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Análisis

Siria: un castillo de naipes en llamas

Los recientes enfrentamientos surgidos entre tribus beduinas sunníes y la comunidad drusa en el sur de Siria son una peligrosa bomba de relojería regional

Siria.- Más de un millar de muertos tras una semana de combates sectarios en Sueida (Siria) EUROPAPRESS

Los enfrentamientos en el sur de Siria entre tribus beduinas sunníes –muchas infiltradas por yihadistas conectados con o inspirados por Daesh (ISIS) o Jabhat al-Nusra, la marca siria de Al-Qaeda– y la comunidad drusa no son sólo reflejo de la sed de revancha de una mayoría sunní oprimida durante 54 años, sino síntomas reveladores de la fragilidad estructural del nuevo orden sirio tras la caída de Bashar al-Assad en diciembre de 2024. La victoria de la coalición de milicias islamistas y yihadistas que derrotaron al régimen caído no les ha permitido hacerse con el control total de todo el territorio.

El terrorismo sigue muy presente en el país, desde Daesh y Al-Nusra, que ha masacrado inocentes en Raqqa y Mosul, hasta la presencia de proxies iraníes como Hizbollah libanés y Hizbollah sirio, o las milicias chiís iraquíes que participaron en la guerra civil en apoyo de Bashar, formando parte esencial del aparato de terror de los Al-Assad. El siniestro Eje de Resistencia está esperando su oportunidad para asestar sangrientos golpes a las comunidades sunníes y al nuevo régimen de Ahmed Shaara para tratar de devolverle el control de Siria a sus amos iraníes.

1. Contexto de los Enfrentamientos

Los choques estallaron el 13 de julio de 2025 en la provincia de Sweida, bastión histórico de los drusos en el sur de Siria, cerca de las fronteras con Jordania e Israel. Según Reuters (19 de julio de 2025), tribus beduinas sunníes, movidas por disputas territoriales exacerbadas por la inestabilidad post-Assad, lanzaron ataques contra posiciones drusas, con armas pesadas y artillería. Se calcula que el número de víctimas conocidas hasta ahora (sin duda son muchos más) supera los1.300 muertos –estimaciones de la BBC (20 de julio de 2025)– y miles de desplazados. Estos combatientes beduinos no son simples nómadas; muchos son elementos radicales, ex terroristas de Daesh o Al-Nusra, reconvertidos en milicias locales pero aferrados a su ideología sanguinaria, que consideran a chiíes y drusos unos herejes que deben ser eliminados y a los cristianos unos infieles que solo merecen la muerte.

La situación es extremadamente inestable. Tras la caída de Assad, el vacío de poder ha resucitado rencillas étnicas y sectarias. Sweida, con su población drusa recelosa del nuevo régimen de Ahmed al-Sharaa (líder de Hayat Tahrir al-Sham, HTS), se ha convertido en un pequeño pero pavoroso infierno en la tierra. Un ejemplo son los asesinatos masivos por decapitación de mujeres y niños, degollamientos, lanzando hombres al vacío desde sus terrazas rematándolos después, arrancando bebés del vientre de sus madres. En fin, el catálogo de atrocidades haría palidecer las razias de Atila.

Los beduinos, marginados económicamente, ven en estos choques una oportunidad para arrebatar tierras y recursos, mientras los drusos, con su tradición guerrera y cohesión comunitaria, responden con milicias locales para defender su autonomía. Pese a un alto al fuego anunciado por el gobierno sirio el 19 de julio, los combates no cesaron. Cuando los beduinos se retiraron, sin embargo, los elementos terroristas que se unieron a los beduinos continuaron sus ofensivas. Esta violencia forma parte de un patrón más amplio: en un Siria fragmentada, el yihadismo sunní explota el desorden para reafirmarse, recordándonos los horrores de la década pasada. Los secuestros mutuos desencadenaron una nueva escalada.

El gobierno sirio desplegó tropas supuestamente para restaurar el orden, pero en no pocos casos algunas unidades participaron activamente de la carnicería contra los drusos. Este escenario subraya la volatilidad siria, donde el gobierno es incapaz de controlar a los elementos más violentos y radicales de entre sus filas. El terrorismo lejos de estar controlado sigue siendo una grave amenaza para las minorías, y la letal combinación entre violencia sectaria y terror impide cualquier reconstrucción nacional sostenible.

2. El apoyo militar de Israel

Israel ha intervenido de manera directa para proteger a los drusos sirios, «combinando solidaridad étnica con imperativos de seguridad» como declararon fuentes del gobierno israelí al periódico The Times of Israel (21 de julio de 2025). Israel envió ayuda humanitaria y equipo médico a Sweida durante la noche del 20-21 de julio, en coordinación con Estados Unidos, mientras permitía un acceso limitado de tropas sirias a la zona por 48 horas para imponer el cese al fuego. Reuters detalla que Israel realizó bombardeos aéreos desde el 15 de julio contra posiciones beduinas y gubernamentales sirias, alcanzando carros de combate y artillería en Damasco y Sweida. El primer ministro Benjamin Netanyahu declaró: «Israel no permitirá que los drusos sean masacrados» (CNN, 15 de julio de 2025).

Este apoyo no es inédito; Israel mantiene lazos históricos con los drusos, muchos de los cuales sirven en sus fuerzas armadas y de seguridad. Fuentes israelíes han declarado reiteradas veces que la intervención responde al temor de que yihadistas infiltrados en las tribus beduinas avancen hacia el Golán ocupado, para cometer atentados allí. A pesar de la que pareció ser una exitosa mediación entre Al-Shaara e Israel por parte de los Emiratos Árabes Unidos, algunos analistas consideran que el fin último de la intervención es debilitar al régimen de al-Sharaa. Sin embargo la debilidad del nuevo régimen de Damasco sólo beneficia al régimen de los ayatolás que están esperando su oportunidad para reestablecer su dominio sobre Siria.

3. Distribución demográfica drusa

La comunidad drusa, una minoría étnico-religiosa esotérica derivada del islam chií, se distribuye estratégicamente en Oriente Medio, donde su lealtad comunitaria la hace muchas veces determinante en los conflictos de la zona. Estimaciones actualizadas al 2025, Al-Monitor (15 de julio de 2025) y DW (17 de julio de 2025), dan las siguientes cifras de las comunidades drusas:

Israel: aproximadamente 152.000 drusos (1,6% de la población), incluyendo el Golán, integrados y leales al Estado.

Líbano: unos 256.000 (5,5%), concentrados en el Monte Líbano, influyentes en política con líderes como Walid Jumblatt.

Siria: alrededor de 700.000 a 1 millón (3%), mayoritariamente en Sweida, neutrales en la guerra civil pero ahora vulnerables.

Jordania: 15.000-20.000, una minoría muy influyente. Mi viejo y buen amigo el ministro de Asuntos Exteriores y viceprimer ministro Ayman Safadi es un druso. La mayoría está integrada en el norte del Reino.

Irak: Menos de 5.000, dispersos y marginales.

Turquía: 20.000-30.000, en el sureste, a menudo asimilados.

Estos números resaltan la transfronteriza vulnerabilidad drusa, expuesta a la violencia sectaria especialmente por parte del terrorismo yihadista que los considera unos herejes peligrosos.

4. La Influencia de Irán en el conflicto

Irán, golpeado por la caída de Assad –su pilar esencial en el siniestro «Eje de Resistencia»–, busca recuperar influencia explotando la debilidad de al-Sharaa. El Stimson Center (29 de enero de 2025) indica que Teherán ha perdido su corredor logístico para armar y financiar a Hezbollah, pero persiste en su empeño de rearmar milicias chiíes en Deir ez-Zor y Alepo. Responsible Statecraft (2025) reporta envíos de armas interceptados, destinados a proxies como el Hezbollah sirio, responsable de atrocidades contra comunidades sunníes.

En Sweida y este renovado incendio, Irán ve una brecha para debilitar a al-Sharaa, a quien considera hoy uno de sus peores enemigos. El Carnegie Endowment (31 de enero de 2025) detalla la «compra» iraní de lealtades locales (la corrupción es una de las especialidades del execrable régimen iraní, la han practicado con mucho éxito en Europa también) y financia milicias chiíes para contrarrestar la influencia turca y de la mayoría suní.

5. Debilidad del nuevo gobierno sirio

El gobierno de al-Sharaa carece de control territorial efectivo, y su incapacidad para controlar a sus huestes más extremistas y mantener a raya al terrorismo yihadista sunní y el apadrinado y fomentado por Irán, es la causa central de episodios como el de Sweida. Al-Monitor (18 de julio de 2025) analiza su «retirada» de la zona, exponiendo una autoridad frágil: solo domina realmente el 60% del país, con el noreste kurdo e Idlib aún autónomos (ICG, 28 de marzo de 2025). La debilidad del régimen se agrava por el ejército nacional fragmentado y una economía completamente en ruinas a pesar de las ayudas cuantiosas y generosas de los estados del Golfo (SWP Berlín, 18 de marzo de 2025).

6. El peso de los radicales yihadistas

Internamente, radicales de HTS dominan, con elementos muy radicales de exmilitantes Al-Nusra (como el propio Shaara) en puestos clave, dando prioridad a la ideología sobre la competencia (Atlantic Council, 2 de julio de 2025).

7. La incapacidad de Ahmed al-Sharaa

Al-Sharaa no controla su gobierno ni milicias aliadas. El Middle East Forum (17 de julio de 2025) cita masacres de alauíes (marzo 2025), ataques a cristianos en Alepo y ahora contra drusos, violando solemnes compromisos adquiridos con la ONU de respeto escrupulosos a minorías (enero 2025). Haaretz (9 de marzo de 2025) describe coaliciones yihadistas actuando independientemente, subrayando la impotencia del nuevo régimen indisociable de su pasado extremista (New York Times, 25 de febrero de 2025).

Conclusión

Estos enfrentamientos revelan la precariedad siria: un régimen débil, influencia iraní persistente y acechante, así como el sanguinario y resiliente terrorismo yihadista que está muy lejos de ser un terrorífico fantasma del pasado. El frágil castillo de naipes sirio está, además, amenazado por un incendio interno y regional que no tiene los medios de controlar. Israel, Turquía y las demás potencias regionales harían muy bien tratando de apagar el incendio y no echar más leña al fuego.