Argentina
Era Macri: Cambio liberal en la economía y nuevos aliados
Es la primera vez que ni un peronista ni un radical preside Argentina. El líder conservador necesitará pactar las reformas con la oposición
Es la primera vez que ni un peronista ni un radical preside Argentina. El líder conservador necesitará pactar las reformas con la oposición
Todavía con la euforia del triunfo en las elecciones nacionales, el electo presidente de Argentina, Mauricio Macri, comenzó este lunes a delinear su agenda de gobierno, que se caracterizará por poseer el poder de la Administración central del país pero que será minoría en el Parlamento, donde deberá tejer alianzas para impulsar las reformas que anunció durante su campaña electoral. El ámbito legislativo se encuentra dominado, tanto en la Cámara de Diputados como en la del Senado, por el Frente Para la Victoria (FPV), el partido de la todavía mandataria Cristina Fernández de Kirchner, que cayó en las elecciones del domingo por estrecho margen: sólo 2,8% a favor de Mauricio Macri.
Será la primera vez que Argentina esté gobernada por un dirigente electo que no proviene ni del peronismo ni del radicalismo, los partidos históricos. «Un escenario probable es que la política interna tienda a parecerse a la de Brasil, que tiene dos ejes estables representados por el PT y el PSDB, de Aécio Neves, y un gobierno territorial, menos ideológico, que está obligado a ganar apoyos en el Parlamento», explicó Diego Reynoso, doctor en Ciencia Política por la Facultad Latinoamericana de Ciencias Sociales (Flacso) de México. Macri, fundador y líder del partido de centroderecha PRO, logró el triunfo electoral con el 51,4% de los votos gracias al respaldo político de varias agrupaciones, entre ellas la Unión Cívica Radical (UCR) y la Coalición Cívica. Todos juntos conformaron la coalición Cambiemos, que se impuso al kirchnerista Daniel Scioli (48,8%), pero aun manteniendo la estrategia de unidad sólo logran ser la segunda fuerza en la Cámara de Diputados, con 91 legisladores frente a los 117 peronistas y oficialistas. Por ese motivo, Macri y sus aliados están obligados a buscar socios en fuerzas con distinta ideología para llegar a los 129 diputados que garantizan el inicio de una sesión y la aprobación de leyes que no requieren de una mayoría especial. En el Senado la ecuación es aún más difícil. Cambiemos puede lograr 15 representantes frente a 42 peronistas. Macri «tiene, entonces, menos poder institucional que el electoral que consiguió en el balotaje», aseguró Reynoso.
En ese panorama el presidente electo brindó su primera conferencia de prensa después del triunfo y allí avanzó parte de su agenda tanto nacional como internacional. Si bien no dio nombres, dijo que su gabinete no tendrá un ministro de Economía sino de Hacienda y Finanzas, y que seis economistas ocuparán lugares en otros ministerios. Inflación, pobreza y un tipo de cambio único entre el peso y el dólar fueron las primeras definiciones económicas. También sostuvo que proseguirán los juicios a militares y represores acusados de cometer delitos de lesa humanidad durante la última dictadura (1976-1983) y mencionó que le gustaría que su primer viaje oficial como presidente fuera a Brasil, al que consideró «el principal socio de futuro de la Argentina» y el motor del continente.
«Mi idea es gobernar para todos», sostuvo Macri, y en el mismo sentido destacó la necesidad de lograr una «integración absoluta regional» que amplíe su foco a los países del Pacífico (Colombia, Perú, Chile y México, por ejemplo) y a sellar acuerdos con la Unión Europea. «Queremos construir buenas relaciones con los hermanos de Latinoamérica y el mundo. El país necesita ingresar en el siglo XXI e intercambiar economía y cultura con estos países», insistió.
«Un dilema que tiene la política exterior argentina consiste en determinar si se utiliza para el beneficio electoral interno o para la reputación internacional. Supongo que en el caso de Macri se volcará más a lo internacional. En cuanto a América Latina, no creo que tenga relaciones con todos por igual: tendrá menos vínculo con Venezuela, Bolivia y Ecuador, y más con Chile, Colombia y Perú. Con Brasil está obligado a armar un frente común», analizó Federico Merke, Doctor en Ciencias Sociales por FLACSO.
Macri afirmó que mantiene «la mejor» relación con el Papa Francisco. «Espero que nos visite, dicen que en el 2016, 2017» podría estar en Argentina, comentó. De ese modo, intentó rebajar tensiones con la Santa Sede después de que uno de sus principales colaboradores, el consultor ecuatoriano Jaime Durán Barba, dijera durante la campaña que la figura del Pontífice «no mueve ni diez votos» en la coyuntura argentina.
Por su parte, el nuevo gobernante tendrá hoy su primer encuentro con Cristina Fernández para avanzar en el traspaso del mando, que se concretará el próximo 10 de diciembre. La mandataria lo llamó para felicitarlo por el triunfo en la noche del domingo y lo convocó a una reunión. «Allí estaremos», confirmó Macri. Será el primero entre ambos tras el resultado electoral y una aproximación a la relación que mantendrán en poco tiempo, aunque en roles completamente diferentes.
Tanto la jefa de Estado argentina como Scioli y los principales dirigentes peronistas evitaron realizar declaraciones después de la derrota en el balotaje –segunda vuelta–, aunque se especula que en los próximos días se conocerán los llamados «pases de factura» a los culpables de la estrategia electoral que finalizó con la salida del poder del kirchnerismo y el fin de doce años de gobierno hegemónico.
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