Turquía

Turquía asume un papel clave para finalizar la guerra

El gobierno de Erdogan dio ayer su visto bueno al pacto de alto el fuego en Siria

La Razón
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El gobierno de Erdogan dio ayer su visto bueno al pacto de alto el fuego en Siria

El Gobierno de Ankara dio su bendición ayer al acuerdo de alto el fuego en Siria pactado por Rusia y EE UU. Turquía está emergiendo como nueva potencia militar en la lucha contra el Estado Islámico, con un papel cada vez más relevante en Siria, que culminó hace unas semanas con la operación «escudo del Éufrates». Hasta ahora, el Gobierno de Ankara se había limitado a dar cobijo a la oposición suní siria y a abrir sus bases aéreas a los contingentes militares y cazas de la coalición internacional. Aunque Turquía ha bombardeado desde su frontera posiciones de los yihadistas, pero sobre todo de las milicias kurdo sirias, es la primera vez que pone además de artillería botas sobre el terreno para liderar una operación contra el EI en Siria. Las tropas y la aviación turca, con el apoyo de los rebeldes sirios moderados, han expulsado a los yihadistas de la frontera.

La maniobra militar de Ankara coincide, también, con el avance de las milicias kurdo-sirias que estaban acercándose demasiado a la orilla occidental del Éufrates, la línea roja trazada por Ankara. Tras esta victoria en Siria, el presidente turco, Recep Tayip Erdogan, ha abierto la posibilidad de que su país podría sumarse a una eventual ofensiva en Raqa, el bastión del EI en Siria. Así lo planteó hace unos días el mandatario turco después de haberse reunido con su homólogo estadounidense, Barak Obama, en la cumbre del G-20 en China.

Sin dar más detalles, Erdogan declaró que «Obama quiere que hagamos algunas cosas, respecto a Raqa en particular».

Turquía no solo se ha implicado en la lucha contra el grupo yihadista en Siria, también lo está haciendo en Irak. Durante el último año, un grupo de soldados turcos están en el frente de Bashiqa, a 20 kilómetros de Mosul, para entrenar a cientos de milicias suníes, por petición del ex gobernador de Nínive, Athel Nujaifi.

En diciembre de 2015, Ankara envió un refuerzo de 150 uniformados, acompañados por entre 20 y 25 tanques, a la base de Bashiqa, lo que alertó a Bagdad, que no había sido informado de este movimiento militar. El Gobierno iraquí exigió la inmediata retirada del contingente turco de Irak y calificó la acción de «incursión». Una vez más se pusieron de manifiesto las marcadas divisiones entre las autoridades iraquíes y el gobierno de la región autónoma del Kurdistán. Un mes antes del despliegue de tropas turcas en las inmediaciones de Mosul, el presidente del Kurdistán iraquí, Masud Barzani, había firmado un acuerdo con Ankara para cederle una base permanente en la región de Mosul.

Las fuerzas turcas han extendido sus posiciones y ahora tienen además dos puestos de avanzada a pocos kilómetros del bastión yihadista para «proteger» al grupo de formadores turcos que están entrenando a más de 1.000 combatientes de las tribus suníes. Mandos «peshmergas» entrevistados por LA RAZÓN sospechan que los intereses de Turquía van más allá del entrenamiento de combatientes antiyihadistas y han puesto botas sobre el terreno para atacar a su archienemigo (el PKK), que aunque no tiene presencia en el frente de Bashiqa tiene posiciones en las vecinas montanas de Sinjar.