Robótica militar
Los tanques de la era soviética ahora tienen una nueva misión: convertirse en robot de guerra para Rusia
Rusia desvela el "Shturm", una ambiciosa plataforma robótica militar que promete cambiar las reglas de juego en combate urbano, reduciendo los riesgos para sus tropas.
Rusia ha dado un paso importante en el desarrollo de sistemas de combate terrestres autónomos. Recientemente, se ha hecho público el concepto de asalto robótico “Shturm” durante pruebas de campo. Este avance supone una apuesta estratégica por la tecnología no tripulada que se suma por tierra a los drones que ya emplea para valerse del espacio aéreo en sus ofensivas.
El sistema, desarrollado por Uralvagonzavod, el mayor fabricante mundial de carros de combate que durante algunos momentos de la guerra en Ucrania ha visto superada su capacidad productiva, mostró su configuración completa en acción a través de imágenes difundidas por el analista Andrei_bt. Se observaron vehículos de combate y una unidad de mando sobre chasis modificados de T-72 o T-90.
La plataforma "Shturm" ha sido diseñada específicamente para operaciones remotas en zonas de alto riesgo, como entornos urbanos densamente poblados. Su propósito es la brecha en posiciones fortificadas y la ejecución de operaciones peligrosas sin exponer al personal.
Innovación y control en el campo de batalla
El vehículo de asalto principal del "Shturm", según informan desde Interesting Engineering, incorpora un cañón D-414 de 125 milímetros, con su cañón acortado para facilitar su maniobrabilidad en espacios reducidos. También incluye una pala de bulldozer para la eliminación de obstáculos y diversos sistemas defensivos. El uso de cascos de T-72A más antiguos sugiere una eficiencia de costes considerable. Aunque su operación está concebida como remota, se observó al menos un vehículo con tripulación durante las pruebas, lo que indica que las capacidades autónomas aún se perfeccionan.
Un componente destacado de este concepto es el vehículo móvil de mando y control, también construido sobre un chasis de carro de combate. Está diseñado para resistir amenazas anticarro y puede dirigir entre veinte y cincuenta carros de combate robóticos en un radio de hasta tres kilómetros, lo que le otorga una capacidad de control notable sobre la unidad de asalto.
Múltiples configuraciones y resistencia mejorada
Se han probado diversas configuraciones del "Shturm" para adaptarse a variados escenarios. Una de las variantes corresponde a un carro de asalto de cincuenta toneladas con un cañón principal de 125 milímetros, con la opción de integrar uno de 152 milímetros. Otras configuraciones incluyen lanzacohetes termobáricos RPO-2 “Shmel” para asalto urbano cercano, o bien dos cañones automáticos 2A42 de 30 milímetros con ametralladora PKTM y cohetes RPO-2. Una plataforma más armada cuenta con dieciséis cohetes termobáricos no guiados de 220 milímetros, pensados para devastación de gran alcance. Todas incluyen blindaje reforzado, pala de bulldozer y un cañón acortado para permitir la rotación de 360 grados en calles estrechas.
La aparición conjunta de los vehículos de combate y de mando en recientes pruebas sugiere que el sistema "Shturm" ha avanzado a una fase de desarrollo más considerable. A diferencia de sistemas robóticos previos, como el Uran-9, que experimentó problemas operativos notables en su despliegue en Siria y Ucrania, el "Shturm" incorpora mejoras tácticas para aumentar su resistencia y flexibilidad en el campo de batalla.
Paralelamente, la Academia de Ingeniería Militar Karbyshev de Rusia ha patentado una pantalla antizánganos plegable para carros de combate, inspirada en el sistema ucraniano. Esta versión rusa se promociona como 1,5 veces más eficaz, si bien no existen pruebas independientes que corroboren tal afirmación. Estos desarrollos reflejan el creciente interés ruso en los vehículos terrestres no tripulados y la tecnología antidrones en el contexto del conflicto ucraniano.