Política exterior

Ultimátum a Moscú para que no despliegue nuevos misiles

El Senado ruso valida la salida del Tratado INF y la OTAN se prepara para afrontar la nueva amenaza.

El cumpleaños de la OTAN
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El Senado ruso valida la salida del Tratado INF y la OTAN se prepara para afrontar la nueva amenaza.

La OTAN envió ayer un nuevo ultimátum a Rusia. Los aliados aprovecharon la reunión de sus titulares de Defensa en Bruselas para avisar a Moscú de que no se quedarán con los brazos cruzados si el Kremlin no da marcha atrás en su programa de fabricación y despliegue de los proyectiles crucero SCC-8, misiles de alcance entre 500 y 5.500 kilómetros. Horas antes, el Consejo de la Federación (Senado) de Rusia había aprobado la suspensión del tratado de desarme nuclear (INF, por sus siglas en inglés) que fue ratificado por Washington y la extinta Unión Soviética en 1987. Solo queda la firma de Vladimir Putin para que este tratado sea historia y las posibles consecuencias recuerdan a los peores tiempos de la Guerra Fría. Si Moscú no frena su carrera armamentística, la Casa Blanca anunció en febrero sus intenciones de responder con la misma moneda y abandonar sus restricciones en el desarrollo de misiles con capacidad nuclear de alcance medio. El plazo termina el 2 de agosto. «Desafortunadamente, el tiempo se agota», aseguró ayer el secretario de la Alianza, Jens Soltenberg, quien aprovechó para hacer un nuevo llamamiento a Rusia para que entre en razón: las negociaciones no han terminado, la semana que viene se celebrará una reunión entre la Alianza y las autoridades rusas en el marco del Consejo OTAN- Rusia. Mientras, los aliados se preparan para un mundo sin el INF, y algunos socios como España, Alemania y Canadá creen que debe promulgarse un nuevo acuerdo global en el que se sienten en la mesa potencias como India, China y Pakistán.

Aunque Washington no descarta ninguna alternativa, la prioridad a corto plazo son los sistemas convencionales. Los aliados intentan, por todos los medios, evitar una escalada militar con Moscú, aunque, según fuentes diplomáticas, los medios disuasorios que puede usar la Alianza son limitados. Al menos por ahora. Entre ellos se encuentran el intercambio de información entre sus socios para conocer dónde coloca Rusia sus nuevos misiles y si estos contienen cabezas convencionales o nucleares, con el objetivo de reforzar la defensa aérea.

En ningún momento, el organismo multilateral se plantea la instalación de misiles en suelo europeo. El equilibro entre sacar los dientes, pero mantener la cabeza fría no resulta fácil. Por eso, la OTAN promete una respuesta «proporcionada pero defensiva», según Stoltenberg. La Alianza es conocedora desde hace años de los planes de Moscú y no tiene duda de que está violando el acuerdo. El Kremlin, sin embargo, mantiene que es Washington quien ha roto la baraja y asegura que no desplegará sus misiles a no ser que EE UU lo haga.