Boston
Putin se juega su prestigio en Sochi
El terrorismo amenaza los Juegos de Invierno, que se inauguran hoy en el balneario ruso, los más caros y los más vigilados de la Historia
Hoy arrancan los Juegos Olímpicos de Invierno de Sochi, los primeros que acoge Rusia en su historia. Es la gran apuesta personal del presidente Vladimir Putin y en la que se juega su prestigio internacional. Si una sombra se cierne sobre el evento, ésa es la de la amenaza terrorista, en concreto la de los grupos islamistas que operan en el Cáucaso, los mismos que golpearon Volgogrado por partida doble en diciembre dejando 35 fallecidos. Nada afearía tanto la gran fiesta de Putin como un atentado así en Sochi o en sus alrededores durante los 16 días que duran los Juegos y en los que los ojos de medio mundo estarán mirando al país. El presidente ruso, como ex agente KGB, vive la amenaza terrorista a «sus» Juegos de forma muy personal. En una reciente entrevista, agradeció la colaboración de los servicios de seguridad extranjeros, incluyendo los estadounidenses, en la preparación del dispositivo para Sochi: «Los terroristas siempre quieren darse a conocer al mundo en vísperas de un acontecimiento importante como éste. Si mostramos debilidad o duda ahora, mostramos también nuestro miedo, y así ayudamos a estos terroristas a conseguir sus fines».
Todas las medidas de seguridad imaginables se han tomado, Sochi es hoy una ciudad blindada por tierra, mar y aire. Unos 37.000 agentes de seguridad y militares la custodian. Veteranos de la guerra de Chechenia patrullan los bosques, varios submarinos vigilan la costa y los drones observan desde el cielo. Un total de 100.000 agentes de seguridad. En las montañas se han colocado baterías de misiles tierra-aire. «Hay diez miembros de seguridad por cada deportista. A eso hay que añadir los miles de controles que tenemos que pasar todos para acceder a cualquier recinto. Pero lo que más me ha impactado es que numerosos agentes viven estos días en el bosque, debajo de los árboles», explica Ander Mirambell, deportista español que competirá en Sochi.Todas las personas que acuden a la ciudad olímpica y alrededores tienen la obligación de registrarse y estar en todo momento identificados. También se ha restringido la libertad de movimiento y de manifestación. Los trabajadores de otras zonas de Rusia que participaron en las obras fueron devueltos a sus regiones hace dos semanas. Los coches de Policía patrullan las calles de tres en tres. La frontera con Abjasia está cerrada, no se permite la entrada de vehículos con matrícula de otras zonas del país salvo permiso sumarísimo y se han extremado los controles en las estaciones de tren, habitualmente el flanco más débil hasta el momento de la seguridad en Rusia. «No hay ninguna razón para creer que el nivel de peligro en Sochi sea mayor que en ningún otro punto del planeta, ya sea en Boston, Londres, Nueva York o Washington», comentó ayer el viceprimer ministro ruso, Dimitri Kozak, tratando de tranquilizar a los visitantes extranjeros en Sochi. Por cierto, que éstos son muy pocos dada la incomodidad del régimen de visados y el desorbitado precio de las entradas (más de mil euros de media para asistir a la inauguración de hoy).
Los dentífricos, prohibidos en el avión
Pese a las repetidas declaraciones públicas recientes del presidente Obama expresando su confianza y deseo de unos JJ OO seguros, su Gobierno, en base a informes de sus servicios secretos, pidió ayer a sus compañías aéreas con vuelos a Rusia que extremen las medidas de seguridad, especialmente las referidas al equipaje de mano, pues los terroristas podrían utilizar tubos de pasta dentífrica o productos cosméticos para ocultar material explosivo. Probablemente en base a la misma información, Rusia prohibió ya desde el 11 de enero transportar ningún tipo de líquido en el equipaje de mano en los vuelos nacionales, ni siquiera los habituales cien mililitros, con la excepción de medicamentos con prescripción médica. «La cita olímpica representa un objetivo atractivo para los terroristas», reza la misiva del Departamento de Estado americano difundida ayer. El mismo organismo ya emitió el mes pasado una alerta de viaje en la que recomendaba a los estadounidenses que viajasen a Sochi «cuidar de su seguridad personal en todo momento y permanecer alerta y ser prudentes cuando usen cualquier tipo de transporte público».
La medida de seguridad más polémica de cuantas está adoptando Rusia para evitar atentados en Sochi es el control masivo de e-mails, llamadas telefónicas y todo tipo de actividad en redes sociales. Una paradoja en el país que da asilo a Edward Snowden, azote del espionaje. «Todas las redes de wifi de Sochi están interceptadas y las líneas de teléfono también», asegura el periodista ruso Andrei Soldatov, cuya página de Wikipedia dejó ayer de funcionar misteriosamente.
Sin embargo, según los informes de seguridad que maneja Moscú, los grupos terroristas islámicos han abandonado el formato militar de guerrillas, y han pasado de operar en pequeñas células a recurrir directamente a «lobos solitarios», extremadamente difíciles de rastrear para las Fuerzas de Seguridad, pues al trabajar con independencia de órdenes de superiores, apenas se comunican y la mencionada vigilancia pierde eficacia. El analista Alexei Mujin recuerda que muchas instalaciones se han construido con grandes estructuras ensambladas fuera de Sochi, lo que abre la posibilidad de una bomba temporizada o activada por control remoto, sistema ya utilizado con éxito por terroristas caucásicos en 2004, cuando acabaron con la vida del presidente de Chechenia, Ajmad Kadirov, en un atentado con bomba durante la inauguración de un estadio de fútbol en Grozny.
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