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Segunda oportunidad para Bachelet

La candidata presidencial de la Alianza por Chile, Evelyn Matthei , emite su voto en la comuna de Santiago, en Santiago de Chile.
La candidata presidencial de la Alianza por Chile, Evelyn Matthei , emite su voto en la comuna de Santiago, en Santiago de Chile.larazon

La expresidenta y candidata opositora de centroizquierda, Michelle Bachelet, con un 46,69 % de los votos, y la representante de la derecha oficialista Evelyn Matthei, con un 25,01 %, dirimirán la presidencia de Chile en una segunda vuelta electoral el próximo 15 de diciembre.

Los chilenos votaron por el cambio, dando una segunda oportunidad a una mujer que ya estuvo en el poder, pero que ahora promete una reforma profunda del sistema. Michelle Bachelet se impuso ayer en las presidenciales con el objetivo de mantener el desarrollo económico de Chile y, al mismo tiempo, mejorar el bienestar social. Sin embargo, la candidata socialista tendrá que ir a una segunda vuelta el 15 de diciembre frente a la oficialista Evelyn Matthei. La derecha aún tiene esperanzas.

La expresidenta y candidata opositora de centroizquierda, Michelle Bachelet, con un 46,69 % de los votos, y la representante de la derecha oficialista Evelyn Matthei, con un 25,01 %, dirimirán la presidencia de Chile en una segunda vuelta electoral el próximo 15 de diciembre.

Más de la mitad de los 13.573.134 chilenos que figuran en el padrón electoral prefirieron quedarse este domingo en casa y no acudieron a las urnas, en las primeras elecciones presidenciales y parlamentarias con inscripción automática y voto voluntario.

Contabilizado el 98,66 % de las mesas receptoras de sufragios, según los datos del Servicio Electoral (Servel), el total de votos emitidos alcanzaba sólo a 6.599.973, equivalentes a un 48,8 % del padrón.

Matthei sacó casi diez puntos más que lo pronosticado durante la campaña. Por su parte, el candidato Marco Enríquez-Ominami sacó el 10,76%, y Franco Parisi, el 10,21%

Sin voto obligatorio

Desde el fin de la dictadura de Pinochet en 1990, es ésta la primera vez que el voto fue voluntario para los comicios presidenciales. Según los sondeos se esperaba una alta abstención del 40%.

La candidata de centro izquierda aseguró que el país se enfrenta a «una nueva etapa». Sus planes para que Chile cuente con una educación pública de calidad y gratuita y una reforma fiscal que grave más a las grandes empresas y reduzca los impuestos personales parecen contar con el beneplácito de las clases populares y medias. Además, promete enviar al Congreso dos proyectos de ley para regular el aborto terapéutico y el matrimonio igualitario.

Mientras, Matthei, que llegó tarde a la campaña electoral y casi por sorpresa, después de que los dos candidatos de la derecha renunciaran a competir, asumió la difícil tarea de encabezar la Alianza. Esto le valió el elogio de muchos miembros del actual Gobierno que ayer la acompañaron en el Hotel Intercontinental, el búnker de campaña donde esperaron los resultados oficiales. Uno de los argumentos que se repitieron en el lugar apunta a que la candidatura de Bachelet no ofrece nada nuevo a los chilenos. «La elección se concentra en dos grandes propuestas de país que se enfrentan frontalmente. Siempre dijimos que era la misma Michelle Bachelet de la elección pasada, sus votos son los mismos del 2005. Es cosa de mirar las caras en el comando [de Bachelet], dijo el diputado de la Unión Demócrata Independeinte (UDI) Ernesto Silva.

Según Matthei, los planes de su rival acabarían con años de estabilidad económica y dejarían un gigante hoyo en el presupuesto nacional. A cambio, la ex ministra de Trabajo propone un sistema educativo basado en la competencia, donde los profesores con mejores resultados puedan recibir subvenciones y donde las familias más necesitadas puedan tener ayudas para mandar a sus hijos a la escuela. «Hemos hecho un trabajo que ha sido realmente contra el tiempo, muy corto y, además, la sobreviví. Fue muy duro, pero muy grato», afirmó Matthei, tras votar muy temprano en el colegio Salvador Sanfuente en el centro de Santiago.

Cualquier asunto que se quiera abordar en Chile desde el punto de vista político o social está marcado por un tema clave: la Constitución aprobada en 1980 por la dictadura, que ha sido reformada en varias ocasiones en los últimos 20 años, pero que aún no ha sido modificada en lo más profundo y mantiene todos los pilares del pinochetismo. Bachelet ha hablado de una nueva Constitución, aunque no define su alcance ni su forma, lo cual dependerá, en buena medida, de cómo quede conformado el Congreso, que también se elegía ayer en las urnas.

Sin embargo, uno de los mayores reclamos de la sociedad chilena es la democratización de la educación: que sea verdaderamente un derecho para todos, gratuita, universal, de calidad. Cuando Augusto Pinochet introdujo el libre mercado, privatizó y descentralizó servicios esenciales que proveía el Estado en forma gratuita, como la salud y la educación, y hasta entregó el régimen de pensiones y jubilaciones a las empresas privadas. Todo ello provoca que hoy la educación en Chile, sobre todo en el nivel superior, sea una de las más caras del mundo.

En los diferentes patios del Estadio Nacional de Santiago la gente se agolpó en largas filas. Gilber Frei, miembro de la Federación de Estudiantes, aguarda la fila pacientemente para ejercer su derecho a voto, mientras nos comenta: «No se ven muchos jóvenes en los colegios. La gente esta desencantada, pero nosotros estaremos alerta. Si Bachelet no cumple pronto con sus promesas de cambio, las protestas volverán a las calles».