Reino Unido
Una grieta insalvable
El tuit de J. K. Rowling en el que aseguraba «Corbyn no es Dumbledore» resulta especialmente representativo a la hora de analizar el sentimiento de rencor que se ha apoderado de la política británica, así como el sentido de irrealidad mágica que afecta al debate político actual en el país. Al igual que el voto a favor del Brexit, la elección de Jeremy Corbyn tampoco debió de suceder. Ambas decisiones fueron un intento de mostrar una falsa unidad, ejercicios democráticos para darle voz a las minorías. Sin embargo, los accidentales resultados en ambos casos han dejado al escenario político británico sumido en un caos absoluto y sin un rumbo claro.
La reelección de Corbyn al frente del Partido Laborista es simplemente la última manifestación y contribución a este desorden. Fue elegido después de introducir una serie de cambios en el reglamento laborista para seleccionar a su líder. Unas modificaciones que supusieron una transición de poder hacia los miembros de base del partido. Todo esto llegó después de que los afiliados aumentaran hasta llegar a más de 600.000 personas, tras haber arrastrado a nuevos «conversos» y viejos radicales de otros partidos y organizaciones de izquierdas. La consecuencia de esta decisión ha sido la división del partido en varios niveles: entre los líderes actuales y el grupo parlamentario (60 miembros del Parlamento dimitieron para evitar trabajar bajo las órdenes de Corbyn); entre el grupo parlamentario y los miembros de base; y entre los miembros con una ideología más de izquierdas y un amplio sector de los votantes laboristas tradicionales. Los recientes planes de Corbyn de dar a los miembros del partido una voz directa en la toma de decisiones a través de una «consulta digital» arrastrará al partido aún más a la izquierda y alejará a la mayoría de los miembros del Parlamento laboristas de su líder.
Sin embargo, habiendo permitido que «el cuco se infiltre en el nido del líder», queda patente que el grupo parlamentario no tiene poder real para llevar a cabo sus intentos de expulsar a Corbyn. Ni a él ni a su nueva agenda. El líder laborista ya sobrevivió a una moción de confianza y mostró que es él quien realmente maneja los engranajes del poder laborista. De hecho, ni siquiera los contrarios a Corbyn consiguieron encontrar un rival de peso y confiaron el reto a un desconocido Owen Smith. Ni la corriente principal del partido en el Parlamento ni los miembros activos cuentan con una narrativa lo suficientemente articulada como para contrarrestar el empuje de los «corbynistas».
La votación del Brexit ha envenenado la vida política británica contemporánea, complicando de modo notorio el peso del centro político tradicional. La oposición de varios parlamentarios laboristas tanto al Brexit como a Corbyn ha hecho que los miembros de base los vean como antidemocráticos. Tras ser derrotados en Escocia y Gales por los nacionalistas y el UKIP, el partido sabe que ponerse en contra del Brexit es un riesgo que le puede llevar a perder el apoyo de la clase trabajadora en todo el país, sobre todo en el este y el norte. Sin embargo, no oponerse al Brexit es un riesgo pues aleja a la mayoría de votantes laboristas que votaron «Remain». El resultado final ha sido rendirse a la agenda política a Corbyn y a la izquierda.
Para sus partidarios, Corbyn ofrece una visión alternativa a la austeridad de los gobiernos conservadores. Para sus colegas parlamentarios y muchos votantes laboristas tradicionales, sin embargo, existen dos consideraciones: ¿es Corbyn un líder lo suficientemente creíble para asegurarse una victoria electoral frente a los conservadores? Si lo fuera, ¿sería su visión interesante para los votantes? Para muchos, la respuesta a las dos preguntas es «no». Esto significa para el Partido Laborista que, de ahora en adelante, no hay nada claro. Ahora los cálculos están puesto en las próximas elecciones generales. Si éstas tendrán lugar en primavera o si la oposición laborista durará hasta 2020. En caso de celebrarse en primavera, los laboristas enemigos de Corbyn estarán encantados de su probable derrota electoral, que le obligaría a dejar el cargo tras el previsible fracaso.
Mientras que algunos de sus seguidores piensan que este hombre mayor de barba blanca es un Dumbledore listo para derrotar a las fuerzas de la oscuridad, para otros el «hechizo» del líder laborista no ha servido sino para destrozar al partido.
*Profesor de la Universidad de Birmingham
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