Alemania

Stefan Jagsch, el alcalde neonazi que incomoda a los alemanes

Miembro del partido nacionalsocialista NPD, Jagsch gobernará un pueblo de 2.500 habitantes cerca de Fráncfort.

El neonazi Stefan Jagsch es el nuevo alcalde de la localidad alemana de Waldsiedlung
El neonazi Stefan Jagsch es el nuevo alcalde de la localidad alemana de Waldsiedlunglarazon

Miembro del partido nacionalsocialista NPD, Jagsch gobernará un pueblo de 2.500 habitantes cerca de Fráncfort.

Recluido bajo la sombra de Alternativa para Alemania (AfD), el Partido Nacionalsocialista de Alemania (NPD) quedó menospreciado a un latente olvido donde sus consignas e insignias de clara inspiración nacionalsocialista fueron desdeñadas. Hasta ahora. Stefan Jagsch, candidato de esta formación de clara tendencia neonazi, fue elegido alcalde de Waldsiedlung, un pequeño pueblo a las afueras de Fráncfort, donde fue el único candidato que se presentó para el cargo. Un nombramiento que ha vuelto a posar la sombra del neonazismo sobre el país germano y a dejar claro que el NPD todavía sigue, y profundamente arraigado, en algunas zonas de Alemania.

Por primera vez en muchos años, el NPD fue noticia por un éxito electoral. Jagsch consiguió el respaldo unánime de los siete miembros del Consejo Local de Waldsiedlung presentes, incluidos los militantes del SPD, la Unión Cristianodemócrata (CDU) y el Partido Liberal, mientras que un conservador y un socialdemócrata del consejo no asistieron a la votación. El extremista representará a partir de ahora los intereses de un municipio que comprende varias aldeas y que aglutina apenas a 2.500 habitantes. Sin embargo, su llegada ha hecho tambalear el sentir de todo un país.

«Un éxito en política local bien merece la pena», escribió poco después la formación neonazi desde su cuenta de Facebook ante la sorpresa atónita de una gran parte de la esfera política que respondió indignada, especialmente entre los que descubrieron que afiliados suyos respaldaron al neonazi, un conocido de los servicios secretos. Los responsables locales de la CDU, el partido de Angela Merkel, en Wetterau y Altenstadt, las sedes más cercanas, se distanciaron a través de un comunicado conjunto de la actuación de sus afiliados y subrayaron que consideran la elección de Jagsch «incomprensible e inasumible» y agregaron que no aceptarán un Consejo Local liderado por un miembro del NPD. No fueron los únicos. Lars Klingbeil, secretario general del Partido Socialdemócrata, publicó en Twitter un mensaje en el que asegura que su partido «¡no coopera con nazis! ¡Jamás!» y que eso se «aplica a Gobiernos federales, estados y municipios». Jagsch, por su parte, prometió «trabajar para el interés del pueblo y continuar colaborando de forma constructiva con otros partidos».

Controversias aparte, el caso ha llegado para recordar que el NPD sigue ahí. Aunque no está representado en ningún Parlamento regional, ahora pueden decir que tienen presencia a nivel local. No obstante, y según datos publicados por la revista «Der Spiegel», en el gran escenario su importancia sigue luchando contra una creciente insignificancia. Una realidad que se refleja en los datos. En los últimos diez años, el número de afiliados ha pasado de los 7.000 a los 4.000. No obstante, la Prensa aprovechó esta elección para recordar que el Tribunal Constitucional alemán rechazó en 2017 su ilegalización porque, a su parecer, carece de la fuerza necesaria para poner en peligro el Estado de Derecho. Aquel año, en las elecciones federales, no llegó siquiera al 4% necesario para acceder al Bundestag y en las europeas se alzó con un irrisorio 0,3% de los votos.

Después de cinco años, el ex líder del NPD Udo Voigt tuvo que abandonar su escaño en el Parlamento Europeo.

A los problemas electorales hay que sumar unas dificultades financieras de carácter crónico. Con la disminución de los sufragios, sus ingresos también cayeron bruscamente. Según la administración del Bundestag, el partido de extrema derecha recibió alrededor de 878.000 euros en 2018, cuando diez años antes era de casi 1,5 millones. Con todo, su esencia no se ha marchitado y, para algunos, sigue siendo una semilla de la que podrían germinar brotes. Muchos miran ahora a Waldsiedlung y a la figura de Stefan Jagsch. Un caso que demuestra que los Parlamentos locales son a menudos una especie de biotopo político que podría beneficiar a este tipo de formaciones. El mismo Jagsch, de 33 años, es un viejo conocido en su comunidad y, con su elección, ha trascendido en los medios que se trata de un «tipo tranquilo» aunque saltó a la fama hace tres años, cuando dos refugiados sirios le asistieron tras sufrir un accidente en el que resultó herido. Él se resistió a agradecérselo. Con todo, nunca expresó ningún tipo de manifestación racista a pesar de que uno de sus lemas de campaña clamaba «Alemania para los alemanes».

El NPD tratará de mantener ahora uno de sus últimos bastiones. En Mecklemburgo-Pomerania Occidental, el NPD sigue representado en cinco de los ocho Parlamentos de distrito, y en Eisenach (Turingia) ganó un mandato y consiguió sentar a cuatro de sus diputados en el Consejo de la ciudad. La presencia de la extrema derecha ha tomado más fuerza en Alemania desde que el pasado 2 de septiembre la AfD, el partido más importante de esa corriente política, cosechara buenos resultados en las elecciones de los estados de Sajonia y Brandeburgo, al este del país. Sin embargo, no fueron suficientes como para derrocar a las coaliciones que gobiernan esos territorios. El NPD es más pequeño y, por ahora, solo ha logrado escaños en asambleas regionales. A pesar de compartir espectro ideológico, la competencia entre ambas formaciones es feroz. «El neonazi más extremo se decanta ahora por otros partidos más pequeños como La Derecha o La Tercera Vía, y el populista de derechas elige a la AfD», escribe «Der Spiegel», que recoge una opinión de la Fundación Amadeu Antonio. «Al NPD no le queda mucho», sentencia el semanario alemán. No obstante, su esencia no acaba de marchitarse.