Crisis en Mali
Los «desplazados invisibles» de Mali
Mientras los avances del Ejército francés dan sus frutos y los yihadistas dejan ciudades clave del norte de Mali en las que llevaban instaurados desde junio de 2012, la ONU y las ONG advierten de la preocupación por el aprovisionamiento y la inseguridad en la región. Los precios de los alimentos han subido, así como el del carburante, que hace funcionar el tratamiento del agua y el sistema eléctrico. Además, los datos de los refugiados y desplazados continúan en aumento. Sin embargo, alguna buena noticia se cuela entre la grave situación humanitaria. Por ejemplo, ayer en Tombuctú los niños volvieron al colegio. En 2012, prácticamente la mitad de los niños en edad escolar había huido del norte, unido a que unos 10.000 no tuvieron acceso a la educación, según el Ministerio de Educación, y es que los islamistas cerraron casi todos los centros escolares y los que tuvieron «más suerte» fueron enviados a escuelas coránicas. «Si bien es cierto que se ha vuelto a recuperar cierto acceso, la principal preocupación es el aprovisionamiento, pues en el norte eran comerciantes que cruzaban la frontera desde Argelia los que aprovisionaban a estas regiones. Con la intervención militar, se cerraron las fronteras, e incluso la de Níger dejó de funcionar como siempre», comenta a LA RAZÓN Helena Valencia, jefa de Emergencias de Acción contra el Hambre, desde Bamako. «Sigue habiendo un problema de disponibilidad de productos, porque muchos comerciantes han huido por miedo a represalias». Valencia cuenta cómo han podido atender a niños con desnutrición en el norte durante estos meses. Incluso durante las últimas semanas han hecho todo lo posible por dar un servicio a la población. «Lo cierto es que en Mali es crónico. Es uno de los países más pobres del mundo y por eso Acción contra el Hambre llevaba en Gao desde 1996».
En Bamako, Valencia ya nota el deseo de algunas familias a volver a sus hogares, pero el problema es «con qué medios y si podrán retomar sus actividades, pues muchos eran pequeños comerciantes y otros muchos funcionarios». Según Acnur, 400.000 personas han abandonaron sus casas, unas 32.000 desde que comenzara la operación militar. Unos 200.000 malienses se han quedado en el sur, principalmente en la capital. «Son desplazados invisibles. Se han ido a vivir con familiares, conocidos... No se concentran en una zona concreta, están por toda la ciudad». A este respecto, Fernando Arroyo, director de la Oficina de Coordinación de Asuntos Humanitarios de la ONU (OCHA) en Mali, explica que «hay una red social de solidaridad muy fuerte. Por un lado no hay campos de desplazados internos y, por otro, hay familias que están viviendo con 30 personas en su casa». Para Arroyo, teniendo en cuenta que el nivel de vida no era muy bueno ni antes de marzo, «encargarse de tanta gente es prácticamente imposible. saturada».
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