Internacional

Salvini, arrinconado por la posible financiación rusa de su partido

La Fiscalía llama a declarar a un asesor por pedir 65 millones al Kremlin y cita a más colaboradores. El primer ministro duda de la palabra del político ultra.

Gianluca Savoini, fundador de la Liga y asesor de Salvini, en una cena con Putin en Roma hace dos semanas
Gianluca Savoini, fundador de la Liga y asesor de Salvini, en una cena con Putin en Roma hace dos semanaslarazon

La Fiscalía llama a declarar a un asesor por pedir 65 millones al Kremlin y cita a más colaboradores. El primer ministro duda de la palabra del político ultra.

No había ocurrido hasta ahora que a Matteo Salvini le dictaran los temas. Más bien, él siempre ha marcado la agenda. Por eso, en pleno escándalo por la presunta financiación rusa de su partido, el líder de la Liga y ministro del Interior italiano decidió convocar ayer a los sindicatos para hablar de las próximas medidas económicas recogidas en los presupuestos. Incluso introdujo en la reunión un «caballo de troya»: Armando Siri, un subsecretario de Estado obligado a dimitir hace unos meses al estar siendo investigado por corrupción. El objetivo era hacer ruido.

Pero Salvini se equivocó en su punto fuerte, la comunicación. Al contrario que en otras ocasiones, no recurrió a las redes sociales, sino a una rueda de prensa en el ministerio. Y allí, claro, los periodistas preguntaron por el dinero procedente de Moscú. «No comento las no noticias», dijo una y otra vez. Mientras, Gianluca Savoini, el presunto responsable de haber organizado un negocio entre una compañía petrolera rusa y otra italiana que podría haber reportado a la Liga 65 millones de dólares en comisiones, compareció ayer ante el fiscal de Milán que lo investiga por corrupción internacional y se negó a responder.

En el partido que mejor maneja el dichoso «relato» no quieren oír hablar de este tema. La semana pasada, cuando se publicaron las grabaciones del portal de noticias BuzzFeed en las que se escuchaba a Savoini –un hombre ligado a Salvini y al que éste dice ahora no conocer–, pensaron que el chaparrón pasaría. O en el peor de los casos, que las acusaciones caerían en saco roto, como ocurrió con el «Rusiagate» de Trump. Sin embargo, mientras disfrutaba de un nuevo repunte de su popularidad, Salvini lleva desde mediados de la pasada semana asediado por este caso. Sus socios de Gobierno, el Movimiento 5 Estrellas, han apoyado incluso la creación de una comisión parlamentaria para investigarlo y el primer ministro, Giuseppe Conte, lo respalda.

Salvini se considera traicionado por Conte. Porque si bien el «premier» le dio su apoyo en un primer momento, ahora ha descargado sobre su vicepresidente toda posible responsabilidad. La influencia de Savoini en el Ejecutivo quedó fuera de toda duda con una foto en la que se le ve de fondo, mientras los altos cargos del Gobierno italiano cenaban con Vladimir Putin en una reciente visita a Roma. Desde la Liga insistían en que no tenían relación con el inculpado, pero este fin de semana la oficina de Conte informó de que Savoini había sido invitado a ese encuentro gracias a Claudio D’Amico, otro de los asesores del partido de Salvini en materia internacional. Lejos de cerrarse, al caso se han sumado ahora nuevos investigados, como abogados y consejeros de la Liga que deberán prestar declaración ante los jueces del caso en los próximos días.

La estrategia de desviar la atención de Salvini con su encuentro con los sindicatos tampoco gustó a Conte, que se sacó de la manga un café con los periodistas para declarar airado que «si alguno se reúne con los agentes sociales para explicarles lo que deben ser los presupuestos, se entra en el terreno de la incorrección institucional». El primer ministro añadió que las cuentas las presentará él con su ministro de Economía. Al margen de la batalla política interna en el Gobierno italiano, la Justicia investiga que la Liga se haya servido de su presencia en las instituciones para hacer negocios ilegales. Salvini puede salir perjudicado, pero Conte no está dispuesto a que salpique a las altas instituciones del Estado.