Política

París

Manuel Valls sale fortalecido de la crisis en el Elíseo

El ministro del Interior se perfila como alternativa ante los titubeos de Hollande

Manuel Valls, en una imagen de archivo
Manuel Valls, en una imagen de archivolarazon

No sólo es la personalidad política preferida de los franceses. A Manuel Valls también le quieren las cámaras, a juzgar por las repetidas ocasiones en que el rostro del ministro del Interior fue enfocado ayer durante la rueda de prensa presidencial. No en vano, el político de origen catalán recibió en varias ocasiones el bálsamo de François Hollande, quien quiso ensalzar «una victoria», en referencia a la manera en que Valls ha gestionado el reciente «caso Dieudonné», al prohibir al humorista la representación de su espectáculo «Le mur» debido a su contenido antisemita. «El antisemitismo, el racismo y la xenofobia serán perseguidos. Como lo ha hecho el ministro del Interior», destacó Hollande poniendo en Valls una sonrisa que no abandonaría hasta bien concluida la conferencia. El favorito de los sondeos goza del apoyo de la opinión pública y su perfil «sarkozysta» dentro de un Gobierno socialista no parece restarle enteros cuando se trata de reafirmar principios y valores o aplicar con firmeza sus políticas en materia de inmigración o lucha contra la criminalidad. Y así lo demostraron las encuestas, que le auparon aún más tras la gestión de espinosos casos como el de Leonarda, la joven gitana de origen kosovar. Todo hace pensar que los sobresaltos conyugales de Hollande, cuya popularidad no corre el riesgo de mejorar tras las evasivas respuestas de ayer, podrían beneficiar al ocupante de Interior, a su «fraternal rival», como algunos observadores gusta llamarle, y que nunca ha ocultado sus ambiciones elíseas. Y ello, pese a las incógnitas aún no resueltas sobre el conocimiento real que Valls tenía de la infidelidad del presidente o el dispositivo de seguridad que le protegía, pero que no detectó al paparazzi.

Sin embargo, dos sondeos publicados el lunes muestran cómo el «affaire Dieudonné» le ha pasado factura. Si el ministro del Interior tildó entonces de «victoria para la República» la confirmación del Consejo de Estado de prohibir los polémicos espectáculos del cómico antisemita, muchos franceses no piensan así. Y se lo han hecho saber. Valls ha perdido seis puntos en el barómetro Ipsos del 13 de enero, aunque, con 53% de opiniones favorables, sigue estando en cabeza, por delante del conservador Alain Juppé. Hasta siete puntos menos cosecha en el estudio mensual de Ifop para «Paris Match».

El pulso que el ministro galo ha librado, casi personalmente, con el cáustico humorista ha generado un tenso debate entre sectores muy afines a la izquierda –su electorado de base–, defensores a ultranza de la libertad de expresión y hostiles a la prohibición del controvertido monólogo, y los anti Dieudonné, que acusan a Valls de haber promocionado al cómico. De hecho, no pocos editoriales de Prensa –incluso en la más favorable al Gobierno de Hollande– apuntaban estos días el riesgo de que con su decisión Valls acabara haciendo «del siniestro humorista un mártir de la libertad de expresión».