
Casa Blanca
Trump confía en que «Putin cumpla su palabra» para alcanzar la paz en Ucrania
Keir Starmer, el «premier» británico, recuerda a su anfitrión estadounidense que un acuerdo de paz «no puede premiar al agresor»
El primer ministro británico, el laborista Keir Starmer, fue el segundo mandatario europeo que visita a Donald Trump en la Casa Blanca para discutir sobre el futuro de Ucrania durante esta semana. Pero fiel a su estilo de «negociador duro», el presidente de Estados Unidos mantuvo el mismo tono que junto a su homólogo francés, Emmanuel Macron, a quien también recibió por estos días.
«Has sido estupendo en nuestras conversaciones. Sin embargo, eres un negociador muy duro. No estoy seguro de que eso me guste, pero está bien», dijo Trump durante una conferencia de prensa conjunta con Starmer, señalando también que «EE UU y Reino Unido tienen una relación especial, muy especial, realmente como ninguna otra, transmitida a lo largo de los siglos. Y vamos a mantenerla así. Vamos a mantenerla muy fuerte, tal como está».
Cuando se le preguntó a Trump si EE UU ayudaría a las tropas británicas en caso de ser atacadas en Ucrania por Rusia como parte de una fuerza de mantenimiento de la paz, el mandatario dijo: «Siempre he pensado que los británicos no necesitan mucha ayuda». «Pero si necesitan ayuda, siempre estaré con los británicos», remató frente a los periodistas.
Y es que desde la llegada de Trump a la Casa Blanca hace cinco semanas, la brecha entre Estados Unidos y sus aliados europeos se ha ensanchado considerablemente. Las tensiones han aumentado debido a la postura del presidente estadounidense en temas clave como Ucrania, Rusia, Gaza y el comercio internacional.
EE UU, principal socio comercial de la UE, impuso este mes aranceles del 25% sobre el acero y el aluminio provenientes de Europa y otras regiones. Trump amenaza con más restricciones, argumentando que la UE ha sido «muy injusta» con su país. Starmer pidió una exención británica de esas tarifas porque la industria siderúrgica británica considera que representan un golpe devastador.
Otro punto de fricción abordado fue el acercamiento de la Administración Trump a Rusia. La reciente reunión entre funcionarios estadounidenses y rusos para negociar la paz en Ucrania, sin la participación de Kyiv ni de sus vecinos europeos, ha causado alarma en Europa. Trump busca un acuerdo que involucra la explotación de recursos minerales raros de Ucrania a cambio de ayuda militar ya entregada. Este movimiento ha generado inquietud entre los líderes europeos, quienes temen que Putin se sienta envalentonado para expandir su influencia en la región. «Creo que cumplirá su palabra», dijo Trump sobre Putin. «He hablado con él, lo conozco desde hace mucho tiempo, tuvimos que pasar juntos por el engaño de Rusia».
Trump volvió, además, a defender la idea de que Europa recibe la devolución del dinero dado a Ucrania en ayudas financieras y militares, algo que fue rápidamente corregido por Starmer en un «déjà vu» del momento que el republicano vivió hace unos días con Macron por el mismo tema.
Como muestra de su compromiso, sin embargo, Starmer ha anunciado un aumento en el gasto en defensa británico hasta el 2.5% del PIB para 2027, el mayor incremento desde el fin de la Guerra Fría. Para financiar esta medida, Reino Unido reducirá su presupuesto de ayuda internacional, decisión que fue bien recibida por el secretario de Defensa estadounidense, Pete Hegseth.
El primer ministro británico espera que esta acción sirva para fortalecer los lazos con Trump y presentarse como un líder dispuesto a asumir un rol clave en la seguridad europea. En esa línea, Starmer intentó convencer a Trump de la importancia de establecer términos más justos para Ucrania en las negociaciones de paz. Su estrategia fue enmarcar el conflicto ucraniano no solo como un problema europeo, sino como un riesgo existencial para la seguridad global, incluyendo la de Estados Unidos. «No puede haber una paz que premie al agresor», dejó claro Starmer.
El líder británico también intentó disuadir a Trump de su plan para la Franja de Gaza, que busca transformarla en un destino turístico, mientras reafirma el apoyo británico a una solución de dos Estados que garantice los derechos de los palestinos.
En la antesala de esta reunión, la retórica de su Administración había exacerbado las diferencias, como lo demostró el discurso de su vicepresidente, JD Vance, en la Conferencia de Seguridad de Múnich, donde adoptó un tono desafiante con los aliados europeos y los acusó de censurar las voces de la ultraderecha, lo que generó fuertes críticas.
Incluso en esta reunión en la Casa Blanca, Starmer respondió a Vance su comentario sobre que en Reino Unido hay «vulneraciones a la libertad de expresión que no solo afectan a los británicos, sino también a la tecnología estadounidense y, por extensión, a los ciudadanos estadounidenses». «Hemos tenido libertad de expresión durante mucho tiempo en Reino Unido. Estoy muy orgulloso de eso», aseguró el primer ministro británico.
Pero contrario a estos choques, la afinidad en temas como el Brexit sirvió para encontrar puntos de acuerdo. Aunque la salida de Reino Unido de la Unión Europea ha sido económicamente difícil, muchos analistas esperaban que podría ayudar a Starmer a distanciarse de Europa a los ojos de Trump, quien ha sido un crítico abierto del bloque comunitario.
Uno de los principales activos de Starmer en esta negociación ha sido la estabilidad de su mandato. Con elecciones previstas para 2029, Trump puede que lo vea como un socio confiable a largo plazo en la escena internacional.
Reino Unido también aprovechó la afinidad de Trump con la monarquía británica. Durante su primera Administración, Trump disfrutó de un banquete de Estado con la reina Isabel II y ahora, en esta oportunidad, el rey Carlos III lo ha invitado a una visita similar, además de poder ir a Escocia, donde su familia tiene raíces y donde posee campos de golf.
«Es un gusto ver que Reino Unido tiene un amigo en la Casa
Blanca», aseguró Starmer al agradecer a Trump por aceptar esa invitación.
Sin embargo, más allá de los gestos diplomáticos, la reunión de Starmer con Trump ha representado un momento crucial para las relaciones internacionales, con un presidente estadunidense que ha demostrado una visión transaccional de la política exterior.
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