Bruselas
May, impasible ante Gibraltar, trata de vender su acuerdo
Reitera su negativa a modificar el tratado con la UE e inicia una campaña para aplacar el rechazo de cara a la votación en Westminster.
Reitera su negativa a modificar el tratado con la UE e inicia una campaña para aplacar el rechazo de cara a la votación en Westminster.
Theresa May se mantiene firme ante la polémica sobre Gibraltar: no está dispuesta a cambiar ningún punto y coma del Acuerdo de Retirada o la Declaración Política sobre futuras relaciones. Mientras en Bruselas los negociadores trabajaban ayer contra reloj para encontrar una fórmula que responda a las exigencias de España, la dirigente «tory» respondía en la radio de la BBC a una sesión de preguntas realizadas por los ciudadanos.
May es consciente de que si en la cumbre europea del domingo se da luz verde a ambos documentos aún queda la batalla final y definitiva de Westminster. En última instancia, el Parlamento británico debe ratificar los dos textos por lo que la «premier» va a intentar hasta el último minuto «vender» su plan en la calle para presionar a los diputados con el argumento de que los ciudadanos quieren que el Brexit quede resuelto a finales de este año. De otra manera, se antoja complejo que se cumpla con el calendario oficial que fija la salida del Reino Unido del bloque para el 29 de marzo de 2019.
Durante las preguntas ayer en la radio, un oyente planteó la polémica que existe sobre el Peñón. A lo que May respondió: «nuestra posición sobre Gibraltar y su soberanía no ha cambiado ni cambiará, y se trata de respetar los deseos del pueblo de Gibraltar».
La líder «tory» se entrevistará hoy de nuevo con el presidente de la Comisión, Jean-Claude Juncker. En Reino Unido existe optimismo de que si no es el domingo, el lunes como muy tarde, tanto el acuerdo de retirada como la declaración política recibirán el visto bueno de los Veintisiete.
Sin embargo, a día de hoy, no parece que May tenga luego garantizado el respaldo de Westminster después de que más de 88 tories hayan declarado públicamente que votarán en contra. Solo 17 conservadores apoyaron el pasado jueves a la primera ministra. Considerando que el líder de la oposición laborista Jeremy Corbyn ha pedido a los suyos que también rechacen el pacto, el escenario es complejo. El propio Dominic Raab, que dimitió la semana pasada como ministro del Brexit, aseguró ayer que creía «inevitable» que el Parlamento rechace el acuerdo «porque es aún peor que quedarse en la UE ya que nos deja atados a la normativa europea, pero sin voto».
En los corrillos del palacio de Westminster parece asumido que, al menos en una primera votación, el pacto no será aprobado. Pero lo cierto es que el Gobierno no cuenta con «plan B». Preguntada por los oyentes qué pasaría en este hipotético escenario, la premier manifestó que se volvería «a la casilla de salida, con más incertidumbre y división». «Creo que si tenemos que volver a la Unión Europea a negociar no conseguiremos nada mejor, este es el acuerdo que funciona», dijo.
En definitiva, May tiene varios frentes abiertos. Y a las críticas de sus propias filas se suman las del DUP, de cuyo apoyo depende para gobernar. La formación precisamente celebrará hoy su congreso anual en Belfast y todo el mundo estará muy pendiente del discurso de la líder Arlene Foster, que hasta ahora ha repetido que no respaldará ningún pacto que deje a Irlanda del Norte con un estatus diferente al del resto del Reino Unido.
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