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Oriente Medio

El papel de Hamás divide a los países árabes en la cumbre extraordinaria sobre Gaza

Mientras Israel reclama la expulsión de la organización terrorista de la Franja, la Liga Árabe discute el plan egipcio para la reconstrucción del territorio a cinco años y por valor de 53.000 millones

El «rais» palestino, Mahmud Abas, con el rey de Bahréin, el presidente egipcio, Abdel Fatah Al Sisi, y el rey Abdalá de Jordania ROYAL HASHEMITE COURT HANDOUTEFE

Como había venido manifestándose en las últimas jornadas y quedó de manifiesto ayer en El Cairo, el papel que pueda seguir jugando Hamás -que, a pesar de los 16 meses de campaña militar israelí, sigue presumiendo de su poderío militar- en la postguerra de Gaza continúa dividiendo al mundo árabe. Si por el momento los 22 integrantes de la Liga Árabe ha sido incapaz de consensuar una propuesta política para la administración de la Franja, sí ha sido unánime, por el contrario, el rechazo al plan propuesto a comienzos de febrero por el presidente estadounidense Donald Trump de expulsar a dos millones de personas del territorio para convertirlo en un resort turístico y comercial.

La cumbre de emergencia árabe de El Cairo -que estuvo inicialmente prevista para el día 27 de febrero y contó con la presencia de la máxima representación de la ONU y la UE, así como la ausencia de última hora de Argelia y Túnez- ha servido, sobre todo, para dar carta de naturaleza a la propuesta egipcia de reconstrucción como alternativa viable a la idea de la ‘Riviera del Mediterráneo oriental’ del presidente de Estados Unidos. Según el plan elaborado por Al Sisi -que ha dejado claro en las últimas semanas que no admitirá la entrada de población gazatí en su territorio y que reconoce que la desmilitarización de Hamás es hoy por hoy improbable-, serán necesarios más de cinco años y 53.000 millones de dólares para reconstruir una Franja devastada. Un monto que asumirán, sobre todo, los países del Consejo de Cooperación del Golfo.

Con todo, ya se trate de la propuesta egipcia para Gaza o cualquier otro proyecto, la reconstrucción de Gaza ha de pasar por la aprobación de la Administración Trump y del Gobierno de Benjamin Netanyahu. Y, sobre todo, por un alto el fuego permanente entre Tel Aviv y Hamás que, a tenor de lo ocurrido en las últimas jornadas a propósito del intercambio de rehenes y presos, parece mucho más lejano que a finales de enero.

Aunque sin estar físicamente presente en El Cairo, el Ejecutivo israelí se invitó ayer a la cumbre árabe al reclamar nuevamente, esta vez por medio del ministro de Exteriores Gideon Saaar, la expulsión de Hamás de la Franja –“la desmilitarización total”- y el retorno de todos los rehenes como condición imprescindible para pasar a la siguiente fase del acuerdo para el alto el fuego. Además, coincidiendo con la celebración del encuentro árabe en El Cairo, las Fuerzas de Defensa de Israel eliminaron en un bombardeo sobre la localidad libanesa de Tiro al comandante naval de las fuerzas Radwan de Hizbulá Haidar Hashem.

Tampoco estuvo físicamente en El Cairo, pero sí más que presente en la cita Hamás, que pidió ayer a la Liga Árabe que adopte posiciones “firmes” para “detener las políticas terroristas” de Israel, incluido el bloqueo impuesto a la Franja. Por su parte, el presidente de Autoridad Palestina, Mahmud Abás, saludó ayer el plan egipcio e instó al presidente estadounidense a apoyarlo. El veterano mandatario se comprometió además a celebrar elecciones presidenciales y legislativas el próximo año siempre y cuando se den las condiciones adecuadas tanto en la Franja de Gaza como en Cisjordania y Jerusalén Este.

Un plan a cinco años

La propuesta egipcia contempla una fase de «recuperación temprana» de seis meses en la que se invertirán 3.000 millones de dólares para realizar los trabajos iniciales de desescombro y habilitar siete zonas de la Franja para acoger a más de 1,5 millones de palestinos de forma temporal. Estas personas serían alojadas en “unidades residenciales temporales” con una capacidad media de seis personas y que estarían distribuidas en las localidades gazatíes de Rafah (con capacidad para 213.000 personas), Jan Yunis (223.000 personas), Deir al Balah (184.000) y otras cuatro posiciones del centro y norte de la Franja, según recogió ayer la agencia EFE.

Tras estos seis meses comenzaría la primera fase de reconstrucción, que duraría dos años y costaría 20.000 millones de dólares para terminar con el proceso de desescombro y la restauración de unas 60.000 residencias “destruidas parcialmente”, en paralelo a la construcción de 200.000 nuevas viviendas de alojamiento “permanente”. Presente ayer en la cita organizada en la nueva capital administrativa egipcia, el secretario general de Naciones Unidas, Antonio Guterres, defendió “cualquier forma de limpieza étnica” y que Gaza siga siendo “parte integral de un Estado Palestino soberano, independiente y democrático”.

Una de las figuras más esperadas de la cumbre extraordinaria árabe celebrada en la capital egipcia fue el nuevo presidente interino sirio, Ahmed al Sharaa, quien llamó ayer a la comunidad internacional a actuar contra los ataques de las fuerzas israelíes en su territorio y rechazó los planes de la nueva Administración estadounidense de expulsar a los gazatíes de la Franja.