Barcelona

La hora de la España olímpica

Con Barcelona 92 como referente, Madrid afronta los últimos días antes de conocer si albergará los Juegos de 2020

España organizó con Barcelona 92 unos de los Juegos Olímpicos más exitosos, en todos los terrenos, de la historia del olimpismo moderno. La coordinación fue excelente, las inversiones resultaron muy útiles para Barcelona y la proyección, tanto de la capital catalana como de nuestro país, fue extraordinaria. La figura de Juan Antonio Samaranch fue clave para que el Comité Olímpico Internacional eligiera Barcelona como sede de los Juegos Olímpicos de 1992. Samaranch era su presidente y tenía un control casi absoluto de los resortes del organismo así como el afecto de sus miembros, que no le podían negar el sueño de su vida. No hay que olvidar que tenía unas excelentes relaciones con Narcís Serra, que era el alcalde de Barcelona cuando comenzó el proyecto de la candidatura olímpica. Esta complicidad sería decisiva para el buen éxito de la operación. Samaranch fue un hombre extraordinario y un visionario del deporte que lograría la modernización del COI y de los Juegos. Tras el barón Pierre de Coubertin es, sin lugar a dudas, la figura más importante del olimpismo moderno. La experiencia de Barcelona 92 sirve de referencia ante el reto que tiene Madrid para conseguir la celebración en 2020.

No deja de sorprenderme que alguien se cuestione la conveniencia o no de celebrar unos Juegos Olímpicos. Ni el coste económico ni las incomodidades que puedan sufrir los habitantes de la ciudad que los organiza son relevantes porque los beneficios son abrumadores. Es evidente que España tiene capacidad para organizarlos. Es cierto que el protagonismo y el mayor esfuerzo recaen en la ciudad, en este caso sería Madrid, pero estamos hablando de un proyecto que nos afecta a todos los españoles.

En primer lugar sería un éxito para la marca España. En un momento, además, en que estamos saliendo de la crisis y todo indica que la recuperación es ya una realidad, aunque el camino será lento y duro. Es cierto que es bueno ser prudentes, sobre todo cuando el paro es una pesada losa y una tragedia para millones de españoles, pero las cifras son muy esperanzadoras y reflejan el acierto de las medidas reformistas emprendidas por el Gobierno de Rajoy. El consumo interno y la financiación de empresas y particulares son los graves problemas que se tienen que resolver, pero la progresiva recuperación de la confianza será clave en los próximos meses para conseguir este nuevo impulso que hará que nuestra economía alcance una velocidad de crucero.

El otro aspecto importante es, precisamente, la confianza nacional. España es un país de extremos. Unas veces nos comemos el mundo y otras caemos en la depresión colectiva. Es cierto que siempre salimos reforzados. La derrota en la guerra hispanoamericana de 1898 fue en cambio muy positiva en el terreno económico porque llegaron importantes capitales de los territorios perdidos que fueron decisivos en el crecimiento económico que vivió España hasta la crisis del 29. Otro aspecto decisivo fue el acierto de la neutralidad en la Primera Guerra Mundial. Por tanto, la recuperación del espíritu español y nuestra incuestionable capacidad de riesgo, como muestran las empresas en su actividad exterior, se verán incentivadas con la designación de Madrid como sede de los Juegos de 2020.

No hay que perder de vista que serán una buena excusa para completar o impulsar infraestructuras como sucedió con Barcelona 92. En el inicio de un ciclo de recuperación y crecimiento no hay nada más positivo que la celebración de un acontecimiento de esta magnitud donde se encargará obra pública y se crearán decenas de miles de puestos de trabajo. Al igual que en aquella convocatoria, donde lo que era bueno para Barcelona lo era para España podemos aplicar este mismo criterio con Madrid. La capital española y su área de influencia son uno de los motores más importantes de nuestra economía y cualquier iniciativa que permita impulsar su actividad será favorable para el conjunto de la sociedad. La historia de la economía muestra que determinados acontecimientos son decisivos para dar un nuevo salto que se traduce en mejoras para todos.

La celebración de unos Juegos Olímpicos tiene un enorme impacto mediático internacional. Durante meses, no sólo durante los días en que transcurren las pruebas deportivas, Madrid y España estarán en los medios de comunicación de todo el mundo. No hay que olvidar que es una imagen muy beneficiosa, ya que los Juegos se asocian con valores positivos. Los economistas lo cuantifican en centenares de millones de euros, aunque creo que es una cifra incuantificable porque no responde a los esquemas de una campaña o campañas de publicidad tradicional. Es algo mucho más sutil y profundo. La asociación a un evento que refleja la universalidad y la concordia entre las naciones comporta un factor tan favorable que justifica cualquier esfuerzo colectivo.

Madrid es una de las grandes capitales del mundo. Una ciudad muy cosmopolita y acogedora, que tiene una indudable capacidad para hacer frente a cualquier reto. Lo ha demostrado en el pasado y lo hará con gran acierto si consigue la ansiada y merecida designación. Es una cuestión, también, de justicia histórica, ya que nunca los ha celebrado. La estabilidad social y política española es un factor que también le beneficia a la hora de concurrir, porque los miembros del Comité Olímpico saben que será un éxito.

No hay que olvidar el incremento de visitantes que se vivirá esas semanas con los beneficios que ello tendrá para el sector hotelero y el comercio. Centenares de miles de turistas se concentrarán en Madrid y sus alrededores provocando un impacto económico muy importante que se cifra en varios miles de millones de euros. Los costes son, una vez más, irrelevantes, porque se verán absorbidos por todos los aspectos positivos que se acumulan a la hora de hacer balance. Las decenas de miles de puestos de trabajo que se crearán a lo largo de estos próximos años son otro factor clave, así como los conocimientos que adquirirán en la organización de un acto tan complejo e importante. La experiencia de Barcelona 92 es lo suficientemente próxima para tener en cuenta esas ventajas. Finalmente, está la conclusión de las infraestructuras, tanto deportivas como de todo tipo, que quedarán en la Comunidad de Madrid, por lo que será importante que se piense también en el día después. Ahora sólo falta que Madrid y España consigan la designación.