Internacional
«Los sindicatos en Argentina no quieren que le vaya mal a Macri»
El gobernador peronista de la provincia de Córdoba confía en que el segundo semestre de 2016 bajará la inflación y se creará empleo. «El Gobierno kirchnerista perdió una oportunidad histórica para que Argentina diera el gran salto»
Juan Schiaretti (1949) administra la única provincia grande que le queda al peronismo en Argentina, Córdoba. En diciembre, ganó por segunda vez el puesto de gobernador en esta región. A pesar de pertenecer al Partido Justicialista, el mismo que el de la ex presidente argentina, Schiaretti mantuvo una enconada relación institucional con el Gobierno kirchnerista, hasta el punto de que Córdoba fue “castigada” por Cristina Fernández, tal y como denuncia el propio Schiaretti. Las cosas han cambiado con la elección del nuevo presidente, Mauricio Macri, al que le une una larga amistad. En esta entrevista realizada en Madrid, Schiaretti manifiesta su apoyo al Ejecutivo y defiende la necesidad de reinsertar a su país en el concierto internacional.
-¿Qué análisis hace de las primeras medidas del presidente Macri?
-Me parece un inicio muy promisorio. Soy un convencido de que Argentina tiene buenos tiempos por delante. Argentina tiene buenos precios de los alimentos, y posee la segunda reserva más grande del mundo de gas de esquisto y la cuarta de petróleo no convencional. Veo una voluntad de invertir en el país. Las cifras internas alientan la inversión, tenemos una deuda externa baja y un sistema financiero saneado. El presidente Macri ha tomado las medidas adecuadas en este periodo para devolver a Argentina al mundo y ser un país amigable con la inversión, que es una necesidad para el desarrollo de nuestra patria. Y también veo que está tomando medidas para resolver la distorsión de precios. Seguramente pasaremos las turbulencias durante el primer semestre de este año y a partir del segundo semestre, se darán las condiciones para que baje drásticamente la inflación, podamos reducir paulatinamente el déficit fiscal y comience un proceso de inversión que haga crecer la economía del país y genere puestos de trabajo.
-Los sindicatos ya han lanzado un aviso a Macri con protestas en la calle. ¿Cree que peligrará la paz social?
-Tenemos turbulencias, pero los sindicatos no quieren que le vaya mal a Macri. Lo que sucede es que tenemos una inflación superior al 30% y unos salarios del año pasado. A partir de junio es cuando se actualizarán los salarios y se equilibrarán más con los nuevos precios. Así que es natural que en esta situación el trabajador sienta que tiene menos poder adquisitivo y que lo exprese. Pero creo que esto se va a resolver porque veo voluntad en los sindicatos de que a Macri le vaya bien.
-¿El clima de crispación política que hubo en los últimos tiempos ha disminuido?
-Está desapareciendo. Nadie tiene mayoría en el Parlamento, y esto es bueno porque obliga a la negociación y a la búsqueda de consenso. Antes sufríamos mucho con una sociedad crispada que se dividía entre amigos y no amigos del Gobierno, entre buenos y malos, y la verdad está en el medio. Y hoy, por primera vez desde bastante tiempo, estamos observando que el consenso está cambiando esta situación. El Gobierno ahora actúa con absoluta normalidad, y no distingue entre sus amigos y los que no lo son.
-Usted, que es amigo del presidente, ¿cómo lo describiría?
-A mí me toca ser el gobernador que administra la provincia más grande del peronismo, la de Córdoba, que es el segundo distrito del país. Tengo con Macri una relación personal de más de 25 años. Los dos tenemos en común que hemos trabajado en la industria automotriz, y eso nos hace tener mecanismos de trabajo similares. Al margen de la relación personal, yo tengo que decir que lo importante es la relación institucional. Mauricio Macri se define como desarrollista, que es aquel que sigue las ideas del presidente Arturo Frondisi, que planteaba el desarrollo del país pero sin atarse a esquemas ideológicos. Macri ha puesto una fuerte impronta en la inversión en obras de infraestructura y en un país abierto al mundo para que Argentina se desarrolle.
-¿Ha sido criticado dentro del peronismo por esa cercanía con el presidente?
-No, en absoluto, de hecho los gobernadores peronistas han garantizado que algunas leyes del nuevo Gobierno salgan adelante, como la ley del “default”. Lo que se está dando ahora es una prueba de madurez política por parte de todas las fuerzas políticas argentinas, que están logrando consenso en los temas centrales del país.
-¿Los remanentes del kirchnerismo van a torpedear este consenso en los temas centrales?
-Los remanentes del kirchnerismo no estaban de acuerdo con la ley que permitió salir del “default”; sin embargo, fue aprobada por abrumadora mayoría tanto en la Cámara de Diputados como en el Senado. El kirchnerismo va quedando reducido a una expresión minoritaria dentro del peronismo, así que yo no veo elementos para que esa situación se revierta. Por el contrario, creo que la tendencia es que haya acuerdo en los puntos centrales entre el peronismo y el Gobierno.
-Ningún presidente no peronista ha conseguido acabar su mandato desde que Argentina volvió a la democracia.
-Pero no acabaron por las crisis económicas y la incapacidad de los gobiernos para resolverlas. Si hay algo que caracterizado al peronismo a lo largo de la historia es que no nos amilanamos con las crisis. Y que las resolvemos.
-¿Qué es hoy el peronismo?
-El peronismo hoy día es la avenida por donde camina el pueblo argentino buscando la justicia social y la redistribución de la riqueza, buscando salarios dignos y el desarrollo del país. Al mismo tiempo, estamos convencidos de que la riqueza y los empleos los genera el sector privado. En la medida en que el peronismo siga expresando, sin sectarismo, el legado de Juan Domingo Perón, seguiremos teniendo vigencia. Si nos alejamos de eso, el peronismo será sustituido por otras fuerzas políticas que vayan apareciendo.
-¿Cómo analiza los años del kirchnerismo?
-Fueron los años de mayor bonanza desde el punto de vista de los recursos. Se hicieron cosas positivas pero se perdió una gran oportunidad histórica para que Argentina pegue un gran salto en su desarrollo e integración social. Terminamos con más del 35% de la población excluida e innecesariamente aislados del mundo y con una alta inflación. La cantidad de argentinos que pasaron a formar parte de la clase media fue inferior a la de otros países del entorno como Chile o Brasil. Además, el Gobierno dividió a los ciudadanos entre buenos y malos. Y a nosotros, desde nuestra provincia de Córdoba, por no sujetarnos a esta manera de manejar el poder por parte del kirchnerismo con la chequera y el látigo, nos tocó sufrir discriminaciones. Pero el pueblo de Córdoba se la cobró al kirchnerismo en las últimas elecciones, no hay que olvidar que el presidente Macri tuvo una diferencia de 900.000 votos en la provincia de Córdoba, superior a la que obtuvo a nivel nacional. Por eso Macri dice que Córdoba fue vital para su triunfo.
-¿Se está recomponiendo el Justicialismo tras la derrota en las presidenciales?
-El Justicialismo se va a recomponer. En esta primera fase lo está haciendo replegándose sobre los gobernadores que tiene, intentando hacer una buena gestión. Después, la propia evolución de Argentina dirá en qué momento se va a reorganizar. Ya nos tocó perder una elección en el retorno de la democracia, cuando ganó Alfonsín, un gran presidente. Perdimos, pero volvimos a ganar en el 89.
-¿Cómo será la política internacional de Argentina en esta nueva etapa?
-Argentina tenía dificultades no sólo con otros países del mundo sino que con sus propios vecinos. Nunca tuvimos una relación tan mala con Uruguay. En realidad, Argentina y Uruguay son la misma nación con dos estados. También tuvimos mala relación con Chile y otros países hermanos. Estuvimos ausentes de Mercosur. No teníamos prácticamente política internacional. Ahora, Argentina ha vuelto al mundo con una actitud pragmática. Nuestro lugar natural de integración en la economía globalizada es Mercosur, pero al mismo tiempo no tenemos prejuicios para negociar con ningún país del planeta.
-¿Latinoamérica pone fin a una década de gobiernos de izquierdas tras la caída de Rousseff y Fernández de Kirchner y el fracaso del modelo chavista en Venezuela?
-Más que la división entre categorías ideológicas, yo creo que en Latinoamérica hubo gobiernos que tuvieron seriedad en la administración, que consiguieron incorporar a muchos habitantes excluidos en las clases medias, y otros que lamentablemente no actuaron de la misma manera. Lo que define un Gobierno de centro izquierda es el porcentaje del Producto Interior Bruto que dedica a las políticas sociales. Hubo muchos gobiernos que decían que eran progresistas, pero si miras los resultados, terminaron siendo reaccionarios porque sus sociedades no progresaron.
-¿Por qué Latinoamérica sufre una ola de violencia tan alta?
-La violencia aparece porque sigue la exclusión social. La inseguridad es hija de la exclusión social. Y en segundo lugar, por el fenómeno del narcotráfico, que hace mucho más violentos los delitos en toda la región y que está teniendo una evolución geométrica. En muchos países de la región hay vastos sectores de la sociedad en los que el narcotráfico termina siendo el poder ordenador, sobre todo en las barriadas más humildes de las grandes ciudades. Argentina es uno de esos países en los que ha habido una progresión geométrica del narcotráfico. El consumo de droga dejó de ser un problema de los sectores medios para pasar a ser un problema social, porque en las barriadas más pobres los narcos empiezan a ser los referentes sociales, y allí donde el Estado tiene que dar la batalla, que es lo que hemos haciendo con el presidente Macri.
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