Protestas en Hong Kong
Una huelga histórica paraliza Hong Kong
El centro colapsado, más de 200 vuelos cancelados y caos en el transporte. La jefa del Ejecutivo avisa a los manifestantes de que están llevando la ciudad «a una situación muy peligrosa».
El centro colapsado, más de 200 vuelos cancelados y caos en el transporte. La jefa del Ejecutivo avisa a los manifestantes de que están llevando la ciudad «a una situación muy peligrosa».
La primera huelga general de la ciudad en cinco décadas y el noveno fin de semana de caos y violencia consecutivo. Hong Kong era ayer una ciudad irreconocible: alrededor de medio millón de hongkoneses de más de veinte sectores empresariales fueron a la huelga, lo que provocó el caos en el transporte. Un caos que llevó a la jefa ejecutiva de Hong Kong, Carrie Lam, a advertir de que la ciudad está «al borde de una situación muy peligrosa» después de que los manifestantes bloquearan las carreteras y paralizaran el servicio de trenes.
Más allá de las manifestaciones en las calles, las tácticas han cambiado. Funcionarios de más de treinta departamentos gubernamentales, así como pilotos, maestros, trabajadores de la construcción, ingenieros y personal de aviación, decidieron no acudir a sus puestos de trabajo ayer. Por la mañana, varias líneas de metro fueron suspendidas cuando los manifestantes prodemocracia bloquearon las puertas de los trenes, impidiendo que salieran de las estaciones.
Se produjeron siete protestas simultáneas en diferentes barrios, con manifestantes llenando parques, centros comerciales y desparramándose por caminos y puentes cercanos. También miles de personas vestidas de negro, el color característico de las protestas, se reunieron en el parque Tamar cerca de las oficinas gubernamentales.
En un centro comercial en Shatin, un distrito donde los enfrentamientos previos con la Policía el mes pasado enfurecieron a los residentes locales, cientos de manifestantes entraron en un centro comercial de lujo y obligaron a las tiendas a cerrar. Muchos se sentaron en el suelo de las instalaciones cantando: «¡Gente de Hong Kong, venga!».
Si bien la mayoría de las marchas eran pacíficas, al final de la tarde la Policía empezó a enfrentarse con los activistas. Disparó varias rondas de gas lacrimógeno y gas pimienta a los manifestantes que se habían reunido fuera de una comisaría de Policía en Tin Shui Wai, en los Nuevos Territorios de Hong Kong. Ellos, por su parte, se defendieron primero con paraguas y escudos improvisados, y ya entrada la noche algunos prendieron fuego a papeleras a pocos metros de los agentes. Su objetivo, crear el caos para atraer la atención de los efectivos policiales y moverse hacia el siguiente objetivo. También lanzaron piedras y huevos a las fachadas de las comisarías para mostrar su ira contra lo que consideran un excesivo uso de la fuerza por parte de las Fuerzas de Seguridad durante los últimos dos meses.
Algunos fueron golpeados con porras, según las imágenes, y al menos cuatro fueron arrestados. Asimismo se produjeron enfrentamientos en las carreteras ocupadas de la ciudad y en las proximidades de las comisarías de Wong Tai Sin y Harcourt Road, siendo aún más duros cuando los activistas se arrodillaron en lugar de huir, para protegerse mientras gas lacrimógeno y balas de goma llovían sobre ellos.
Los manifestantes tenían planeado organizar sentadas pacíficas en diferentes barrios y protestar en las oficinas del Gobierno para convocar a los funcionarios públicos a unirse a su huelga, pero las tensiones entre los jóvenes y la Policía se han intensificado, convirtiendo las zonas peatonales y residenciales en campos de batalla. A ello se añaden las bandas de hombres vestidos con camisetas blancas –que muchos aseguran que forman parte de la mafia china– que atacan a quienes protestan.
En el aeropuerto se cancelaron unos 250 vuelos debido a que el personal, desde asistentes de vuelo hasta controladores de tráfico aéreo, se cogió un día de baja por enfermedad haciéndose eco de la huelga en toda la ciudad. Ha sido el noveno fin de semana consecutivo de protestas. Desde el 9 de junio, las Fuerzas de Seguridad han disparado, según sus propias cifras, un millar de botes de gas lacrimógeno y 160 balas de goma, además de arrestar a 420 personas. De hecho, el cuerpo confirmó que solo ayer detuvo a 82 personas por delitos como «revuelta, manifestarse ilegalmente, agredir a agentes, obstruir su trabajo y poseer armas ofensivas».
Advertencias de Lam y Pekín
Después de estar desaparecida durante dos semanas, la líder de la ciudad, Carrie Lam, ha asegurado que las acciones de los manifestantes desafían el principio de «un país, dos sistemas» y están amenazando la prosperidad y la estabilidad en Hong Kong. Lam también acusó a los manifestantes de jugar con la vida de siete millones de personas y dijo que la ciudad se estaba volviendo «insegura e inestable». «Claman que quieren una revolución y recuperar Hong Kong. Estas acciones han excedido con creces sus demandas políticas originales», señaló Lam con gesto severo. Flanqueada por ocho de sus ministros, la jefa Ejecutiva endureció su postura y dijo que no aceptaría ninguna de las demandas. No parece, por tanto, que el Gobierno local vaya a hacer concesiones que puedan apaciguar la ira y restaurar la calma.
Con la violencia convirtiéndose en la norma, siempre existe la posibilidad de que el Gobierno chino, que hasta ahora ha tomado un enfoque de aparente no intervención, intervenga y ejerza más control. Pekín anunciará «algo nuevo» en Hong Kong hoy, cuando su oficina principal en los asuntos de la ciudad celebre una conferencia de prensa por segunda semana consecutiva en la capital. La semana pasada fue la primera desde el regreso de la ex colonia británica a la soberanía china en 1997.
A medida que aumentan los temores de que Pekín pueda intervenir y sofocar los disturbios, los hongkoneses observan cuidadosamente los medios estatales chinos. El domingo, Xinhua, una agencia estatal, publicó ya varios artículos condenando a los manifestantes, incluido uno que decía: «El Gobierno central no se quedará de brazos cruzados y dejará que esta situación continúe». Aunque Hong Kong es una ciudad china, el Ejército comunista no está involucrado en su seguridad diaria. Desde su entrega en 1997, Hong Kong se ha regido por un conjunto separado de leyes que permiten mayores libertades económicas y personales para sus ciudadanos, pero insuficientes para millones de ellos.
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