Cargando...

Guerra comercial

Trump revive el polémico "Brexit" en el Reino Unido

Starmer reaccionó a los aranceles del 10 por ciento con calma y evitando cualquier confrontación con el tradicional aliado.

Starmer no descarta "nada" para responder a Trump mientras vigila los efectos colaterales en Irlanda del Norte EUROPAPRESS

Con calma y evitando cualquier tipo de confrontación. Así reaccionó ayer el premier Keir Starmer ante los aranceles impuestos por Donald Trump a los que, de momento, el Reino Unido no responde con represalias. La máxima cautela del inquilino de Downing Street, la misma que en su día exasperaba incluso a sus propios partidarios, se ha convertido ahora en la mejor arma para lidiar con la imprevisibilidad de un presidente estadounidense decidido a cambiar las reglas del tablero geopolítico.

Los aranceles que Estados Unidos aplicará al Reino Unido serán finalmente del 10% frente al 20 % del bloque comunitario. La diferencia salvará, según fuentes oficiales, miles de trabajo. No obstante, la medida tendrá gran impacto en las exportaciones anuales que Londres manda al otro lado del Atlántico -valoradas en 60.000 millones de libras- y podrían acabar por completo con el crecimiento de la economía británica el próximo año, el gran objetivo que se había marcado el ejecutivo laborista.

Los aliados de Starmer consideran que ha sido su buena labor diplomática la que ha conseguido que el Reino Unido tenga un trato de favor gracias a la histórica “relación especial” entre ambos países. Sin embargo, los euroescépticos -mayoritariamente conservadores- alegan que ha sido el Brexit el que ha permitido a los británicos tener ahora una mayor autonomía estratégica. "El dividendo del Brexit salva al Reino Unido de lo peor de los aranceles de Trump", llegó a titular ayer en portada el diario 'The Telegraph', uno de los más beligerantes partidarios de la salida de la UE.

En cualquier caso, hay otros países a los que se aplicará la tasa más baja del 10%, entre ellos Brasil, donde el año pasado se prohibió brevemente la red X (Twitter) de Elon Musk, y también Afganistán. "Incluso los talibanes consiguieron un mejor trato que Starmer", criticaron ayer desde el partido independentista escocés SNP. Eso sí, en el caso de los automóviles, acero y aluminio no hay excepciones: la cifra será del 25%.

Starmer, quien se reunió ayer con empresarios en la residencia oficial, afirmó que, “al igual que con la defensa y la seguridad”, el mundo estaba entrando “en una nueva era económica y comercial”. Añadió que su gobierno aún esperaba alcanzar un acuerdo con Estados Unidos, pero reiteró que no descarta ninguna opción en cuanto a la respuesta. "Quiero ser clarísimo: estamos preparados. De hecho, una de las grandes fortalezas de esta nación es nuestra capacidad de mantener la calma".

El Reino Unido lleva semanas trabajando en un pacto comercial con Estados Unidos para evitar el impacto total de los aranceles introducidos en países como Canadá y China. Cuando al ministro de Negocios, Jonathan Reynolds, se le preguntó ayer en el programa Today de BBC si era cierto que el Reino Unido había llegado a un acuerdo con un funcionario estadounidense, pero que estaba esperando la aprobación del presidente, respondió: "Esa no es una reflexión inexacta".

Fuentes gubernamentales creen que las conversaciones entre Londres y Washington sobre un acuerdo comercial que podría incluir una reducción de aranceles han avanzado a buen ritmo. El pacto abarcaría más allá de la simple reducción de aranceles, centrándose en la tecnología, pero también elementos del comercio de bienes y servicios, así como la agricultura, un área controvertida en anteriores negociaciones comerciales entre ambos países que, tras ejecutarse el Brexit, no prosperaron.

La ministra del Tesoro, Rachel Reeves, ha sugerido que el Reino Unido podría modificar sus impuestos a las grandes empresas tecnológicas como parte de un acuerdo para anular los aranceles estadounidenses. El impuesto a los servicios digitales, introducido en 2020, impone un gravamen del 2 % a las empresas tecnológicas, incluidas grandes empresas estadounidenses como Amazon, lo que genera unos 800 millones de libras en impuestos al año.

Por otra parte, la nueva guerra comercial iniciada por la Casa Blanca preocupa sobre todo en Irlanda del Norte, región que con el Brexit ha quedado en una situación excepcional, diferente al del resto del Reino Unido, alineada con la normativa comunitaria debido a la frontera especial que mantiene con la República de Irlanda, parte del mercado único.

La responsable de Economía norirlandesa, Caoimhe Archibald, calificó los aranceles de «profundamente lamentables» e instó al gobierno central de Londres a tener en cuenta las circunstancias únicas del norte en las negociaciones comerciales. Según las normas posteriores al Brexit, las mercancías que entran en Irlanda del Norte deben cumplir las normas de la UE. Esto significa que si Bruselas decide imponer aranceles de represalia a Washington, pero el Reino Unido no lo hace, los productos estadounidenses que entren en Irlanda del Norte podrían tener que pagar los impuestos más altos de la UE. Sin embargo, los importadores norirlandeses podrían obtener un reembolso si pueden demostrar que sus productos permanecerán en Irlanda del Norte.