Reino Unido
May penalizará a los empresarios que contraten a extranjeros
La líder «tory» promete en su programa reducir la migración neta a 100.000 personas al año
Theresa May no quería convertir las elecciones generales del 8 de junio en los comicios del Brexit. Sin embargo, al presentar ayer su programa electoral, estaba claro que su prioridad era mostrarse como la persona más adecuada para llevar a cabo el divorcio con la UE. No pasó por alto que, de entre todos sus ministros, fuera David Davis, al frente de la cartera del Brexit, quien la presentara en el acto que tuvo lugar en Yorkshire, donde la líder «tory» se mostró inflexible con la inmigración, cuestión principal por la que los británicos decidieron salir del bloque comunitario. En este sentido, May se comprometió a reducir la migración neta (la diferencia entre los que llegan con respecto a los que se van) por debajo de los 100.000. La medida no está exenta de polémica. El Gobierno conservador (donde May era antes ministra del Interior) lleva prometiéndola sin éxito desde el año 2010 y el que fuera ministro del Tesoro, George Osborne, reconocía ayer que era un objetivo poco realista que los propios miembros del Ejecutivo rechazan en privado. No en vano, la cifra se sitúa actualmente en 273.000. La última vez que la migración neta bajó de 100.000 fue en 1997.
Los críticos advierten de las consecuencias que esto conllevará para la economía, donde muchos empresarios ya han dicho públicamente que su supervivencia depende de la mano de obra extranjera. La propia Oficina de Responsabilidad Presupuestaria, compuesta por expertos independientes de gasto fiscal de Reino Unido, estimó que si la cifra se redujera a 185.000 en 2021 podría suponer un coste para la economía de 5.900 millones de libras.
Con todo, no parece que May vaya a cambiar de opinión. Es más, quiere ir más allá y ayer se mostró dispuesta a incrementar de 1.000 a 2.000 libras anuales la tasa que los empresarios tienen que pagar por cada trabajador no británico que incluyan en su plantilla. De momento, esta medida sólo se aplica a inmigrantes fuera de la UE, pero después del Brexit el escenario podría cambiar asemejando el estatus de los comunitarios a los inmigrantes de fuera del bloque, a los que May quiere ahora hacer pagar más por utilizar la sanidad pública.
Está claro que con este programa, la líder «tory» ratifica su declaración de intenciones para llevar a cabo un Brexit duro. De hecho, de cara a las negociaciones con Bruselas, volvió a repetir su amenaza de «mejor no acuerdo que un mal acuerdo».
Aunque, por otra parte, May también aprovechó la ocasión para mostrar su propia visión del «conservadurismo», ya que, hasta ahora, estaba atada por el programa de David Cameron, a quien sucedió el pasado verano sin pasar por las urnas. La líder «tory» se aleja de su antecesor y deja de mimar a la clase media, a la que no garantiza ahora no subir los impuestos. En su lugar, prometió más inversión para sanidad y educación y un retraso en los planes de reducción del déficit. En definitiva, una estrategia clara para ganarse el voto laborista descontento con Jeremy Corbyn y conseguir el apoyo de aquellos que votaron por el UKIP, formación que podría desaparecer del panorama político tras el fracaso que anuncian los sondeos para los comicios de junio.
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