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Delirio talibán

Los talibanes promueven la quema de instrumentos musicales para combatir la «corrupción moral»

Un vídeo grabado en la provincia de Herat capta a un grupo de fundamentalistas prendiendo fuego a todos los instrumentos incautados en una boda

Taliban officials enforce music ban, Burning instruments as sinful acts Ministry for the Propagation ofEFE

Una hoguera con varios instrumentos musicales provocó una pequeña columna de humo en mitad de la provincia de Herat. Los talibanes estaban prendiendo miles de euros en materiales en el marco de su cruzada contra la música, según las imágenes difundidas en redes sociales. Tocar en público es una de las restricciones impuestas por el grupo fundamentalista desde que recuperara el poder en Afganistán en agosto de 2021 a fin de combatir la «corrupción moral».

Para el fundador del Instituto Nacional de Música afgano, Ahmad Sarmast, así como para cientos de miles de personas en el país, se trata de un «genocidio cultural y vandalismo musical».

«Al pueblo de Afganistán se le ha negado la libertad artística», denunció Sarmast, exiliado en Portugal, a los micrófonos de la BBC. «La quema de instrumentos musicales en Herat es solo un pequeño ejemplo del genocidio cultural que está teniendo lugar en Afganistán bajo el liderazgo de los talibanes».

Un funcionario del Ministerio de Vicios y Virtudes talibán llegó a decir que tocar música «descarriaría a los jóvenes». No es una anomalía, sino la tónica general en el seno del movimiento integrista islámico.

Una guitarra, un acordeón y una especie de tambor, además de altavoces y baquetas, incautados al parecer en una boda, acabaron siendo pasto de las llamas a los ojos de los talibanes que presenciaban las escena.

Las promesas de moderación formuladas a la comunidad internacional por parte de los fundamentalistas pronto se descubrieron falsas. De la misma forma que hicieron durante su primera etapa en el poder desde mediados de los años 90 hasta 2001, los talibanes prohibieron todas las formas de música en las reuniones sociales, la televisión y la radio.

En las dos décadas siguientes floreció una escena musical, pero su regreso propició la salida del país de cientos de músicos. Los que optaron por quedarse han sido objeto de discriminación, persecución y torturas.

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