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Seis horas de secuestro en el MS181 de EgyptAir

Un avión de Egypt Air fue obligado a desviarse de su ruta y aterrizar en Chipre por un individuo que alegó portar un cinturón de explosivos. La amenaza resultó falsa y los pasajeros fueron liberados. El desconcierto reinó sobre el móvil del autor, que podría haber actuado por amor

El secuestrador fue registrado por la policía cuando accedió a la zona de embarque del aeropuerto
El secuestrador fue registrado por la policía cuando accedió a la zona de embarque del aeropuertolarazon

Un avión de Egypt Air fue obligado a desviarse de su ruta y aterrizar en Chipre por un individuo que alegó portar un cinturón de explosivos. La amenaza resultó falsa y los pasajeros fueron liberados. El desconcierto reinó sobre el móvil del autor, que podría haber actuado por amor

Los pasajeros del vuelo MS 181 de la compañía estatal egipcia Egypt Air, que tenía previsto aterrizar en El Cairo a las 7.15 de la mañana de ayer, tuvieron la certeza de que algo inusual estaba sucediendo al percatarse de que bajo sus pies no había tierra sino agua. Poco después, la tripulación requirió sus pasaportes, al tiempo que les comunicaba que el Aribus 320 en el que viajaban había sido secuestrado. Según el relato de los viajeros, los trabajadores de la compañía se esforzaron en evitar que cundiese el pánico pese a que el responsable de la toma de rehenes había amenazado con hacer estallar la bomba que, supuestamente, llevaba adherida a su cuerpo. Las autoridades egipcias desmintieron, horas más tarde, que el hombre estuviera armado.

A través de su cuenta de Twitter, la aerolínea confirmó la naturaleza del suceso: «El piloto, Omar el Gamal, ha sido informado de que uno de los pasajeros ha advertido de que portaba un cinturón de explosivos y ha obligado al comandante a aterrizar en Larnaca», ciudad portuaria situada al sur de Chipre. En un primer momento, el secuestrador habría solicitado virar el rumbo hacia Turquía, pero el piloto lo disuadió, apelando a la falta de combustible para completar el trayecto. La tesis de que el atacante pudiese estar adscrito a un grupo terrorista comenzó a desvanecerse con el avión ya en tierra. El todavía sospechoso fue identificado como Seif el Din Mustafa, un ciudadano egipcio cuyo objetivo no se había esclarecido horas después de su detención tras seis horas de secuestro, aunque se especuló con una motivación política, relacionada con la liberación de mujeres presas en Egipto. «En cierto momento solicitó reunirse con un representante de la Unión Europea. Luego exigió dirigirse a otro aeropuerto, pero no hay nada seguro» declaró Sherif Ismail, primer ministro del país árabe. El suceso tomó un cariz cercano al esperpento cuando la televisión estatal chipriota reveló que el solitario raptor habría lanzado por una de las ventanillas del Airbus una carta cuya destinataria sería su ex mujer. Con el secuestro en curso, el presidente de Chipre, Nicos Anastasiades, fue preguntado sobre ese extremo por un periodista, a lo que el mandatario respondió, sin sonrojarse: «Siempre hay una mujer involucrada».

Un gabinete de crisis formado por el Ejecutivo de Anastasiades, en coordinación con la Policía, se hizo cargo de las negociaciones con Ismail, quien pronto accedió a liberar a la mayor parte de los 55 viajeros que se hallaban a bordo, junto con siete miembros de la tripulación y un responsable de seguridad. Entre los pasajeros se contaba más de una veintena de extranjeros, informó el Ministerio de Aviación Civil de Egipto en un comunicado, incluidos nacionales de Estados Unidos, Holanda, Grecia y Reino Unido. En la recta final de la toma de rehenes quedaban en el interior del aparato tres extranjeros y cuatro trabajadores de la aerolínea, que se libraron de su captor cuando éste salió con los brazos en alto sin resistirse a ser detenido.

Recientemente estrenado en su cargo, el titular de Aviación Civil de Egipto, Sherif Fathi, rehusó a ofrecer datos hasta que no estuviesen completamente confirmados, aunque después precisó a la televisión estatal que las técnicas «poco profesionales» del asaltante y las llamadas telefónicas que realizó antes de emprender su acción apuntaban a un hombre mentalmente desequilibrado. «No obstante, hemos lidiado con la situación como si se tratara de una amenaza a nuestra seguridad, operando como si se tratara de una bomba real con el objetivo de salvaguardar la integridad física de todos los tripulantes», manifestó el ministro. Fathi recibió a los viajeros en el aeropuerto de El Cairo, donde les esperaba «un equipo de psicólogos» para atenderlos del trance sufrido.

El desenlace pacífico del secuestro provocó alivo en el Ejecutivo de Abdel Fatah el Sisi, quien volvió ayer a estar en la diana por el rapto aéreo, incluso si el móvil carece de vinculación con el terrorismo. No hace mucho que el mandatario admitió que fue la rama local del autodenominado Estado Islámico (EI) la responsable del atentado que acabó con la vida de los 224 pasajeros que se estrellaron el pasado 31 de octubre en la península del Sianí. Desde entonces su Gobierno se ha esmerado en dibujar una imagen segura de los aeropuertos del país, para convencer a los turistas de que no volverán a producirse sucesos como el de Sharm el Sheij, la localidad de la que partió el Aribus de la compañía rusa Metrojet con un explosivo en su interior.

Para vencer el escepticismo de los potenciales visitantes, las autoridades encomendaron a la consultora internacional Control Risks la revisión de los mecanismos de control en aeropuertos, aunque llevará tiempo reavivar el maltrecho sector turístico de un país cuyas maravillas arqueológicas atrajeron a 14,7 millones de extranjeros en 2010.