Brexit
May traslada a la UE la culpa de un fracaso del Brexit
La “premier” insta a los Veintisiete a dar un «último empujón» que evite más incertidumbre
La “premier” insta a los Veintisiete a dar un «último empujón» que evite más incertidumbre.
Un último empujón. Eso es lo que pide Theresa May a tres semanas de la fecha límite de la consumación del Brexit, tras haber probado ya casi cualquier estrategia posible para que su acuerdo sea aprobado. La «premier» solicita ahora el apoyo de la Unión Europea, y de su propio electorado para presionar por un acuerdo que cuenta con escasos apoyos. De lo contrario, amenaza, esperan meses e incluso años de incertidumbre. El equipo de Downing Street necesita desesperadamente que su plan del Brexit sea aprobado en la Cámara de los Comunes el martes. Si no lo consiguen, los legisladores podrán votar el miércoles y el jueves sobre la opción de abandonar el bloque sin un acuerdo, o solicitar un retraso de la salida. En cualquiera de los casos perdería el control del acuerdo.
«No nos contengamos. Hagamos lo que sea necesario para que los parlamentarios respalden el acuerdo el martes», dijo ayer en la localidad de Grimby, situada al norte de Inglaterra y de abrumadora mayoría euroescéptica. La alternativa incluye, quizás, la peor opción posible para los «brexiters»: la permanencia. «Si seguimos por este camino, quizás no salgamos nunca de la UE. La única certeza de la que dispondremos será un futuro incierto», dijo. El carácter de urgencia está de nuevo patente. La salida de la UE parece una china en el zapato de la que se quiere deshacer cuanto antes, según dice para poner en el foco en otros temas.
«En caso de que no logremos que se produzca el Brexit, no podremos avanzar en todos aquellos asuntos domésticos que preocupan a la ciudadanía. Tendremos por delante más meses e incluso años de discusión», aseguró apelando también a sus todavía socios del «club» comunitario. «Los líderes europeos me dicen que les preocupa que el tiempo se acabe y que solo tenemos una oportunidad para hacerlo bien. Mi mensaje para ellos es que ha llegado el momento de actuar».
Los Veintisiete no han tardado en reaccionar, desquitándose de toda posible culpa en caso de que el acuerdo fracase. «Estamos unidos. No estamos interesados en el juego de la culpa, estamos interesados en el resultado. Seguimos trabajando», declaró Michel Barnier, el principal negociador de la UE, en respuesta al discurso de May.
La principal fricción sigue siendo Irlanda del Norte y la polémica con respecto al llamado «backstop», la salvaguarda temporal para evitar una frontera dura en Irlanda. De acuerdo a este plan, Reino Unido quedaría dentro de la unión aduanera e Irlanda del Norte además vinculada al mercado único de bienes hasta que se logre cerrar un acuerdo comercial. Pero no convence al ala mas euroescéptica y tampoco a los laboristas. Por ello, May trata de lograr algún tipo de concesión de la UE que haga cambiar de opinión a los diputados, y podría viajar mañana a Bruselas para cerrarlo.
Flexibilidad sobre la frontera
Y mantiene un atisbo de esperanza, ya que ayer el primer ministro irlandés, Leo Varadkar, señaló que podría hacer alguna concesión. «Ya hemos acordado una cláusula de revisión, así que creo que hemos hecho muchos compromisos aunque lo que no es evidente es lo que el Gobierno de Reino Unido está ofreciendo a la UE e Irlanda si desean que hagamos más compromisos, por ahora no hemos recibimos ninguna oferta sobre qué recibiremos a cambio», lamentó Varadkar.
Por su parte, Jeremy Corbyn, líder de la oposición y del Partido Laborista, no ha mostrado atisbo de compasión. «[El Partido Conservador] tiene que reconocer que su acuerdo no va a funcionar, no recibe apoyo, y no pasará por el Parlamento», señaló. Las perspectivas no son del todo halagüeñas tras estas declaraciones, ya que la aritmética parlamentaria juega en su contra, y Theresa May necesita el apoyo de la oposición para aprobar el acuerdo de salida de la UE.
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