Espionaje en EEUU
Washington podría compartir información para aplacar a la UE
No renunciará nunca a recabar datos para proteger a sus ciudadanos
El escándalo de los programas de espionaje de la Agencia de Seguridad Nacional (NSA, por sus siglas en inglés) empezó como un dolor de cabeza para el presidente Obama. Pero, según avanzan los meses y conforme el periodista Glenn Greenwald saca más «bombazos» sobre el asunto, el escándalo se convierte en un fiasco en términos de relaciones públicas de la Casa Blanca con sus aliados internacionales.
Ayer tomó forma de espectáculo visual con la manifestación en el National Mall (por el espacio verde que hay entre la Casa Blanca y el Congreso), donde diferentes grupos liberales y conservadores demandaron que se respete la Cuarta Enmienda de la Constitución. En la misma, se prohíben las actividades de búsqueda y captura sin órdenes judiciales. Así las cosas, los organizadores prepararon la lectura de un mensaje del ex analista Edward Snowden, el descenso de un paracaídas con una pancarta con una mención a la Constitución y el desfile de cientos de teléfonos móviles gigantes.
Mientras, en la Casa Blanca, los funcionarios se preparan estos días para minimizar los daños causados por las últimas filtraciones y las que sin duda les sucederán. Al otro lado del Atlántico, crece el malestar entre los líderes europeos por las alegaciones de espionaje de Washington. Pero, ¿están realmente sorprendidos de que Washington les vigile? ¿O simplemente se ha roto una regla básica de espionaje que consiste en no ser descubiertos? Así las cosas, los analistas estadounidenses anticipan problemas con la Unión Europea en el futuro intercambio de información sobre pasajeros de vuelos comerciales, transacciones financieras y otros asuntos que unen a Washington con Bruselas.
Al ex jefe del Centro Nacional de Contraterrorismo, Michael Leiter, no le preocupa tanto la reacción de los viejos aliados como de la Unión Europea como institución o las capitales de futuras potencias, las cuales se encuentran en el radar del presidente Obama sobre todo de cara a acuerdos comerciales. «El problema no es Berlín o París, sino en el futuro con Bruselas en general. En la Unión Europea se van a resistir a que se aumente cualquier intercambio de información. Todo esto complica todas las discusiones. Será más problemático con las potencias emergentes como Brasil. Son aliados críticos y no tenemos la misma larga relación. Tampoco los lazos en asuntos de seguridad nacional», reconoce Leiter.
En los próximos días se espera en la Casa Blanca la visita de una delegación alemana para revisar las prácticas de espionaje. De estas reuniones, podría salir una nueva guía sobre qué y cómo espiar. De esta forma, parece que al menos Barack Obama puede ceder no a dejar de controlar a los aliados, pero quizá a restringir estas prácticas en ciertos asuntos. En declaraciones a la cadena CNN, el republicano John Negroponte, primer director del Centro de Inteligencia Nacional de Estados Unidos, hizo pública una de las opciones que maneja Washington: sugirió ampliar a otras naciones aliadas el acuerdo «Five Eyes» (Cinco Ojos, en inglés), pacto secreto de la Guerra Fría entre Estados Unidos, Reino Unido, Canadá, Australia y Nueva Zelanda para compartir información y supuestamente no espiarse entre ellas.
Este pacto sirve, en palabras de Negroponte, para conectar las redes de Inteligencia de los «países más democráticos», compartir información relevante y ultrasecreta y, además, prevenir el espionaje entre aliados. Hay que tener en cuenta que muchas de las naciones más importantes de la UE son socios militares de Estados Unidos también en la OTAN.
Todavía así, los políticos del «establishment» de Washington de los dos grandes partidos hicieron piña ayer sobre el asunto: les parece justo y necesario que Estados Unidos escuche las conversaciones de los aliados europeos, sobre todo durante el curso de las negociaciones de ciertos acuerdos comerciales.
De momento, el presidente Obama ha hecho oídos sordos a la indignación de Europa. Ayer, en su discurso de los sábados, que suele servir para delimitar los asuntos de agenda de la Casa Blanca de la semana siguiente, trató principalmente de los errores de la página web para que los estadounidenses compren los nuevos seguros médicos de su reforma sanitaria, piedra angular de su primera legislatura.
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