Diálogo en Colombia

Sergio Díaz-Granados: «El proceso de paz con las FARC está comenzando a cristalizar»

Entrevista al presidente del partido de La U

Sergio Díaz-Granados, presidente del Partido de La U
Sergio Díaz-Granados, presidente del Partido de La Ularazon

Sergio Díaz-Granados es el presidente del partido de La U y fue ministro de Comercio, Industria y Turismo durante la primera legislatura de Juan Manuel Santos. Considerado uno de los artífices de la reelección del presidente el pasado mayo, Díaz-Granados asegura en esta entrevista telefónica con LA RAZÓN que episodios como el secuestro del general Alzate minan la confianza de la opinión pública en el proceso de paz, pero confía en que no sea más que "una tormenta pasajera". El ex ministro considera que "el proceso de paz está comenzando a cristalizar"y que "no es un proceso de paz del Gobierno de Santos, sino de toda Colombia".

-¿Considera que se trata de una tormenta pasajera?

-Así lo esperamos quienes estamos del lado de los partidos políticos. Esperamos que sea un impasse y quienes creemos y queremos que Colombia entre en una zona de paz definitiva. El proceso está en un momento crítico, y si no hay una solución rápida para poner a salvo a los secuestrados, el proceso entraría en una zona muy delicada.

-¿Este secuestro favorece las posiciones del uribismo, contrarias al proceso de paz con las FARC?

-Creemos que este secuestro no es una buena noticia y nadie se puede alegrar de ello, ni siquiera aquellos que se oponen al proceso de paz. Hay una coincidencia de todos los partidos políticos en este punto. A quien va a beneficiar el proceso de paz es a los colombianos, pero sobre todo a las víctimas del conflicto porque van a vivir el fin del conflicto, y la reparación y la verdad.

-¿La confianza de los colombianos baja con sucesos como el del secuestro?

-Este proceso de paz está sometido siempre al estrés de las circunstancias y la opinión pública se va formando a la luz del conocimiento de los hechos. Siempre ha habido un respaldo mayoritario al proceso de paz. Siempre lo ha respaldado entre el 60% y el 70% de la opinión pública colombiana. Estos acontecimientos dificultan el trabajo de los negociadores y del Gobierno porque minan la confianza de la sociedad civil en el proceso y en la idea de que se pueda llegar al fin del conflicto.

-¿Es este secuestro una provocación?

-Las FARC se habían comprometido dentro del proceso de paz a no secuestrar más. Hay que recordar que el proceso de paz tiene tres fases. La fase inicial fue la construcción de la metodología del acuerdo. La fase dos es la negociación y la fase tres es el fin del conflicto. Ahora estamos un poquito más avanzados de la fase dos. Y para el inicio de la fase dos se había acordado que no se hicieran secuestros. Lo que ha pasado es una violación de ese compromiso. Más que un fortalecimiento militar de las FARC, lo que hubo fue una situación muy especial que algunos han calificado de imprudencia en el procedimiento militar. Es la primera vez que las FARC secuestran a un general y en circunstancias singulares: se metió solo hasta la boca del lobo, sin escoltas, vestido de civil y ahí se produjo el secuestro.

-¿Por qué hizo eso el general?

-Pudo haber sido un exceso de confianza del general. Ellos estaban trabajando en una agenda estratégica desde hacía más de tres meses en El Chocó. El Chocó es una zona particularmente pobre de Colombia, marginal, donde los factores de violencia han sido muy fuertes. Es una zona geográficamente singular, una de las partes donde más llueve en el planeta, con una de las concentraciones de población afrocolombiana más altas del país y de más difícil acceso. Por eso, durante muchas décadas se han asentado ahí el narcotráfico, las guerrillas y los paramilitares. Es una zona rica en pesca, minería y en recursos forestales, y eso ha favorecido la presencia de grupos al margen de la ley. Desde hace más de dos meses, el Ejército colombiano tenía una estrategia para consolidar el desarrollo social y económico de la región con una mayor presencia del Estado. Quizá para no irritar con mucha presencia militar, el general quiso, vestido de civil y solo, ir allí para encontrarse con las comunidades. Y parece que ahí está el origen que desencadena el error y que termina propiciando el secuestro. Lo que hay que hacer es solucionar este impasse para que el proceso de paz pueda continuar. Hay voluntad de paz, al menos así lo han expresado los delegados en las negociaciones.

-¿Demuestra este secuestro que las FARC están muy divididas?

-Hay que recordar que las FARC son un ejército irregular, descoordinado, dogmático en su ideología, pero desde el punto de vista militar desarticulado y con dificultades entre las comunicaciones entre ellos.

-¿Ha sido un error negociar con las FARC sin declarar previamente una tregua?

-Yo creo que no. El país no podía poner semejante condición de entrada. Una de las lecciones aprendidas en otros procesos de paz en el mundo es que se puede negociar durante el conflicto. Hay una frase acuñada por el presidente Santos durante la negociación que dice que cuando se negocia con los terroristas de manera consistente no hay que bajar la guardia ni la seguridad en el frente. Dentro del país actuamos como si no hubiera proceso de paz y durante el proceso de paz en La Habana actuamos como si no hubiera conflicto. Eso es lo que ha permitido por primera vez en 50 años que tengamos avances importantes en la fase dos.

-¿Habrá un acuerdo definitivo en 2015, como ha anunciado el presidente Santos?

-El proceso de paz está comenzando a cristalizar. El presidente ha dicho que una negociación que dura mucho tiempo va debilitando a la base de la opinión pública, no sólo porque los gobiernos tienen una fecha de vencimiento sino porque la sociedad tiene un límite de resistencia. No podemos garantizar un proceso de paz ad infinitum. Además, nuestra intención es refrendar en la opinión pública todos los acuerdos. No es un proceso de paz del Gobierno de Santos, sino de toda Colombia, y para que eso suceda tiene que ser refrendada por el país.