Lisboa

Un robo masivo de armas en Portugal alarma a Europa

«Se trata del peor fallo de seguridad en la UE», afirma un alto mando en medio del escándalo

Exterior del Arsenal Nacional de Tancos en Portugal, donde se robaron las armas la semana pasada
Exterior del Arsenal Nacional de Tancos en Portugal, donde se robaron las armas la semana pasadalarazon

Fueron sustraídos munición de 9 milímetros, granadas de mano, varios lanzagranadas anticarro, granadas de gas lacrimógeno, explosivos y material de zapadores tales como cable y detonadores, ha explicado el Ejército.

El robo de una gran cantidad de armas del Arsenal Nacional de Tancos en Portugal ha puesto toda Europa en alerta ante la posibilidad de que el material bélico pueda estar en manos de terroristas.

Al menos fueron sustraidos munición de 9 milímetros, granadas de mano, varios lanzagranadas anticarro, granadas de gas lacrimógeno, explosivos y material de zapadores tales como cable y detonadores, ha explicado el Ejército. Según la emisora Rádio Renascena, han sido robados 44 lanzagranadas, 120 granadas y 1.500 balas.

En consecuencia, informan medios lusos, la Embajada estadounidense en Lisboa ha elevado el nivel de alerta al menos hasta el próximo 4 de Julio, fiesta nacional norteamericana.

Todo este material fue sustraído de las instalaciones militares durante la noche del miércoles, con los asaltantes aprovechándose de los graves fallos de seguridad del recinto. Las autoridades lusas han alertado tanto a la OTAN como a los otros Estados miembros de la Unión Europea, y en particular a aquellos que se encuentran dentro de la zona Schengen, donde la ausencia de controles fronterizos podría facilitar el transporte de las armas y su uso para perpetrar un atentado terrorista.

«Estamos ante una situación extremadamente grave», sentenció el ministro de Defensa luso, José Luis Azeredo Lopes, quien indicó que todo apuntaba a que las armas habían sido robadas por terroristas o por traficantes de armas que podrían entregarlas a grupos criminales o yihadistas.

El robo fue desvelado por el Ministerior de Defensa a través de un escueto comunicado el jueves, pero su dimensión real no fue conocida hasta este fin de semana, cuando fuentes del Ejército filtraron la cantidad de material que había sido extraído. A la vez, revelaron la increíble falta de medidas de seguridad dentro de las instalaciones militares, lo que ha provocado un escándalo tanto dentro como fuera del país vecino. Según el Ejército portugués, el arsenal carecía de sistema de vdeovigilancia desde hace dos años y su protección se limitaba a una verja de metal, y las rondas eran esporádicas y llevadas a cabo por patrullas a pie y en vehículos militares.

El lapso de veinte horas entre la última ronda de vigilancia de la noche del miércoles, y la primera del jueves –efectuada a las cuatro de la tarde– dejaron tiempo para que los asaltantes cortaran la verja, accedieran a los almacenes y montaran el material en vehículos para transportarlo fuera de la zona.

El hecho de que los asaltantes hayan decidido centrar el robo en dos de los 20 almacenes del recinto ha hecho que las autoridades lusas concluyan que conocían las instalaciones y los horarios de las patrullas. Por este motivo, el jefe del Estado Mayor luso, el general Rovisco Duarte, sospecha que los asaltantes contaron un colaborador dentro de las instalaciones militares. «Claramente sabían lo que buscaban y sabían dónde se encontraba», declaró Duarte. «Como mínimo, la evidencia indica una filtración de información clasificada, lo que supone un golpe duro para el orgullo y el prestigio del Ejército».

Mientras los agentes de la Unidad de Contraterrorismo de la Policía Judiciaria Militar investigaban el caso, el domingo el JEMAD portugués anunció la destitución de cinco comandantes a cargo de unidades relacionados con la gestión del Arsenal de Tancos. El robo ha suscitado duras críticas por parte de militares, entre ellos el teniente coronel João Paulo Alvelos, del Observatorio de Seguridad, Crimen Organizado y Terrorismo portugués, que ha calificado el robo como «el peor fallo de seguridad de la historia de la Unión Europea».