Relaciones internacionales
Qatar recurre a Rusia para romper el veto árabe
Aumenta la tensión en el Golfo Pérsico. Occidente pide que se relaje el bloqueo a Doha para evitar una guerra en la volátil región.
Aumenta la tensión en el Golfo Pérsico. Occidente pide que se relaje el bloqueo a Doha para evitar una guerra en la volátil región.
El aislamiento político y económico a Qatar pone de manifiesto las rivalidades, pugnas e intereses propios entre los países de la región. Está claro que el «apoyo» de Doha a grupos terroristas no ha sido el principal motivo para que los estados suníes del Golfo y Egipto hayan decidido cortar las relaciones con la pequeña península árabe. Qatar desde siempre ha tenido su propia agenda regional e independencia económica. A pesar de formar parte del Consejo de Cooperación del Golfo, el rico reino qatarí es el principal exportador de gas natural del mundo, por lo que no tiene que competir con sus vecinos petroleros ni rendirle cuentas a Arabia Saudí. Qatar ha buscado tener un papel protagonista en la región, y ha intentado mantener una posición equidistante entre el reino saudí e Irán, las dos mayores potencias regionales que rivalizan entre suníes y chiíes.
En definitiva, Qatar es el hermano «rebelde» de las monarquías del Golfo, que ha decidido actuar por su cuenta y apoyar al régimen de los ayatolás a pesar del pacto con el presidente estadounidense, Donald Trump, alcanzado en la cumbre árabe de Riad a finales del mes pasado para aislar regionalmente a Irán, a quien también se le acusa de patrocinar el terrorismo. La medida de Arabia Saudí de bloquear por tierra, mar y aire a Qatar podría verse como un intento por reforzar su liderazgo regional, después de que Doha haya estrechado sus lazos políticos y financieros con Teherán en el últimos años.
Tras la decisión de Riad, secundada por Emiratos Árabes Unidos, Bahréin y Egipto de emprender sanciones económicas y marginar políticamente a Qatar, Turquía ha salido al rescate tanto para mediar en la crisis como para apoyarlo militarmente. Ankara siempre se ha sentido más cercano a Doha que Riad, porque ambos países comparten afinidad política con los Hermanos Musulmanes y mantienen una relación de «buena vecindad» con la República Islámica de Irán. Además, el posicionamiento de Trump a favor del bloqueo a Qatar animó a su homólogo turco, Recep Tayyip Erdogan, a acercarse más a la discriminada casa real qatarí por su tremendo enojo por la decisión de Washington de armar a las milicias kurdas en Siria. Así, en medio de la peor crisis entre los gigantes de Oriente Medio, que amenaza con desestabilizar la región, el Parlamento turco aprobó enviar un contingente de 5.000 soldados que se unirán a los 600 ya desplegados en la base militar que han comenzado a instalar en el emirato. Además, se contempla que la Policía turca brinde formación y entrenamiento a las Fuerzas de Seguridad qataríes. Este movimiento del Gobierno islamista turco del AKP ha puesto en alerta a Riad, que mantiene también estrechos lazos de cooperación económica y militar con Ankara. Sin duda el acercamiento de Ankara, Teherán y Moscú a Doha podría abrir un nuevo cisma regional y acabar con los planes de aislar a Irán, que es la verdadera razón por la que ha habido la confrontación con Qatar.
Precisamente, Doha ha pedido ayuda a Moscú para romper el bloqueo árabe. El ministro de Exteriores qatarí, Mohamed bin Abdelrahman al Zani, se reunió ayer con su colega ruso, Sergei Lavrov, quien llamó a los países del Golfo Pérsico al diálogo con Qatar para solucionar la crisis regional y a la unidad contra el terrorismo yihadista. Rusia aboga por que «cualquier discrepancia se resuelva sobre la mesa de negociaciones a través de un diálogo en pie de igualdad y respeto mutuo», afirmó el ministro Lavrov. «Por cuestión de principios no nos inmiscuimos ni en los asuntos internos de otros países ni en sus relaciones bilaterales. Pero no nos puede alegrar una situación en la que empeoran las relaciones entre socios», señaló.
«Medidas ilegales»
Al Zani, por su parte, aseguró que el objetivo de su visita era informar a los dirigentes rusos sobre «las medidas ilegales» adoptadas contra el emirato por su supuesto apoyo y financiación a grupos radicales, rebeldes y organizaciones terroristas en Siria, Libia o Yemen. Recordó las relaciones de amistad que unen a ambos países y el importante papel que el Kremlin tiene en los asuntos internacionales. Las relaciones entre Rusia y Qatar mejoraron considerablemente con la llegada al poder en 2013 del jeque Tamim bin Hamad al Zani, que hizo olvidar las tensiones entre su padre y el Kremlin, aunque ambos apoyan ahora a bandos enfrentados en Siria. De hecho, el Fondo Soberano de Qatar participó en diciembre en la privatización de la mayor petrolera de Rusia, Rosneft.
Por su parte, el secretario de Estado estadounidense, Rex Tillerson, abogó por solventar la crisis, a pesar de que Trump haya reiterado su petición a Qatar de que deje de financiar el terrorismo «a muy alto nivel». «Pedimos al reino de Arabia Saudí, Emiratos Árabes Unidos, Bahréin y Egipto que relajen el bloqueo a Qatar», afirmó el jefe de la diplomacia de EE UU. El llamamiento de Washington a poner fin a la crisis llega en un momento en que los países árabes han aumentado la presión contra Doha. Un total de 12 organizaciones y 59 personas han sido colocadas en una lista de sanciones contra actividades terroristas asociadas con Qatar.
Alemania va un paso más allá al advertir que la disputa entre Qatar y otros estados árabes podría llevar a la guerra. El ministro de Exteriores alemán, Sigmar Gabriel, señaló ayer al diario «Frankfurter Allgemeine Sonntagszeitung» que «hay peligro de que este conflicto pueda conducir a la guerra». Gabriel aludió a una «hostilidad dramática» en las relaciones entre los países aliados y vecinos del golfo Pérsico y espera que aún se pueda reducir la tensión.
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