Francia

Le Pen anuncia que hará caer al gobierno francés junto a la izquierda

El primer ministro, Michel Barnier, se reúne con sus titulares de Economía y Hacienda para intentar salvar su proyecto de ley de finanzas de la Seguridad Social

Paris (France), 25/11/2024.- French member of parliament and leader of the Rassemblement National far-right party Marine Le Pen leaves after a meeting with French Prime Minister Michel Barnier (not pictured) at Matignon in Paris, France, 25 November 2024. The French Prime Minister is holding meetings with parliament group leaders. (Francia) EFE/EPA/CHRISTOPHE PETIT TESSON
Marine Le Pen tras reunirse con el primer ministro francés, Michel Barnier, en Matignon este lunesCHRISTOPHE PETIT TESSONAgencia EFE

La inestabilidad política francesa irá un paso más allá en las próximas horas con la previsible caída del gobierno del conservador Michel Barnier gracias a una moción de censura presentada por la coalición de izquierdas tras el decretazo del primer ministro para sacar adelante los presupuestos de 2025 a la que Le Pen se sumará votando a favor según anunciaban fuentes del Reagrupamiento Nacional en la tarde de este lunes. Pese a los gestos y concesiones de Barnier con la propia Le Pen en las últimas horas accediendo a algunas de sus propuestas para incluirlas en los presupuestos, como la no rebaja en el reembolso de medicamentos por parte de la Seguridad Social, la ultraderecha ya había avisado en la mañana de este lunes que sólo “un milagro” les haría cambiar de posición. Y ese milagro no se ha producido y parece difícil que suceda antes de la votación de la moción. Si el gobierno de Barnier terminase capitulando, se convertiría en el más breve de la historia de la V República. “Que cada uno asuma sus responsabilidades, yo asumo las mías”, ha lanzado Barnier desde la tribuna de la Asamblea Nacional tras anunciar el decretazo para aprobar los presupuestos de la Seguridad Social mirando hacia las bancadas de la oposición.

Si se respeta lo anunciado, ultraderecha e izquierda harían caer al gobierno y el presidente Macron, que se encuentra de visita en Arabia Saudita hasta mañana miércoles, podría regresar a una Francia sin gobierno, para tener que sondear el nombramiento de un nuevo primer ministro. La crisis podría tener una magnitud extensible a los mercados financieros y a la figura del propio Macron. Algunas fuentes apuntan a que el presidente, consciente de la situación, ya habría planeado un plan de recambio a Barnier para no alargar tiempos de incertidumbre.

Todo ello era la crónica de una muerte anunciada desde hace tres meses con el nombramiento de un gobierno que siempre ha dependido de que Le Pen no activase el botón nuclear de la censura. Precisamente la coalición de izquierdas, ganadora de las últimas legislativas, también depende del voto de Le Pen para sacar adelante su moción, justo la misma dependencia que el Nuevo Frente Popular criticaba del gobierno. Es la aritmética endiablada a la que parece condenada esta Francia tripolar y que va a mantenerse pase lo que pase porque la Constitución no permite repetir elecciones legislativas en un periodo mínimo de un año. Así que el reemplazo de Barnier tendrá probablemente los mismos aspectos de dependencia y fragilidad.

“Barnier no quiso responder a las demandas de los 11 millones de electores del Reagrupamiento Nacional, asumiremos nuestra responsabilidad y votaremos las mociones de censura”, ha anunciado Le Pen en la Asamblea. La iniciativa de moción, en cualquier caso, no podría votarse hasta al menos 48 horas después de ser depositada en sede parlamentaria. Será debatida entre miércoles y jueves. Un estrecho margen del que dispondría en último término el Ejecutivo de Barnier para tratar de convencer a Le Pen presionando con las consecuencias que podría tener la desestabilización del país para su imagen y la de su partido. Lo cierto es que Le Pen ya había conseguido importantes concesiones en los presupuestos. Barnier, afamado negociador del Brexit, apuró los márgenes del texto financiero para contentar a la líder ultraderechista que logró una victoria importante la semana pasada cuando el primer ministro anunció que no subiría el precio de la luz, renunciando a más de 3.000 millones de ingresos extra para hacer frente al agujero presupuestario de 60.000 millones.

A toda esta coyuntura política hay que sumarle la intersección de la judicial en la que Le Pen también es protagonista y cuyo desenlace queda congelado hasta el año que viene. El pasado miércoles terminaba en París el juicio por malversación de fondos europeos que ha sentado en el banquillo a Le Pen y otros cargos del RN. La sentencia se conocerá el 31 de marzo de 2025 y podría suponer un terremoto en la vida política de Francia si Le Pen finalmente es inhabilitada cinco años como pide la Fiscalía, fallo que la apartaría de luchar por la presidencia en 2027. La fiscalía pidió la ejecución provisional de la pena, es decir, que se aplique desde el momento de la condena, incluso si Le Pen recurre la sentencia.

La situación de inestabilidad y turbulencias que vive Francia es fruto del resultado de las últimas elecciones legislativas, en las que la Asamblea Nacional quedó fragmentada en tres grandes bloques. El Nuevo Frente Popular de izquierdas logró 193 de 577 diputados, pero quedó muy lejos de la mayoría absoluta de 289. El bloque presidencial, formado por el centro y centroderecha, obtuvo 166; y el ultraderechista Reagrupamiento Nacional 126. El partido de Le Pen se convirtió en el árbitro de la contienda al no encontrar Macron una mayoría absoluta estable y casi cualquier jugada entre bloques depende en última instancia de lo que diga Le Pen.

Un escenario probable, si se cumple lo anunciado

El gobierno de Barnier caerá esta semana a través de la moción de censura siempre y cuando Le Pen vote lo anunciado. Y, aunque parece difícil que no lo cumpla, fuentes del Ejecutivo aún tienen esperanzas con llamadas telefónicas de última hora, nuevas concesiones y evitar que Le Pen vote la moción de la izquierda. Al no poderse repetir elecciones legislativas en el plazo de un años según marca la Constitución francesa, Macron tendrá que nombrar un nuevo primer ministro con la misma composición de la Asamblea en tres bloques sin mayorías que dejaron las últimas legislativas. Y seguramente con los mismos problemas. Antes de nombrar a Barnier el presidente se tomó dos meses de consultas con unos Juegos Olímpicos de por medio y varias rondas de negociaciones con las distintas formaciones políticas. El riesgo de alargar los tiempos es que la crisis política se podría volver contra él y que las demandas de dimisión y de adelanto de las presidenciales de 2027 cristalicen en un movimiento de fondo, con Le Pen como máxima interesada en el adelanto al poder quedar inhabilitada por la sentencia del caso de malversación de fondos europeos que se conocerá el 31 de marzo de 2025. Es por ello que algunas fuentes del Elíseo apuntan a que Macron anunciará un relevo rápido como cortafuegos a la crisis. Pero aún con ello el problema de fondo no quedará resulto y la ausencia de mayorías parlamentarias volverán a marcar la inestabilidad de este periodo hasta que se puedan repetir las legislativas. Un escenario menos contemplado pero que podría llegar a darse es que la crisis alcance tal nivel que fuerce al presidente a la dimisión. Una posibilidad no contemplada hasta ahora pero que podría aflorar según vayan desarrollándose las próximas jornadas. En ese caso las presidenciales de 2027 podrían adelantarse al año que viene con la mayoría de formaciones improvisando candidatos. Sería la gran jugada maestra de Le Pen frente al resto, pero parece difícil que Macron vaya a dejar esa vía clara a la ultraderechista para instalarse en el Elíseo. En cualquier caso el nuevo presidente llegaría con el mismo problema parlamentario de una Francia dividida en tres bloques sin mayorías. Parece complicado que nada pueda solucionarse si no hay movimientos de fondo en esos tres bloques de cara a unas nuevas legislativas. Esto podría pasar sobre todo dentro de la izquierda ya que muchos analistas consideran complicado que la unión entre socialistas, ecologistas, comunistas e insumisos pueda mantenerse durable en el tiempo. Las divergencias y fuerte polarización que crea la figura del líder izquierdista Jean-Luc Mélenchon podría acabar desintegrando el bloque de cara a una próxima cita con las urnas.