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Brexit

Veinticinco días para salvar el Brexit

Todas las opciones vuelven a estar encima de la mesa. Los «tories» euroescépticos están más divididos que nunca, aunque podrían respaldar a May a cambio de su dimisión antes del verano.

La «premier» Theresa May junto a su marido Philip, uno de sus únicos apoyos incondicionales
La «premier» Theresa May junto a su marido Philip, uno de sus únicos apoyos incondicionaleslarazon

Todas las opciones vuelven a estar encima de la mesa. Los «tories» euroescépticos están más divididos que nunca, aunque podrían respaldar a May a cambio de su dimisión antes del verano.

A lo largo de estos últimos dos años, se ha escuchado muchas veces que habría que esperar «hasta el último momento» para conocer el desenlace del Brexit. Los propios protagonistas nunca llegaron a imaginar que las palabras debían tomarse al pie de la letra. Pero a 25 días de que se cumpla la fecha de salida, nadie sabe exactamente qué va a ocurrir. Es una incógnita para Bruselas y también para el propio Westminster, donde sus señorías tienen que decidir, en última instancia, si el acuerdo de retirada que Theresa May cierre con los Veintisite es lo suficientemente bueno para poder ratificarlo.

En enero, la «premier» ya lo intentó. Tras 18 meses de arduas negociaciones, presentó ante los Comunes el que se anunció como «el mejor pacto y el único posible». Pero fracasó con una derrota histórica. Desde entonces, la líder «tory» ha estado determinada a conseguir de la UE algún tipo de cambio en la salvaguarda para evitar una frontera dura en Irlanda. El «backstop» es la cuestión que más polémica despierta entre el núcleo duro euroescéptico de las filas conservadoras y los norirlandeses del DUP, de cuyo apoyo depende el Gobierno en minoría.

Lo que el acuerdo plantea ahora es que, hasta que se logre cerrar un futuro trato comercial, Reino Unido debe quedar en la unión aduanera e Irlanda del Norte alineada además con el mercado único de bienes. El problema es que los «brexiters» lo ven como una «trampa» para quedar sometidos «sine die» en la normativa comunitaria. Los unionistas aseguran que no apoyarán nada que deje al Ulster con un estatus diferente al del resto del país.

Ante tal escenario, May se ha comprometido a volver a presentar el pacto en la Cámara Baja, con cambios legalmente vinculantes respecto al «backstop» antes del 12 de marzo. Hay rumores de que podría haber incluso una primera votación esta semana para, en caso de fracasar, poder intentarlo de nuevo el 12. Aunque, adelantándose a la que podría ser otra gran humillación, la «premier» ha anunciado que si no hay consenso a favor del texto, los diputados podrán votar, como muy tarde el 13 de marzo, sobre si quieren una retirada del bloque sin acuerdo. Y en caso de que esa segunda opción tampoco prospere, podrán decidir el 14 de marzo una prórroga del Brexit, que solo será posible si los Veintisiete la apoyan por unanimidad. ¿El gran problema? Los comicios europeos de mayo. La nueva Eurocámara se constituye el 2 julio. Si para entonces Reino Unido continúa en el bloque, avisa May, «se defraudará a quienes en 2016 votaron por el Brexit».

El nuevo calendario ha pillado por sorpresa a los euroescépticos y ha creado malestar entre los «brexiters» del Gabinete, forzando incluso la dimisión de George Eustice, secretario de Estado de Agricultura. «Me temo que los últimos acontecimientos puedan terminar con la UE dictando los términos de cualquier extensión que llevaría a la humillación final de nuestro país», matiza el ex candidato por el UKIP. Con su salida ya son 27 miembros del Ejecutivo los que han abandonado su puesto desde que comenzaron las negociaciones con Bruselas.

Muchos consideran que el núcleo duro de los «tories» euroescépticos han suavizado los últimos días su postura dando signos de que podrían apoyar a May a fin de evitar una prórroga. En este sentido, su cabecilla, Jacob Rees-Mogg, ha aparcado sus demandas de retirar por completo el «backstop». Ahora asegura que «sería razonable», un «mero apéndice al tratado» en el que se estableciera «que esa disposición tendría un tiempo limitado y breve». En todo caso, sus demandas sigue estando aún muy lejos de las concesiones a las que estaría dispuesta Bruselas y muchos de los euroescépti ya no se sienten representados por el carismático político.

Lo cierto es que los «brexiters» están completamente divididos y han creado un panel de ocho abogados para examinar con lupa los cambios respecto a la salvaguarda irlandesa. Aunque muchos siguen sin estar convencidos, podrían respaldar el pacto si May se compromete a dimitir antes del verano para que sea otro «premier» quien negocie las futuras relaciones comerciales con la UE.

En la votación también jugará un papel crucial la oposición laborista. Tras fracasar el intento de las elecciones anticipadas y su plan del Brexit –que pasa por dejar al Reino Unido en la unión aduanera– , Jeremy Corbyn, ofrece ahora su apoyo a un segundo referéndum. Eso sí, con la boca pequeña. Porque a pesar de la presión de sus filas, el veterano político no está convencido. Y hoy tampoco existe una mayoría en la Cámara de los Comunes para respaldar estar opción. Es más, en caso de ampliación de plazos, muchos analistas consideran que serían más probable unas elecciones anticipadas. En todo caso, la oposición podría apoyar la enmienda de los diputados laboristas Peter Kyle y Phil Wilson. Los parlamentarios proponen que los laboristas se abstengan para que el acuerdo de retirada pueda ratificarse si May se compromete a someterlo luego a referéndum.