Gastronomía

Quim Vila presenta la décima edición del Premio Vila Viniteca de Cata por parejas

Quim Vila, Andreu Buenafuente y Siscu Martí
Quim Vila, Andreu Buenafuente y Siscu Martílarazon

El certamen, que celebra su décima edición el próximo 26 de marzo en el Casino de Madrid, es todo un referente internacional. Es tal su prestigio, que las inscripciones se agotaron el mismo día de su apertura en sólo 19 minutos. Brutal. Se presentan 120 parejas de cata, ni una más, debido a la complejidad del concurso, cuyo cartel es obra de Andreu Buenafuente: “La logística y la organización es complicada. No falta un notario que rige la seriedad del acto”, afirma Quim Vila, propietario y socio de Vila Viniteca junto a Siscu Martí. Cuenta que el año pasado, en la Casa Llotja de Mar, de Barcelona, se necesitaron más de 3.000 copas Riedel, además de ocho sumilleres, que prepararon y cataron las 300 botellas de vino del concurso, que 15 camareros sirvieron a los concursantes.

La principal novedad es que el premio ha aumentado, ahora son 40.000 euros los que se embolsan los vencedores: 30.000 son para la pareja ganadora; 7.000 para la segunda clasificada, y 3.000 para los terceros en una cita a la que se apuntan tanto profesionales como grandes apasionados del mundo del vino procedentes de cualquier punto del planeta. El reto es adivinar las características de los distintos vinos del mundo: “Es el único concurso en el que puede participar quien lo desee. Hay aficionados con más conocimientos que un profesional”, añade. En definitiva, sumilleres, restauradores, viticultores, enólogos y bodegueros se preparan a conciencia durante todo el año, ya que deben descubrir el país, que otorga un punto, la zona de origen, otro punto, la Denominación de Origen, dos, las variedades de uva, tres, la añada, otros tres, el elaborador, otros 3 y la marca, dos. En total, catan siete vinos en cada fase: “El comentario de cata sirve para desempatar”, anuncia Vila sobre las reglas del concurso. “La primera copa es siempre un espumoso, pero no tiene por qué ser un cava o un champán”, afirma durante el almuerzo celebrado ayer en Bibo. ¿Lo mejor? Armonizamos las recetas de Dani García con “algunos de los ejemplares que han entrado en ediciones anteriores del certamen”. Así, comenzamos con “una botella icónica dentro de las burbujas: un Dom Perignon 2006. Participar es una manera de divertirse alrededor del vino y compartir la emoción y el momento”, prosigue Quim. Reconoce que a la hora de escoger los vinos, apuesta por los que más le gustan y que tampoco sean imposibles de reconocer. En estos diez años, no existe pareja que haya resultado vencedora dos veces y quienes hayan participado en otras ocasiones, tienen prioridad a la hora de inscribirse.

Le siguieron Kistler Chardonnay 2012, -“uno de los ejemplares más deseados de EE UU. Es intenso, con una alta graduación alcohólica y con potencia”, explica-, y Rumbo al Norte 2011, “un vino de proximidad de la Sierra de Gredos elaborado con garnacha de Ávila a 1.200 metros de altura. Es necesario reivindicar los vinos de Madrid, descubrir la proximidad”, señala Vila al tiempo que insiste en que “faltan vinos por copas en las barras a las que acude la gente joven. Para disfrutar del vino parece que has tenido que hacer un master para ello”. Catamos Pingus 2013, el proyecto personal en la Ribera del Duero de Peter Sisseck, y Klein Constantia 2009, “uno de los vinos dulces más cotizados del mundo”. Una experiencia como pocas. Brioche de rabo de toro, kimuchi de mariscos, lubina frita en adobo, king krab glaseado, t-bone de atún a la parrilla y pato asado Chalandes de Burgaud fueron algunos bocados con el sello del dos estrellas Michelin que disfrutamos mientras conseguíamos adivinar las etiquetas. Alguno estuvo cerca, pero nadie hizo pleno. Es difícil, pero no imposible. Ahí tenemos a los ganadores de anteriores ediciones.