París
La nueva y la vieja guardia, combate sobre la pasarela
La nueva y la vieja guardia del diseño español han luchado hoy en un combate a seis asaltos. Los noveles se han aventurado por caminos desconocidos en busca de tejidos y patrones, mientras que los veteranos han afianzado sus señas de identidad.
Juan Vidal
En su cuarta visita a la pasarela madrileña, Juan Vidal, ganador de las dos últimas ediciones del premio L'Oreal, ha salido al ring de los noveles con estampado de fresa y príncipe de gales, con los que ha levantado una colección joven, urbana. "Son prendas impregnadas en un espíritu musical, con apuntes roqueros, que rozan el glam", ha explicado a EFE Estilo.
El estampado de esta fruta se ha visto en diferentes versiones, sobre seda, gazar o popelín, texturas que orquestan piezas de día y noche con destino a Milán. "Por primera vez tengo un 'showroom' en la ciudad italiana", ha anunciado.
Vidal deja a un lado las siluetas hiperfemeninas y propone piezas que "masculinizan la figura, sin transformarla en andrógina", propuestas que han arrancado con una gabardina y pantalones de sastrería inglesa decoradas con maxicremalleras de níquel en bolsillos.
Si el pantalón estrecho y tobillero se codea con bermudas masculinas conjuntadas con camisas que pretenden ser vestidos o blusas de rayas, los vestidos son minis y se realzan con pedrería de cristal, para vestir la noche.
David Delfín
David Delfín, uno de los más veteranos, pero todavía considerado "enfant terrible"de la pasarela, que ha virado su imaginario hacia los dibujos geométricos de la escuela Bauhaus.
"La parada de los Monstruos"-tal y como se denomina esta colección- es distinta, aunque está vertebrada en torno al 'adn' "Davidelfín", con juegos de prendas sobre prenda.
En esta ocasión, ha superpuesto una camiseta de tirantes sobre una camisa blanca y una vestido camisero, en blanco níveo. Como novedades, sisas amplias y cuellos desbocados que se disparan hacia atrás, en una ejercicio de desdoblamiento del patronaje clásico.
"El concepto de lo efímero me ha rondado la cabeza durante el proceso de creación de la colección", cuenta el diseñador malagueño, que sin tener en cuenta su durabilidad, ha confeccionado un vestido de papel vinilo, que emula el espumillón, en tono verde hierba.
Completan su propuesta, bolsos-mochila con cierre de bolas típica de los monederos antiguos y joyas de la diseñadora Helena Rohner, que combinan plata, metacrilato, madera y mármol; un material seriegrafiado a imagen y semejanza de las lápidas de los cementerios, con el lema "Don't Forget"(No olvido).
"Me emociona todo el tema de las lápidas", ha concluido.
Miguel Palacio
El esperado Miguel Palacio, en solitario tras romper su colaboración con "Hoss Intropia", ha defendido una colección tricolor, en la que vuelve a su "esencia", de siluetas rectas ajustadas con apliques de pasamanería en oro y plata.
Sobre el ring, se han visto dos tipos de falda, capa y tubo, así como pantalones muy anchos en algodón pesado y otro modelo pijama, que se codeaba con blusas cuello chimenea, y sus típicas camisas lazada.
Y en este combate, ha apostillado, solo se ha visto las prendas diurnas de la colección, las reservadas al coctel y la noche se verán en los próximos meses, en la inauguración de su nueva tienda en la capital madrileña.
Amaya Arzuaga
Amaya Arzuaga también está de celebración con su veinte aniversario y trajo a Madrid su línea principal, que en ediciones anteriores ha mostrado en París.
El movimiento de las olas fue su punto de partida y, concentrada en su relajante vaivén, propuso prendas urbanas envueltas en un halo deportivo, donde las cremalleras definían la silueta.
El neopreno, el "crep"de seda y la seda de papel se impusieron en pantalones anchos, faldas y vestidos con volumen de campana, teñidas en tonos blancos, azul agua y coral.
Ulises Mérida
A pesar de que a Ulises Mérida "no le gusta mucho el color", arrancó su desfile con un abrigo rojo conjuntado con pantalones pitillo del mismo tono, color que evolucionó hasta el morado y se rompió "con estampados geométricos en burdeos, cerezas y beige".
Esta composición de color se mostró en una sinfonía de vestidos largos de gran belleza, realzados con potentes joyas firmadas por Anton Heunis. "Son piezas sin patrones. Ha sido un ejercicio de técnica y horas sobre maniquí", puntualizó Mérida.
El color dio paso a una serie de vestidos en lino sin tratar de siluetas fluidas, adornados con cuerdas rústicas trenzadas. "Descubrí el lino y me he vuelto loco. He disfrutado mucho haciendo vestidos de princesas pobres", dijo.
En esta colección, su cuarta en solitario, Mérida se aseguró de que, con importantes cortes al bies, las texturas ligeras caminasen junto a otras más pesadas y rudas para configurar siluetas "que de forma intuitiva se ajustan y despegan del cuerpo en movimiento
Rabaneda
Tras una edición ausente, Rabaneda volvió a esta pasarela con una colección joven, cómoda y versátil. "Me apetecía volver a desfilar aquí, lo echaba de menos", reflexionó este sevillano, que ha sacado de la cocina al humilde delantal y lo ha subido a la pasarela en versión urbana.
"Mis raíces me inspiran. Mantengo en la retina a mujeres guapísimas con delantales impolutos", recordó Rabaneda, antes de proponer para la próxima temporada primavera-verano 2015 prendas que contenían otras prendas y ofrecían "una silueta B, llegando a ser parte de una misma unidad".
Con lana merina declinada en gasa o con acabado almidonado, Rabaneda dio forma a prendas etéreas unas veces y otras más estructuras, de formas rectas, ceñidas a la cintura con otras que recordaban mandiles.
"Aunque a priori se ve todo muy desestructurado, detrás de cada pieza existe mucho patronaje", explicó este diseñador, que por primera vez ha creado sus propios tejidos.
Juan Duyos
Por su parte, Juan Duyos celebró sus 15 años en la moda con un desfile que no era un desfile, sino una puesta en escena en la que el Ballet Nacional de España puso la música, bajo la dirección de Antonio Najarro.
"Siete islas"era el nombre de esta colección, que sobre la pasarela se vio en tres actos. El primero, relacionado con la tierra, presentó vestidos en tonos tierra, algunos salpicados con plumas y lentejuelas que desprendían raza, fuerza y energía.
El segundo, "inspirado en un viaje que hice a las islas Canarias", según Duyos, que echó mano de la paleta cromática para rendir un homenaje a esta tierra. El verde representa La Gomera; el rojo, el volcán activo de La Palma; el marrón, la tierra de Lanzarote; y el amarillo, el sol de Tenerife.
Colores implantados en una muselina de seda que, mediante drapeados, pliegues y cortes, Duyos cosió en vaporosos vestidos. "He adaptado todos los vestidos para que las bailarinas estén cómodas y puedan bailar", explicó.
En el tercer acto, que recreó el agua y las estrellas que se ciernen sobre la tierra canaria, las bailarinas mostraron vaporosos vestidos en tonos azul y verde agua, así como un traje de ante masculino que lució Antonio Najarro al compás de las castañuelas, sonido que evocaba el runrún del mar.
Amaya Arzuaga también está de celebración con su veinte aniversario y trajo a Madrid su línea principal, que en ediciones anteriores ha mostrado en París.
El movimiento de las olas fue su punto de partida y, concentrada en su relajante vaivén, propuso prendas urbanas envueltas en un halo deportivo, donde las cremalleras definían la silueta.
El neopreno, el "crep"de seda y la seda de papel se impusieron en pantalones anchos, faldas y vestidos con volumen de campana, teñidas en tonos blancos, azul agua y coral.
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