Catástrofe en Asia
Un alumbramiento entre los escombros
Nace Bea Joy en el aeropuerto de Tacloban
Un acto tan cotidiano como es dar a luz se convirtió ayer en un ejemplo de que en las islas Bisayas, a pesar de la tragedia, la vida continúa. Con tristeza, desolación e impotencia, pero sigue adelante. En el arrasado aeropuerto de Tacloban y sobre un madero vino al mundo Bea Joy. Su madre, Emily Ortega, de 21 años, se mostraba ilusionada y quiso poner a la recién nacida el nombre de su madre, fallecida a causa del tifón. «Es mi pequeño milagro», dijo Ortega entre los aplausos de los que la acompañaron durante el parto. Y no se equivocaba la joven, quien estuvo a punto de fallecer por los torrentes de agua ocasionados por el tifón. Ortega se encontraba en un de los centros de evacuación facilitado por las autoridades filipinas cuando se vio sorprendida por una marea de agua salada que la arrastró sin posibilidad de escapar del infierno. Estaba sola, pues su esposo se encontraba en Manila. Finalmente, pudo agarrarse a un poste, donde permaneció inmóvil hasta que las Fuerzas de Seguridad la rescataron y la trasladaron al aeropuerto de Tacloban. El parto fue atendido por el médico Victoriano Sambale, quien subrayó que el bebé se encuentra en buen estado, pero teme por una posible infección de la madre, debido al mal estado del material médico con el que fue tratada tras una hemorragia sufrida tras el parto. El aeropuerto de la capital de Leyte se ha convertido en el punto de encuentro de cientos de supervivientes, que acuden a él en busca de alimentos, ya que es uno de los pocos puntos de acceso desde el exterior. De hecho, hasta ayer permaneció cerrado debido a que sus instalaciones están destrozadas. Tan sólo una parte ha sido ahora habilitada para recibir la ayuda humanitaria y también para evacuar a la población en riesgo.
«Tengo entendido que hay mucha gente que se está desplazando hacia el aeropuerto porque es allí donde están llegando los primeros cargamentos con alimentos, pero esto puede generar el caos e importantes problemas de distribución», explica Roger Alonso, responsable de Cruz Roja en Filipinas.
✕
Accede a tu cuenta para comentar