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Espectáculo

Los narcocorridos, en la diana de la censura en México

Una decena de Estados y municipios prohiben la música que exalta la violencia y enaltece a los narcotraficantes en eventos públicos

Sheinbaum, presidenta de México Sáshenka GutiérrezEFE

Los narcocorridos vuelven al centro del debate en México. Con cierta periodicidad cíclica México abre el debate en torno a los narcocorridos, un subgénero de la musica regional mexicana cuyas letras exaltan el estilo de vida de los líderes de los cárteles, las rivalidades entre grupos delictivos y el universo de riquezas, mujeres y oportunidades que ofrece la vida criminal.

Las presiones de Trump contra los cárteles mexicanos (varios de ellos ya son considerados como grupos terroristas), las amenazas arancelarias y las desoladoras imágenes de las familias buscadoras en el rancho “crematorio” de Teuchitlán son algunas de las claves para entender el impulso de esta reciente ola de prohibiciones a nivel estatal y local contra los narcocorridos.

Michoacán, uno de los estados más castigados por la violencia entre cárteles rivales, ha sido de los pioneros en prohibir los narcocorridos en espectáculos y eventos públicos. El gobernador de Michoacán, Alfredo Ramírez Bedoya, de Morena, firmó el miércoles una orden administrativa para prohibir los conciertos de narcocorridos, los corridos tumbados, corridos progresivos, corridos bélicos y corridos alterados así como cualquier otro que se refiera o trate sobre grupos delictivos o miembros de estas organizaciones. Jalisco, Aguascalientes, Querétaro, Guerrero son algunas de las entidades que se han sumado en estos días a las prohibiciones.

Dos incidentes más hay que sumar a la controversia de los corridos violentos. El pasado fin de semana en Ciudad de México, en la Feria del Caballo de Texcoco, el artista Luis R. Conríquez, uno de los máximos exponentes del género, tomó la decisión de autocensurarse y no cantar corridos violentos. El público respondió abucheándolo y lanzándose y destrozando el escenario. La cita musical terminó en una auténtica batalla campal.

Unas semanas antes, en Guadalajara, el grupo “Los Ángeles del Barranco” proyectó imágenes del líder del Cartel Jalisco Nueva Generación (CJNG), Nemesio Oseguera, “El Mencho”, en su actuación en el Auditorio Telmex de la Universidad de Guadalajara. Precisamente, se atribuye al CJNG la propiedad del rancho de Teuchitlán donde reclutaban y entrenaban a jóvenes para entrar a las filas del cártel. Se desató la polémica en redes sociales y unos días más tarde Estados Unidos respondió retirándoles los visados a los miembros de la agrupación.

A nivel federal no habrá prohibición. La presidenta Claudia Sheinbaum explicó que sería “absurdo” prohibir un género musical. “Lo que estamos planteando es que las letras no hagan apología de las drogas, de la violencia, de la violencia contra las mujeres o de ver a una mujer como un objeto sexual y que poco a poco deje de construirse los corridos, los corridos tumbados vinculados con estos temas”.

La apuesta de Sheinbaum para contrarrestar la popularidad de estas canciones es impulsar un concurso al que podrán presentarse candidaturas de México y Estados Unidos. Un operación triunfo por la paz y contra las adicciones. A partir del 28 de abril se podrán inscribir artistas jóvenes de entre 18 y 34 años con canciones de cualquier género, en español, lenguas originarias o en espanglish. Tras un proceso de selección que durará todo el verano, la gran final será el 5 de octubre en Durango.

Los corridos, al ser una expresión artística, plasman realidades. Los corridos tienen un componente de ficción, literario pero también real. Lo importante es entender que reflejan una situación estructural, si no existiera una realidad como la que existe los corridos no tendrían propósito. Reflejan un problema más profundo”, apunta Diego García en una conversación telefónica con La Razón al apuntar que el verdadero problema no son las letras en sí sino el clima de violencia, asesinatos y desapariciones en el que está sumido el país.

Diego García es director del colectivo intelectual Preciosa Sangre con sede en Yuriria (Guanajuato), el estado más violento de México. Este grupo multidisciplinar de artistas publicó el año pasado la obra “El corrido también es parte del paisaje” una antología de ensayos y textos que analizan esta expresión cultural tan arraigada en México desde un punto de vista no académico o periodístico sino de las personas “que lo viven, que lo sienten, que les apasiona”.

Los corridosson problemáticos porque narran una realidad problemática, una realidad que no tiene una resolución de blancos y negros sino en matices de grises”, añade. Es importante que no se censuren los corridos porque reflejan una realidad que vive muchas partes del país”, concluye Diego García.

La historia de México podría ser contada a través de los corridos. La historia de los anhelos, los deseos y las ambiciones. El sonido y el ritmo particular de los corridos, con su acordeón, violín, guitarra de doce cuerdas, tiene sus raíces en los ritmos de polcas que llegaron al norte de México a finales del siglo XIX. Durante la Revolución Mexicana se le empezó a poner letra, los primeros corridos narraban las hazañas de los pistoleros de Pancho Villa y Emiliano Zapata. De las hazañas de revolucionarios y contrabandistas a los corridos tumbados de Natanael Cano y Peso Pluma pasando por los corridos prohibidos de los Tigres del Norte … un archivo histórico (real y ficticio) de México.