Represión en Venezuela
Venezuela se echa a la calle para rechazar el Parlamento de Maduro
La convocatoria de una Asamblea Constituyente comunal por parte del Gobierno chavista fue censurada por miles de venezolanos que recelan de una nueva Constitución. Brasil y Argentina criticaron esta maniobra chavista, mientras EE UU podría estudiar nuevas sanciones.
La convocatoria de una Asamblea Constituyente comunal por parte del Gobierno chavista fue censurada por miles de venezolanos que recelan de una nueva Constitución. Brasil y Argentina criticaron esta maniobra chavista, mientras EE UU podría estudiar nuevas sanciones.
Desde las seis de la mañana miles de ciudadanos decidieron interrumpir el tránsito en las principales calles de Caracas y de otras ciudades del país para manifestarse contra la más reciente decisión del presidente Nicolás Maduro de llamar a una Asamblea Nacional Constituyente «con la clase obrera» para la redacción de una nueva Constitución.
Pese a que la convocatoria la hizo la plataforma opositora Mesa de la Unidad Democrática (MUD), los ciudadanos fueron los protagonistas con grandes barricadas. Se valieron de basura, palos, vehículos atravesados y consignas como «Y va a caer, y va a caer, este Gobierno va a caer», para mostrar su descontento. La escena se repitió en las zonas donde la oposición se suele manifestar, como Altamira, Chacao, Santa Fe y Plaza Altamira, pero también en áreas populares como La Urbina, muy cerca del emblemático barrio de Petare y el Oeste de Caracas, donde se encuentran muchas barriadas humildes.
En Chacaíto, uno de los puntos al este de Caracas, los vecinos estuvieron acompañados por líderes de la oposición como Lilian Tintori y Freddy Guevara, quienes decidieron apoyar la resistencia de los vecinos. Fueron los cuerpos de seguridad los que atacaron la protesta pacífica. Iniciaron con bombas lacrimógenas y posteriormente empezaron a disparar con perdigones a las personas que estaban protestando. También los civiles armados, conocidos como «colectivos», merodearon por la zona para amedrentar a los manifestantes.
Los funcionarios de la Policía Nacional Bolivariana disparaban hacia los edificios residenciales y los locales comerciales. Carlos Gamarra estaba en su trabajo y sufrió una intoxicación severa por la cantidad de gases que inhaló. «En un momento llegaron más de 50 motos con policías. Empujaron toda la basura, quitaron los palos y empezaron a dispersar a la gente, que tuvo que correr a resguardarse. Unos jóvenes les respondieron con cócteles molotov y fue peor. Perdí la cuenta de cuántas bombas lanzaron y aspiré todo ese aire», afirmó.
Carolina Silvera estuvo en de-sacuerdo con la medida de cerrar las calles, especialmente porque impedía el libre tránsito de quienes debían ir a trabajar o hacer gestiones. «Es una cuestión absurda que un vecino cierre el paso a sus demás vecinos. La gente tiene que tener conciencia y espacio para saber cómo y dónde protestar. La gente se vuelve loca y acabo de ver que no dejaron pasar a una ambulancia que seguramente llevaba una emergencia. Eso no se hace», sentenció. No obstante, la joven dijo que apoya todas las iniciativas de la oposición en rechazo a la Asamblea Constituyente comunal, siempre y cuando no vulneren los derecho de otros.
La convocatoria de protesta era inicialmente por dos horas, pero por iniciativa propia se extendió durante más tiempo en varios puntos de Venezuela. Hoy la oposición cumple un mes en las calles protestando para que se realicen elecciones y en rechazo a las decisiones del Tribunal Supremo de Justicia que suprimieron la inmunidad parlamentaria y quitaron competencias al Parlamento.
Las cifras de estos últimos 30 días de manifestaciones son más trágicas que las de las llamadas «guarimbas» de 2014. Hasta el momento han muerto 34 personas, hay al menos (cifra extraoficial) 183 presos políticos y miles de heridos leves. La nueva oleada de protestas comenzó con el anuncio de Maduro el pasado lunes, cuando aseguró: «Ellos [por la oposición] no se van a detener y nos toca derrotarlos con la Constitución. Con lo que tenemos (...). He pensado junto al alto mando (militar) las opciones estratégicas y los caminos tácticos. Hoy [por el 1 de mayo] anuncio que en uso de mis atribuciones convoco al proceso constituyente. Vamos a una Asamblea Nacional Constituyente con el pueblo y la clase obrera».
Maduro nombró una comisión presidencial para la propuesta de Asamblea Nacional Constituyente, formada por su esposa, Cilia Flores, y algunos de los ministros y gobernadores chavistas. El jefe de dicha comisión, el oficialista Elías Jaua, dejó caer que el proceso de formación de este ente tardará unas semanas. «Esta Constituyente no es para un año, o para seis meses, no hay un plazo estimado, pero estamos hablando de semanas para realizarlo», dijo.
La propuesta fue rechazada por los sectores de la oposición, quienes calificaron de un nuevo de golpe de Estado y de fraudulenta la propuesta del Gobierno.
Henrique Capriles, gobernador del estado Miranda, aseguró que no se apoyará la moción que debe ser sometida a votación de todos los venezolanos. «Maduro no puede autonombrar un proceso constituyente, es el pueblo el que debe tomar ese decisión. ¿Por qué el Gobierno no hace, por ejemplo, una consulta al pueblo para saber si quiere o no que Maduro siga?». A su juicio, esta convocatoria de una Constituyente de Maduro «es para evitar elecciones».
Varios países de la región, como Argentina y Brasil, criticaron ayer la decisión de Maduro. EE UU, por su parte, acusó al Gobierno chavista de tratar de «cambiar las reglas del juego» para asegurarse el poder. También advirtió de que podría estudiar nuevas sanciones a funcionarios venezolanos. El secretario general de la OEA, Luis Almagro, habló de un «nuevo golpe de Estado» y del «fin» del legado de Chávez y pidió un referéndum sobre la iniciativa.
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