Partido Demócrata

Trump saca provecho del opaco historial de Hillary

A una semana de las elecciones presidenciales y gracias al escándalo de los e-mails, el candidato republicano encabeza los sondeos

La candidata demócrata, Hillary Clinton, durante un mitin en Cincinnati (Ohio)
La candidata demócrata, Hillary Clinton, durante un mitin en Cincinnati (Ohio)larazon

A una semana de las elecciones presidenciales y gracias al escándalo de los e-mails, el candidato republicano encabeza los sondeos

Hillary Clinton utilizó trece aparatos distintos –entre ellos ocho Blackberrys– para acceder a sus cuentas de correo electrónico en su época de secretaria de Estado. Así, información clasificada fue enviada sin respetar reglas elementales de seguridad. La decisión del FBI de reabrir el caso de los correos electrónicos parece haber dado oxígeno al candidato republicano, Donald Trump, a una semana de las presidenciales. Ayer, un sondeo de ABC News y el diario «The Washington Post» concedía por primera vez un punto de ventaja a Donald Trump frente a la candidata demócrata.

Con todo, el aspecto potencialmente más dañino es que no se trata de la primera vez que Hillary se ve envuelta en escándalos. Las sospechas sobre los Clinton comenzaron en fecha tan lejana como 1978, cuando ambos realizaron unas inversiones inmobiliarias en lo que se conocería como el «caso Whitewater». Iniciadas apenas unos meses antes de que Bill fuera elegido gobernador de Arkansas, justo diez años después y tras movimientos financieros fraudulentos, Hillary fue acusada de haber solicitado la destrucción de contratos, supuestamente, comprometedores.

En 1992, apenas unos meses antes de la elección de Bill como presidente, Federal Resolution Trust Corp. envió un informe al Departamento de Justicia donde calificaba a los Clinton de «beneficiarios potenciales» de actividades delictivas. En junio de 1993, Vincent Foster, un empleado de la Casa Blanca, reunió material relacionado con tres años de devoluciones de Hacienda a la empresa de los Clinton que podrían resultar punibles penalmente. Unos días después, Foster fue encontrado muerto en un aparcamiento de Washington. El que se afirmara que se había suicidado, no se permitiera al FBI entrar en su oficina al morir y sí lo hiciera personal de la Casa Blanca provocaron un sinfín de especulaciones. En enero de 1994, la fiscal general, Janet Reno, ordenó investigar la conexión de los Clinton con la estafa. En medio de una investigación que incluyó al Legislativo y en la que incluso los demócratas insistieron en esclarecer la verdad, en enero de 1996 el columnista de «The New York Times» William Safire describió a Hillary como «una embustera congénita». Dos semanas después, por primera vez en la historia de las primeras damas, Hillary recibió una citación para declarar ante un gran jurado. El 25 de abril de 1998, mientras las condenas iban recayendo sobre gente cercana a los Clinton, Hillary fue interrogada en la Casa Blanca por el fiscal.

El «caso Whitewater» concluiría por falta de pruebas contra los Clinton, pero ese mismo año la Cámara de Representantes inició un procedimiento de «impeachment» contra Bill acusándolo de perjurio y de obstrucción a la Justicia. La razón fue el testimonio que había dado sobre su relación extramatrimonial con la becaria Monica Lewinsky en el curso de una demanda que Paula Jones había presentado contra él por acoso sexual. Clinton fue absuelto de los citados cargos por el Senado el 11 de febrero de 1999 y otras dos acusaciones de «impeachment» por perjurio y abuso de poder no prosperaron. Hillary respaldó a Bill y lo hizo apelando al título de una conocida canción country «Stand by Your Man» («Apoya a tu hombre»).

Con todo, estos episodios –sumados a los supuestos amoríos de Clinton e incluso la presunta existencia de hijos extramatrimoniales– dañaron la imagen del presidente y la de la primera dama, a la que comenzó a verse como una mujer dispuesta a soportar las mayores indignidades con tal de mantener una situación de relevancia. El paso del tiempo había contribuido a mejorar su reputación cuando, el 11 de septiembre de 2012, militantes de Ansar Ash-sharia asaltaron la Embajada de Estados Unidos en Bengasi causando la muerte de cuatro ciudadanos norteamericanos, entre los que se encontraba el embajador J. Christopher Stevens. La Casa Blanca intentó minimizar la tragedia alegando que había sido un ataque espontaneo provocado por la proyección de una película antiislámica. La realidad es que la operación estuvo planeada, que el Departamento de Estado había sido advertido con antelación y que no se atendieron las solicitudes de ayuda de la embajada.

El 20 de diciembre de 2012, Hillary alegó gripe para no comparecer ante el Congreso, pero no pudo evitar el trámite que generó momentos de enorme crispación. Unos meses después, fue sustituida por John Kerry. En resumidas cuentas, el nombre de Hillary ha estado vinculado a escándalos desde hace casi cuarenta años. Nunca se ha podido probar nada delictivo, pero para sus detractores ésa es una prueba más de su peligrosa falta de fiabilidad.