más bien moderada. El lunes pasado también salieron a las calles de varias ciudades francesas lo profesionales con regímenes especiales que verían peligrar sus beneficios con la reforma en marcha. Abogados, médicos y pilotos de avión se movilizaron en defensa de sus status quo.

El ejecutivo pretende neutralizar todos estos movimientos mediante una concentración aue va a prolongarse hasta finales de año en forma de negociaciones con las centrales sindicales. Macron promete escuchar con atención a sindicatos pero también a los ciudadanos a través de un método muy similar al “gran debate” con el que en buena parte logró neutralizar la crisis de los chalecos en primavera. El entorno de Macron recalca la idea de que el presidente quiere escuchar al ciudadano antes de tomar una decisión tan crucial. Lo hace sobre una buena base que lo sonríe: la oposición sigue en mínimos y su popularidad se ha recuperado desde principios de verano.

Para la reforma de las pensiones se parte de un documento base: el informe elaborado por Jean-Paul Delevoye, veterano político exministro de Jaques Chirac que recomendaba elevar la edad de jubilación de los 62 años actuales a 64 y simplificar los 42 regímenes de pensiones actuales para fusionarlos en uno único. El objetivo es poner en marcha de forma progresiva, en 2025, el llamado “sistema universal por puntos”: que cada euro contribuido dé pie a los mismos derechos. No se cuestiona el carácter público ni el método por el cual los activos pagan las pensiones de los jubilados, pero sí su sostenibilidad, un debate recurrente desde hace décadas.

Francia es uno de los países desarrollados en los que las personas viven mayor cantidad de años como jubiladas.con una media de 23,6 años, el máximo de la OCDE. La reforma de Macron no tiene nada de sorpresa, ya que forma parte del programa reformista con el que llegó al Elíseo, pero las movilizaciones de los chalecos han hecho cambiar los tiempos del Ejecutivo, ahora consciente de que un paso en falso puede prender definitivamente una llama difícil de apagar. A su favor, Macron cuenta con haber resucitado en los sondeos de popularidad desde este verano, ahora en un 33% según el último sondeo IFOP publicado el domingo. La cifra no es para tirar cohetes pero con una oposición hecha trizas a izquierda y derecha, el Ejecutivo galo todavía tiene margen de maniobra para implantar su agenda.