Crianza
Generación sándwich: mujeres de 50 cuidando a la vez de sus hijos adultos y de sus padres mayores, afrontando el reto de la doble responsabilidad
El aumento de la esperanza de vida y el retraso en la maternidad configuran un nuevo desafío para miles de familias españolas
La sociedad española asiste a una transformación en sus estructuras de cuidado, evidenciando un aumento de personas que, de manera simultánea, asumen la atención de sus hijos y de sus padres mayores. Este colectivo, denominado la "generación sándwich", se encuentra en una encrucijada de responsabilidades que exige una revisión del soporte familiar y social. La dinámica actual, influenciada por la prolongación de la vida y el retraso en la natalidad, plantea desafíos de calado para miles de hogares.
Esta realidad se ve impulsada por la evolución demográfica del país. España ha experimentado un aumento considerable en la esperanza de vida media, que supera los 83 años, colocándola entre las más altas del mundo. Paralelamente, la edad media para tener el primer hijo ha subido de 25,25 años en 1975 a 31,5 años en 2023, según datos del Instituto Nacional de Estadística (INE). Este doble proceso genera una superposición de las etapas de crianza y cuidado de personas mayores.
Los hogares españoles también han evolucionado, con una tendencia hacia unidades más reducidas y un incremento de mayores que viven solos o en pareja. Esta fragmentación, sumada a la movilidad geográfica de los hijos, dificulta la organización del apoyo mutuo y recae en aquellos que deben compaginar todas las tareas, lo que genera una presión notable sobre su tiempo y recursos.
La carga de una doble responsabilidad familiar
Personas como Tania, cuya experiencia vital en 2014, con el nacimiento de su segunda hija y el diagnóstico de Alzhéimer precoz de su madre a los 55 años, ilustra la complejidad de esta situación, según informan desde 20minutos. Este tipo de vivencias personales subrayan los desafíos en el desarrollo profesional y la conservación de la salud mental que enfrenta este colectivo, atrapado entre las exigencias laborales y familiares.
Un estudio realizado en Cataluña apunta que cerca de 151.000 personas se encargan del cuidado informal de mayores de 65 años, de las cuales alrededor del 40% pertenecen a esta generación. Además, un análisis de 2020 de la agencia Helpycare sugiere que el 12% de padres españoles forman parte de la generación sándwich.
Las personas que componen esta generación suelen asumir una "triple jornada laboral": la de su empleo, la del cuidado de menores y la de los mayores dependientes. Esta acumulación de responsabilidades resulta muy desgastante, ya que las energías son limitadas y, en muchos casos, no es posible atender a todas las demandas de manera óptima, afectando al bienestar general de los cuidadores.
Es de especial importancia destacar que esta carga recae de forma desproporcionada sobre las mujeres. Aunque se observa un cambio en los roles de género, las estadísticas, como las del Observatorio La Caixa, reflejan que son ellas quienes asumen mayoritariamente esta responsabilidad, especialmente entre los 45 y los 65 años. Esta situación a menudo las lleva a reducir sus jornadas o, incluso, a abandonar sus carreras profesionales.
La renuncia profesional no es el único coste. El impacto emocional es considerable, afectando la salud mental de quienes cuidan, con episodios de estrés, ansiedad y agotamiento. La carga mental, que incluye coordinar citas médicas y necesidades de dos generaciones, se amplifica en casos de discapacidad. Se observa un sentimiento de culpa por parte de las mujeres cuidadoras, que sienten que no hacen lo suficiente por sus padres ni por sus hijos.
Expertos y afectados coinciden en la necesidad de un sistema de cuidados que no solo ampare a las personas dependientes, sino también a sus cuidadores. Es fundamental que las empresas y las instituciones impulsen un cambio estructural que favorezca un sistema más equitativo y accesible, que no dependa exclusivamente de las familias. La corresponsabilidad social debe ser una meta, no solo desde los servicios públicos, sino también desde el ámbito empresarial.
Se propone medir el fenómeno con datos precisos para prevenir futuras crisis, sensibilizar sobre la corresponsabilidad para superar los roles tradicionales de género y promover la formación en autocuidado para los cuidadores. El objetivo es que el cuidado sea un derecho tanto para las personas que requieren asistencia como para quienes la ofrecen, garantizando su bienestar integral.