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Conflicto

Ucrania: ¿paz impuesta o tregua peligrosa?

El alto el fuego, orquestado por la administración de Donald Trump, plantea interrogantes sobre el futuro de la región y el orden internacional

Ukrainian brigade tests ground drones at military training ground in the Zaporizhzhia region UKRAINE'S 65TH MECHANIZED BRIGADE PRESS SERVICE HANDOUTEFE

La guerra en Ucrania, un conflicto que ha reconfigurado el tablero geopolítico global, se encuentra en una encrucijada crítica. La posibilidad de un alto el fuego, orquestado por la administración de Donald Trump, plantea interrogantes trascendentales sobre el futuro de la región y el orden internacional. Este análisis profundiza en las complejidades de tal escenario, explorando sus ramificaciones políticas, militares, económicas y sociales.

El factor Trump

La figura de Donald Trump introduce un elemento de imprevisibilidad en la ecuación. Su enfoque de «America First» da prioridad absoluta a los intereses estadounidenses sobre los de sus aliados europeos, a quienes se reprocha, no sin razón, construir Estados del bienestar a costa de no invertir en Defensa. Esta postura podría traducirse en un acuerdo que, si bien busca la estabilidad a corto plazo, ignore los desafíos de seguridad a medio y largo plazo de los países de Europa del Este y los Bálticos. La retórica de Trump y sus decisiones a menudo impulsivas podrían desestabilizar aún más la ya frágil situación.

Consecuencias políticas

Un alto el fuego impuesto por Trump podría interpretarse como una legitimación clara de las conquistas territoriales ilegales de Rusia en Ucrania. Este precedente peligroso podría alentar a otros actores estatales a emplear la agresión militar como medio para alcanzar sus objetivos. Además, la falta de coordinación con los aliados europeos podría fracturar aún más la cohesión de la OTAN y dar alas a los estados disidentes y pro-rusos en el seno de la Unión Europea. La OTAN fue concebida y diseñada para evitar las crisis por medio de la disuasión bajo el paraguas nuclear y convencional estadounidense y la cohesión de la OTAN construida en torno a la defensa automática del artículo 5 del Tratado del Atlántico Norte. Sin implicación americana en la defensa de Europa y sin cohesión interna en la Alianza, la disuasión la de la OTAN se quebraría sin remedio y su capacidad para responder a futuras crisis gravemente.

Consecuencias militares

Desde una perspectiva militar, un alto el fuego entre Rusia y Ucrania podría ofrecer a Rusia un respiro necesario para reagruparse y rearmarse. Históricamente, las treguas en conflictos prolongados han sido utilizadas por las partes para obtener ventajas estratégicas. Por otro lado, Ucrania podría aprovechar el alto el fuego para fortalecer sus defensas, pero la incertidumbre sobre el apoyo continuo de Estados Unidos podría minar la moral de sus tropas.

Consecuencias económicas

Económicamente, un alto el fuego podría brindar un alivio temporal a la devastada economía ucraniana, permitiendo la reconstrucción de infraestructuras críticas. Sin embargo, la falta de claridad sobre la soberanía futura de Ucrania podría disuadir la inversión extranjera y obstaculizar la recuperación a largo plazo. Para Rusia, un levantamiento parcial de las sanciones revitalizaría su economía, que todo sea dicho ha demostrado una sorprendente resiliencia ante las sanciones, pero a costa de la inestabilidad regional. El relanzamiento económico ruso podría impulsar nuevas agresiones contra sus vecinos, a la vista de las nulas consecuencias que su inaceptable política expansiva ha tenido.

Consecuencias sociales

Socialmente, el conflicto ha dejado profundas cicatrices en la población ucraniana. Un alto el fuego supondrá, sin duda, un respiro para la sufrida población ucraniana, pero será fuente de resentimiento y desconfianza, especialmente entre aquellos que han perdido seres queridos. En Rusia, la narrativa oficial está presentando ya el alto el fuego como una victoria, pero no se puede ignorar el profundo descontento real que persiste, a pesar de lo que dicen las manipuladas enciendas oficiales, por la falta de libertades y las dificultades económicas y sociales a las que se ha visto sometido el pueblo ruso.

El papel de China

La creciente influencia de China aspira a que esta crisis consolide su papel como actor global. De hecho, aspira a jugar un papel crucial en las negociaciones de paz, después del alto el fuego, como lo manifestó en una reciente entrevista en el «South China Morning Post» el politólogo más influyente de China el profesor Zhen Yongnian. Su interés en la estabilidad regional tiene motivos espurios, la estabilidad volverá a impulsar la economía china que necesita de estabilidad geopolítica para impulsar sus exportaciones, verdadero elixir vital de su economía. Esto último combinado con sus ambiciones geopolíticas, animará sin duda al régimen chino a desempeñar un papel más activo en la resolución del conflicto. Este cambio no hace sino confirmar el reequilibrio del poder global, en el que las potencias no occidentales tienen cada vez mayor influencia en el contexto geopolítico global.

La sostenibilidad del alto el fuego

La sostenibilidad de un alto el fuego ente Ucrania y Rusia dependerá de la puesta en marcha de mecanismos de verificación y resolución de disputas verdaderamente efectivos y eficaces. La falta de claridad en estos aspectos alumbrará una paz congelada, incierta, inestable y endeble, en la que el conflicto permanecerá latente, presto para estallar nuevamente.

La estrategia de Putin

Vladimir Putin, maestro consumado en el arte de la «realpolitik», observa con atención la propuesta de alto el fuego de Trump. Su respuesta, cargada de aviesas intenciones, oscila entre la aparente aceptación del principio del alto el fuego y la exigencia de condiciones humillantes e inasumibles para los ucranianos que los rusos dicen que son innegociables. Putin, consciente de la fragilidad del régimen de Kyiv y del creciente desgaste de las fuerzas ucranianas, busca consolidar sus logros territoriales y reafirmar su influencia en la región. El Kremlin, lejos de anhelar una paz duradera, parece apostar por un alto el fuego táctico, una pausa estratégica que le permita reorganizar sus fuerzas y minar la moral del adversario. De hecho, la importantísima información revelada por este periódico ayer sobre un documento de estrategia del servicio ruso de inteligencia y seguridad el FSB, que consideran imposible aceptar un alto el fuego antes de 2026, no hace más que confirmar este análisis. A pesar de las sanciones anunciadas por los EE UU contra Rusia para presionarles a aceptar el plan Trumpiano (sanciones anunciadas a los sectores bancarios, petrolero y gasista o ruso y a sus principales compradores incluida España) no disipan la percepción de que Trump puede seguir actuando de manera unilateral y eso, lamentablemente, fortalece la posición de Putin. Además de todo lo anterior, la reconstrucción de Ucrania plantea desafíos de dimensiones cósmicas, con la cuestión de la compensación por los daños como un punto de fricción potencial, que será, sin ninguna duda, una línea roja que Putin no estará dispuesto a franquear jamás.

El impacto en Europa

Un alto el fuego impuesto sin una coordinación estrecha con los aliados de la OTAN podría intensificar el miedo y la desconfianza en Europa del Este y los países bálticos. Estos países, que dependen en gran medida de la protección de la OTAN, podrían sentirse aún más vulnerables y amenazados por su gigantesco y agresivo vecino. La percepción de que Estados Unidos actúa unilateralmente está erosionando la confianza en la alianza y ha abierto un incierto y peligroso melón en el que la desconfianza hacia la OTAN se ha instilado incluso entre los aliados europeos, pues consideran, como dijo el canciller federal alemán «in pectore» Friedrich Merz, que quizás la OTAN esté condenada a fenecer. Este lúgubre estado de ánimo va a empujar a no pocos aliados países a buscar soluciones unilaterales, debilitando aún más si cabe, la capacidad de disuasión europea y la unidad y cohesión entre los aliados continentales.

Conclusión: una paz sostenible

En última instancia, un alto el fuego en Ucrania, mediado por el presidente Trump, presenta un panorama complejo de altos riesgos y alguna, no muchas, oportunidades. La comunidad internacional debe abordar las causas profundas del conflicto y buscar una solución que garantice la soberanía de Ucrania y la seguridad de la región. La paz duradera no se logra simplemente con el cese de hostilidades, sino con un compromiso genuino con la justicia y la reconstrucción. Solo entonces se podrá evitar que Ucrania se convierta en un trágico capítulo más en la historia de los conflictos congelados e irresueltos de Europa.