La columna de Carla de La Lá

Clasistas, racistas y machistas, de toda la vida

Sinceramente, no creo que existan películas tan clasistas, racistas, elitistas, ni machistas como los clásicos Disney…

Cenicienta.
Cenicienta.Archivo

Las mejores películas de Disney son clasistas, machistas y racistas, pero vamos, no es que lo digan ahora. Esto es algo que cualquier bípedo de formación y sensibilidad moderadas sabía desde la primera vez que vio La Cenicienta, una película que reproduce un esquema clásico y paradigmático en la casa Disney: joven desvalida, pava y sumisa versus varón poderoso que la rescata cautivado exclusivamente por su belleza física, la historia del machismo social, literario y gráfico, la recreación multicolor del paternalismo clásico, el retrato psicológico de todas y cada una de nuestras taras, una por una.

Sin embargo, ¡sociedad enferma! ¡Cuánto, cuantísimo hemos disfrutado viendo y contando esas historias, disfrazándonos (y a nuestras hijas) de esos seres menesterosos llamadas princesas Disney… ¡Poco nos ha pasado a las de mi quinta y a nuestras predecesoras!

Los estereotipos raciales son incontables entre iconos como El libro de la Selva (1967), donde se pretendía que el músico Louis Armstrong interpretara a Louis, el “Rey de los Monos” (al final se pisparon de lo que supondría que un artista de raza negra interpretara a un mono, y le ofrecieron el papel al italiano Louis Prima).

En la versión original de Toy Story 2 ¿lo recuerdan? se podía ver a Woody hablando con un muñeco que estaba con dos muñecas Barbies a las que ofrecía un papel en la película, una escena que en 1999 quizá sí tenía gracia pero que en 2020 en pleno auge MeToo, con Harvey Weinstein condenado por sus abusos, no es tan guay. En su búsqueda de la santidad, Disney + la ha eliminado.

Sinceramente, no creo que existan películas tan clasistas, racistas, elitistas, ni machistas como los clásicos Disney… y, sin embargo, ¿cuánto nos aburre Disney ahora que es igualitario, inclusivo y feminista, ¿eh? (aunque sea más sano y más justo). Las cosas como son.

El cambio comenzó a fraguarse hace años, como es lógico… ¿Han visto Mulán? Creo que va de una niña china que se hace guerrera y heroína en la batalla, pero lo que realmente me resulta una heroicidad a mí, que soy mujer, feminista y muy guerrera es llegar despierta al final de la película.

¿Tiana y el Sapo? Esa muchacha emprendedora…. ¡Un petardo!

En los últimos tiempos todas las grandes y pequeñas productoras se han adaptado a la nueva moral y por qué no, a este gigantesco templo a la indignación que hemos creado, y no está mal; es agradable y muy constructivo ver cómo ha cambiado_por suerte_el discurso de los géneros y las diferentes culturas, pero no se puede negar que, en este buenismo, y mientras llegamos al destino perfecto que todos deseamos, se perderán también cosas bonitas y divertidas (como mínimo el humor) por el camino.

Siempre le he tenido ojeriza a la marca “Shrek” donde parece que validan la democracia y la igualdad de género a través de eructos, pedos y de las princesas feas (Body Positive)… Lo encuentro desatinado y me irrita, aunque menos que los roles que se nos asignaban en las películas infantiles antiguas que a todos los de mi generación y anteriores nos gustaban y que ya no tienen éxito, con razón.

Las niñas de ahora, al menos las mías, ya no se enganchan a los clásicos como Bella Durmiente o Blancanieves… me preguntan por qué siendo las mujeres muchísimo más fuertes que los hombres _excluyendo un torneo músculo a músculo_en las películas clásicas de Disney siempre te cuentan radicalmente lo contrario: hombres musculosos y fortísimos que además son inteligentes, nobles, justos, tenaces, disciplinados, sacrificados, comprometidos, serenos, poderosos y sabios redimiendo a mujeres endebles, tontas, lloronas, quejicas, histéricas, neuróticas, caóticas, inválidas, incultas, vanidosas, desafortunadas, superficiales y encima pobres…

Las niñas_ y los niños_ han cambiado y Disney con ellos. Y esta transformación se ha visto impulsada por las reacciones ante los hechos racistas provocados por la Policía en los Estados Unidos en mayo de 2020, donde Disney empezó a revisar sus películas de entre 1940 y 1970 para identificar detalles malolientes.

Eso sí, reconozcan que son risibles las pretensiones desesperadas de Disney “actualizando” sus clásicos y adaptándolos a la nueva “moral” (borrando las escenas de Dumbo borracho, por ejemplo).

Esta semana, el gigante del entretenimiento se autocensura una vez más retirando del catálogo infantil de su plataforma de streaming películas como Dumbo (1941, salen unos hombres negros trabajando) o Peter Pan (1953, los niños dicen “pieles rojas”) porque incluyen _según ellos mismos_ representaciones negativas y/o maltrato de personas o culturas, aunque seguirán disponibles en las cuentas de adultos.

Otros títulos como La dama y el vagabundo (1955) y Los aristogatos (1970) han pasado a ser consideradas como contenido apto sólo para mayores de 7 años y han sido bloqueadas en los perfiles infantiles.

Ahora todo su deseo es “crear historias con temas inspiradores y ambiciosos que reflejen la rica diversidad de la experiencia humana en todo el mundo”, según refleja Disney en su web. ¡Amén!