Gente
Ciudadanos: del naranja al rosa
De las páginas políticas a las de crónica social. las rupturas sentimentales de Rivera y Villegas y el embarazo de Villacís han descubierto el lado más humano de Ciudadanos
Dos divorcios y un embarazo. Rivera, Villegas y Villacís son los protagonistas. El nuevo año ha empezado con tres noticias directamente relacionadas con nombres del mundo político en su vertiente más personal. Y en las tres los protagonistas pertenecen al mismo partido. Albert Rivera, presidente de Ciudadanos, su segundo y secretario general, Jose Manuel Villegas, y la candidata a la alcaldía de Madrid, Begoña Villacís, presentada por esta misma formación.
Mientras que en el caso de los varones la actualidad ha venido acompañada por la ruptura con sus respectivas parejas, Beatriz Tajuelo y Begoña de Miquel, la noticia relacionada con la abogada tiene una vertiente muy diferente a la de sus colegas. En este caso de felicidad. A sus 41 años y madre de dos hijas adolescentes, vuelve a repetir maternidad. Como ella misma relataba a este medio, «ha sido una noticia impactante. Tardé unos minutos en ser consciente de todo, pero luego sentí mucha alegría y ganas de compartir la noticia. Me encuentro con un plus de energía».
Así de feliz se encontraba Villacís, que no tenía problema para expresar su estado emocional y que cuando lo contó al líder, confiesa que «le hizo mucha ilusión y la verdad es que lo adivinó enseguida. Fue de las primeras personas a las que se lo comenté, le produjo mucha alegría. Él es padre y es muy consciente de la felicidad que conllevan los hijos». Muy diferente han sido las reacciones de su jefe Albert Rivera y su compañero de partido Juan Manuel Villegas.
Ambos han dado la callada por respuesta públicamente ante la noticia de sus separaciones. Cuando les han preguntado su respuesta ha sido coincidente y en la misma línea: «De temas personales, nada». Tampoco ha querido aclarar Villegas el rumor que le relacionaba con la jefa de Prensa de su partido Susana León. Un dato publicado en varios medios y comentado por sus propios compañeros, que explicaban que no era momento de confirmar asuntos que pudieran derivar el interés de las elecciones andaluzas a cuestiones ajenas a esa convocatoria.
Y el caso es que el run rún de las divergencias afectivas de Albert Rivera ha sido tema de conversación tanto en el Congreso como en los bares de alrededor por parte de diputados y periodistas que cubren información parlamentaria. Exactamente igual que sucedió con la ruptura sentimental de Pablo Iglesias y Tania Sánchez que tanto dio de sí. Comentarios que no son muy diferentes a los que se puede escuchar en las tertulias de radio y televisión cuando se tratan temas más frívolos que tienen a Chabelita o similares como protagonistas de rupturas, infidelidades y arrejuntamientos.
Comentar y hacer chascarrillos de las relaciones de los políticos, sus divorcios y líos, es un clásico entre debate y debate, aseguran. La frase en interrogativa «¿Sabes si Rivera se separa?» o afirmativa, «Rivera ya no está con Bea», traspasó los pasillos de la Carrera de San Jerónimo. Lo mismo que sucedió con su número dos, José Manuel Villegas. En este caso la situación ha sido mucho más complicada que la del líder porque se trataba de un matrimonio de treinta años, con dos hijos mayores y una ruptura donde una «nueva ilusión» del político ha sido la gran sorpresa para los familiares directos y amigos íntimos.
En cambio, parece que sí era esperable el final de la convivencia de Rivera con la que fuera azafata de Air Nostrum y actualmente colaboradora del «holding» Light Sound Group y trabajadora en el departamento de producción del cantante Miguel Poveda.
En esta historia por el momento no hay terceras personas que hayan dinamitado a la pareja. Al menos, desde noviembre, cuando consensuaron la separación que se hizo efectiva un mes después. Beatriz Tejuelo abandonaba la casa que habían compartido en las afueras de Madrid y se organizaba por su cuenta. Lo llamativo del caso es que en octubre la relación funcionaba al cien por cien y el líder de Ciudadanos acudió con Bea (así la llama) a la recepción del Día de la Fiesta Nacional en el Palacio Real.
La presentaba como «mi mujer» a los que no la conocían y al resto no hacía falta porque sabían que eran pareja estable desde 2014. De hecho, Tajuelo dejó su casa y su ambiente para instalarse en Madrid con él. Primero en el apartamento de cincuenta metros cuadrados que compartían cerca del Congreso donde Rivera era un vecino habitual con paseos callejeros y parada en bares y en su peluquería del barrio de Chueca donde aún siguen cortándole el pelo aunque ya no haga vida en esa zona. Por supuesto, compartían vacaciones y disfrutaban de ellas en las Baleares. Y siempre con Bea de la mano hasta que pasó de ser visible en la vida de Rivera a invisible hace poco menos de mes y medio.
El detonante
Pero vayamos por partes: ¿qué ha sucedido para que la historia de amor no funcionara? Según los datos que se manejan no hay terceras personas, no existen malos rollos, tampoco exigencias matrimoniales por parte de ninguno de los dos ni desavenencias importantes y mucho menos desencuentros con la hija de Rivera de ocho años. Una niña complaciente y cariñosa que se llevaba muy bien con la pareja de su padre. ¿Cuál ha sido entonces el detonante para que la relación saltara por los aires sin que hubiera razones aparentes? Pues ni más ni menos que la dedicación absoluta de Rivera a su partido. Está tan volcado en el trabajo que el tiempo que tiene libre no se lo puede dedicar a Beatriz Tajuelo porque es para su hija, que vive en Barcelona. La niña es su prioridad y en esta etapa de su vida con unas responsabilidades políticas importantes debe adecuar los tiempos y por ahora parece que no hay espacio para cuidar la relación de pareja. Beatriz lo ha entendido y prefirió hacer mutis por el foro cuando ambos aceptaron la ruptura.
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