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Algo me tiene asustada...

Carmen Lomana en una caseta de la Feria de Abril
Carmen Lomana en una caseta de la Feria de Abrillarazon

En esta semana saturada de titulares políticos, que sus señorías nos ofrecen sin descanso, lo que más ha indignado sin duda ha sido la estupidez del ministro de Hacienda que, en un ataque de arrogancia para demostrar que a él nadie le engaña, ha dejado al juez Llarena en entredicho –de las pocas personas con cabeza, coherencia y dignidad que quedan en nuestro país– allanando el camino de los jueces alemanes y los independentistas. Pasmaos nos hemos quedado.

A la vista de un panorama tan sórdido, decidí largarme a un lugar al que todos deberíamos dar una vuelta por estas fechas. Seguro que ya lo están adivinando: Sevilla, con su color especial oliendo a azahar en plena feria. Es un espectaculo tan único que, a pesar de ir todos los años, no deja de enamorarme y agotarme porque todo te va envolviendo en un revoloteo de volantes. Sevillanas, rebujitos y jamón... No hay espectáculo ni feria más bella en el mundo. Se van visitando casetas de amigos y, picando tapas de aquí y de allá, de vez en cuando te marcas un baile por rumbitas o sevillanas charlando con el variopinto personal que por allí zascandilea. Es punto de encuentro de famosos, toreros y juerguistas trasnochadores, que empalman la noche con el día tomando un delicioso chocolate con churros al fresquito del ama-necer antes de retirarse a descansar un rato.

A mí me gusta echarme una pequeña siesta antes de ir a los toros. Siempre están mis amigos Enrique y Rubén Ruspoli dispuestos a llevarme en su precioso y elegantísimo coche de caballos del siglo XVIII, los cocheros vestidos con trajes hechos en Venecia para que todo sea de época y elegantísimo. Llegar a la Maestranza de esa manera puedo asegurarles que es una experiencia que emociona. Los sevillanos de a pie, con esa gracia que los caracteriza, jaleándote y diciéndote cosas bonitas. Lo siento por los antitaurinos, pero al menos una vez en su vida deberían disfrutar de una tarde en la Maestranza, de su historia y su belleza que te envuelve en una mística que sientes nada más pisarla.

La feria también tiene sus códigos a la hora de vestirse. Cada año hay una tendencia en cuanto a moda flamenca (nunca digan faralaes, es muy cateto), también dependiendo de la hora que se visite la feria. No es lo mismo mañana que noche. Para eso tengo a mis asesores Victorio & Lucchino, que lo saben todo de indumentaria andaluza, y a mis maestras: la gran Lina, Pilar Vera, Rocío Peralta, Aurora Gaviño y un sinfín de fantásticos diseñadores que con sus nombres llenaría esta crónica.

Con la misma alegría de la feria, aunque un poquito asustada, estoy yo con la idea de enfrentarme al reto culinario de «Master Chef Celebrity». Soy una de las seleccionadas para la tercera edición. ¿Que si sé cocinar? Yo creo que sí, pero algo como de andar por casa. Para mí el día que me da el arrebato de cocinar significa relax, tiempo para disfrutar de lo que estoy elaborando, pero en este reto impera lo contrario, el contrarreloj y las prisas. Solo temo perder un dedo o varios con las prisas y los cuchillos. Me han dicho que practique, pero no me veo yo todo el día picando cebolla, así que confío en ir aprendiendo sobre la marcha. Esta sera otra maravillosa experiencia que sumo a mi vida. Por eso siempre les digo que no tengan miedo, que dejen que todo fluya y sean muy libres para disfrutar de ella como si no hubiese un mañana.