Política

Ataque yihadista en Francia

«Nuestras plumas pesan más que sus bombas»

MOWILA E HIDIA (52 y 49 AÑOS)
MOWILA E HIDIA (52 y 49 AÑOS)larazon

Musulmanes, judíos y cristianos participan en una manifestación inédita. «Algo va a cambiar en Francia»

Jamás un elemento tan secundario como un lápiz había tenido tanto protagonismo. Grandes, pequeños, de colores, de mentira... Todos estaban presentes en una de las manifestaciones más numerosas que recuerda Francia: más de tres millones de personas se movilizaron en todo el país y la asistencia superó el millón en la capital. «Nuestras plumas pesan más que sus bombas», «The show must go on» (el espectáculo debe continuar), «Ellos no han matado nuestra libertad» y, sobre todo, «Je suis Charlie»(yo soy Charlie) eran algunas de las pancartas que iban apareciendo a lo largo de la avenida Voltaire, una de las rutas principales de la manifestación a la que tanto el presidente de la República, François Hollande, como el primer ministro, Manuel Valls, habían animado a la ciudadanía a asistir. Y los franceses superaron todas las expectativas.

Aunque la marcha estaba convocada a las tres de la tarde, al ser domingo, los vecinos de París no dudaron en acudir a la zona de Bastille y Repúblique (punto de inicio de la manifestación) varias horas antes. Muchos de ellos se paseaban antes por la calle Nicolas Apert, donde las flores, los mensajes de apoyo y las velas se multiplicaban. Allí, el pasado miércoles, Said y Chérif Kouachi terminaron con la vida de doce personas, entre ellas cuatro de los dibujantes más famosos de París: Cabu, Wolinski, Tignous y Charb.

«Hemos venido aquí porque han atacado uno de nuestros mayores símbolos de libertad de expresión, ‘Charlie Hebdo’. Es una de nuestras tradiciones y refleja que somos una sociedad libre y progresista», afirma Stephanie, una joven de 28 años que, junto a sus amigos Marie y Louise, cree que lo que ha ocurrido esta semana en la capital gala «va a cambiar la sociedad». «Aún estamos en ‘shock’, pero cuando tomemos conciencia de lo que ha ocurrido algo va a cambiar. Estoy segura», añade Marie.

Alcanzar el inicio de la manifestación era misión imposible. No sólo porque Hollande estuvo rodeado de varios jefes de Estado (Rajoy, Merkel, Renzi o Cameron, entre otros) sino porque la gente apenas se podía mover en las calles adyacentes. «Nunca había visto una concentración tan numerosa», afirma Françoise, una parisina que, como ella misma reconoce, ha acudido «a todos los actos que se han convocado por la libertad». En esta ocasión le acompañan Rodrigo y Patricia, dos amigos chilenos que llegaron a la ciudad el mismo día del atentado contra la revista satírica: «No hemos percibido miedo entre los ciudadanos de París, pero sí mucha indignación», afirma él, periodista de profesión, que no dudó en ponerse una pegatina en la solapa con el lema de la marcha («Nous sommes Charlie»).

Pasadas las cuatro y media de la tarde los embotellamientos de las calles aledañas desaparecían. Los presidentes de los diferentes gobiernos abandonaban la marcha tras el abrazo de Hollande a cada una de las víctimas y de los familiares afectados. Las medidas de control se relajaban y los más de 3.000 agentes desplegados en la zona permitían a los asistentes moverse con más libertad, aunque llegar a la avenida principal aún era difícil. Cynthia y sus amigos llegaron a la plaza de Nation, punto final de la marcha, pasadas las seis de la tarde: «Hemos tardado cerca de tres horas en llegar». Cerca de tres kilómetros separaban las dos plazas. Al llegar a Nation, Aurelien, un joven de 28 años que vive en la misma plaza, nos permite entrar en su casa: «Desde mi ventana se explica por qué esta manifestación es diferente a otras, nunca había visto que se llenaran las diez calles que desembocan en esta plaza». Ya son más de las siete de la tarde y, aunque hace una hora que terminó oficialmente la concentración, la gente sigue llegando, parece que no tiene fin. La caída del sol da paso a nuevas imágenes, las velas empiezan a aparecer y las luces de los móviles iluminan los carteles. La palabra «solidaridad» ilumina la estatua principal. Varios jóvenes despliegan un gran cartel: «La Prensa es Charlie». Vuelve a sonar La Marsellesa. «Esto es sólo el inicio, ahora nos toca a cada uno incorporar el mensaje en nuestro día a día», dice Jean Philippe. Él lo tiene claro.