Represión en Venezuela
Saqueo en las calles de Venezuela
Asociaciones y entidades antes afines al régimen se unen a las exigencias del pueblo. Tras más de 90 horas sin suministro eléctrico, se multiplican los asaltos a supermercados ante la pasividad de las Fuerzas de Seguridad venezolana.
Asociaciones y entidades antes afines al régimen se unen a las exigencias del pueblo. Tras más de 90 horas sin suministro eléctrico, se multiplican los asaltos a supermercados ante la pasividad de las Fuerzas de Seguridad venezolana.
La paciencia de los venezolanos se colma. Más de 90 horas sin luz pasan factura. Comenzó el sábado por la noche y se repitió el domingo al caer el sol: hubo saqueos. En Caracas asaltaron supermercados, abastos, expendios de comida y hasta licorerías. En el este de la capital hubo acción de la fuerza pública, con cientos de detenciones. La Guardia Nacional se presentó con equipos antimotines y aprehendió a quienes cargaban con mercancía. Familiares de los arrestados denunciaron que a algunos «los cazaron» por el barrio y que los productos decomisados no fueron devueltos al local. «Los policías también robaron, se quedaron con eso».
El lunes, declarado como día no laborable por el Gobierno de Nicolás Maduro, fue peor. En Maracaibo, la segunda ciudad más grande del país, se registraron saqueos a plena luz del día. Una panadería y un mercado popular fueron las víctimas de la embestida. No hubo fuerza pública ni, por tanto, represión. En algunas comunidades, los propios vecinos salían a defender los comercios de su zona. En San Martín, en la capital, Lorena Torres explicó que «eso ya es delincuencia común, bajan del barrio [favela] porque no tienen nada. Que vayan a robar a Miraflores». Allí la Guardia Nacional actúa con fuerte represión también. Hasta ahora no hay cifras oficiales de detenidos durante el apagón.
La desesperación en Caracas se debió a la falta de agua. Los sistemas de bombeo estatales dependen de alimentación eléctrica y no están funcionando. En las tomas de agua naturales de la ciudad, al borde de la montaña, se llenaban recipientes a partir de un menguado chorro. Más abajo, en las riberas del río Guaire, un torrente contaminado que atraviesa la urbe, cientos de habitantes pobres tomaban el líquido de los desagües antes de que tocara el cauce fétido. «Ésta está limpia, es como de lluvia. Sirve para bañarse y lavar. La voy a hervir para poder cocinar», explicó una mujer.
En las zonas de clase media de Caracas exprimían hasta la última gota de las reservas en tanques. «La estamos sacando con un tobo [cuñete] y una cuerda porque no tenemos cómo prender la bomba que la manda a los apartamentos. Aquí no entra agua desde el viernes antes del apagón», dijo Ramiro Quintero, vecino del acomodado sector Los Palos Grandes, uno de los que más ha sufrido la crisis de los servicios. Sus vecinos compartían en un grupo de Whatsapp recomendaciones para congelar agua con sal en las horas en que se tenía luz «porque se descongela más lento y sirve para guardar mejor la comida». Pero sabían que, si la situación se extendía, incluso la inventiva se quedaría corta. Y es lo que ya está pasando, especialmente en las regiones del occidente del país. Estados como Zulia, Mérida y Trujillo y otros no han recibido ni un destello de luz desde el jueves. Y las predicciones afirman que, al menos durante el resto de la semana, pudieran estar a oscuras.
El apagón de Venezuela, el más severo en su historia, se originó porque una línea de transmisión de 765 kV dejó de funcionar. Un incendio en la base de unas torres de transmisión, que por desidia y falta de mantenimiento tenía la maleza muy alta, «quemó dos conductores por sobrecalentamiento, y el tercero cayó por sobrecarga» dejando sin suministro a 80% del país. La explicación la detalló Winston Caba, presidente de la Asociación Venezolana de Energía Eléctrica. Luego, otros problemas: no hay personal capacitado para solventar el problema, la red de plantas termoeléctricas trabaja a mínima operatividad y es incapaz de suplir la demanda. Según denuncias de trabajadores de Corpoelec, bajo condición de anonimato, la estación clave para reponer el servicio nacional, San Gerónimo, está apagada.
De allí se distribuye la corriente que manda la hidroeléctrica de Guri, la más potente del país diseñada para cubrir el 60% del consumo nacional, pero sobreexplotada 80% debido a los problemas del parque termoeléctrico. Sin esa planta operando, otras más pequeñas están enviando cargas por líneas de 400 kV, con intermitencia. El ingeniero José Aguilar, ex trabajador de Corpoelec y experto en la materia, dijo que esto es insostenible. «Esa línea de 400 KV es demasiado débil». A su juicio, es «imposible» alimentar al país si San Gerónimo no trabaja a toda capacidad. Su predicción, como la de Cabas, es que al menos cuatro días más estará el occidente del país sin nada de electricidad..
Los esfuerzos del Gobierno están enfocados en iluminar a Caracas. A pesar de altibajos, la capital ha tenido servicio eléctrico desde el domingo por la noche y durante todo el lunes, con varias horas en las que varias zonas han quedado desconectadas. Otros sectores, como Lomas del Ávila al este de la metropoli, no han visto luz en más de 90 horas.El gobierno no se ha atrevido a anunciar cuándo pudiera recuperar el sistema. Nicolás Maduro apenas ha pedido a los jefes militares y gobernadores «mantener informado al pueblo», mientras defiende la hipótesis del «ataque cibernético y electromagnético al cerebro de nuestro sistema eléctrico». El ministro de Defensa, Vladimir Padrino, reconoció que «falta mucho» para solventar el problema, y pidió paciencia. Pero de esa queda poca. Y no solo en quienes siguen sin luz, sino también en quienes se preguntan cómo el Estado va a alimentar las termoeléctricas.
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