Islas Baleares
Familia Real: Todos al agua
Mientras el Rey competía en la Copa de Vela, Doña Letizia, Doña Sofía y Doña Elena se llevaron de excursión a los niños a Cabrera
Mientras el Rey competía en la Copa de Vela, Doña Letizia, Doña Sofía y Doña Elena se llevaron de excursión a los niños a Cabrera
Fue el último día de regatas cuando el Rey tuvo ocasión de participar en su Copa de Vela Mapfre. La edición 35 ha tenido el aliciente de ver volar a los catamaranes, que levitan sobre el mar a dos metros de la superficie del agua. Don Felipe lo comprobó ayer. Nada más sus enormes velas cogen viento, la embarcación se eleva. Ya se lo decía Pierre Casiraghi al Monarca cuando se conocieron en las instalaciones del Real Club Náutico de Mallorca: «Es más la sensación de velocidad de conducir un coche que la de un barco». Don Felipe tuvo que madrugar ayer para estar a las diez junto a la tripulación del «Aifos» y salir a navegar en torno a las once. Después de seis horas largas, su barco, un Corel 45, llegaba el último al pantalán. Pero con buenas noticias. «Don Felipe ha regateado muy bien a pesar de no entrenar con el resto de la tripulación y estrenarse en la última jornada», sentencian los expertos que siguieron de cerca la jornada. Pudieron comprobar cómo «dominaba perfectamente la caña y llevaba muy recto el «Aifos», cuando lo habitual al no practicar es tender a las curvas. La salida en la manga también ha sido buena y ha hecho las maniobras muy bien, y no es tarea fácil sin entrenos».
Todos estos elementos permitieron al «Aifos» ganar por primera vez una prueba en la división ORC1 de esta Copa del Rey Mapfre de Vela, al ser el primero en lo que se conoce como tiempo real. Don Felipe fue algo más que un talismán para los suyos, teniendo en cuenta que ese Corel 45, la embarcación de la que es patrón, es una de más antiguas de su categoría. Tiene más de doce metros de eslora y cuenta con diez tripulantes, todos militares y, entre ellos, una mujer, Natalia Díaz, de la que se despidió con dos besos al llegar al puerto.
Desde el año pasado el equipo de la Armada española utiliza este velero que sustituye al anterior, ahora amarrado en Cádiz a petición expresa del Monarca debido a que su mantenimiento era más costoso. «El Rey ha querido reducir en cuanto se pueda los gastos en tiempos de crisis y por eso optó por utilizar este barco que estaba en Galicia para las pruebas de Mallorca. Se llamaba “Etea” y ahora se ha rebautizado como “Aifos”», aseguran personas que conocen cómo se gestó el relevo.
Y Marivent, vacío
Mientras Don Felipe competía, Marivent se quedaba vacío. A eso de las doce y tres minutos aparecía como un relámpago por el campo de regatas la lancha rápida «Somni» que iba directa y a toda máquina a la isla protegida de Cabrera para pasar una jornada marinera con el resto de la familia del Rey a bordo. En la proa, a modo de mascarón, los tres primos de Felipe Froilán, que no se quita su gorra de la Starlite de 29 euros ni su pulsera en el pie derecho; Juan Valentín, con la camiseta de Mustafi, jugador de fútbol del Valencia; y su hermano Miguel, con la oficial de la Copa de Vela de su tío, el Rey. Junto al capitán, doña Elena, que lucía bermudas beige, abarcas y camiseta con el día equivocado, ya que ayer era «saturday» (sábado) y ella llevaba la del «friday» (viernes). La Infanta fue la encargada de distribuir la crema protectora solar a todos durante el viaje.
Sentadas a babor, en los sofás blancos de copiloto, la Reina Emérita con su uniforme del verano –el blusón azul esta vez en tonalidades turquesas–, su nieta Leonor y Letizia, de blanco inmaculado, mini short, camiseta ajustada, pamela de Panamá y un pañuelo en azul titán que la protegía del sol. Sofía también iba con ellas y la pequeña Irene estaba detrás, sentada en el suelo y enfurruñada. Victoria Federica, con una camiseta que rezaba «I love NY» y pegada a su teléfono, y su primo Pablo Urdangarín, de «look» Abercrombie, preferían ir sentados en el techo con los pies colgando y mirando a la popa.
El paso de la lancha rápida que usa la Familia Real para sus ratos de recreo fue un visto y no visto. Tanta era la prisa que llevaban que no pudieron ni ver a Don Felipe regatear en el «Aifos», ni a Pierre Casiraghi volar por la bahía de Palma, porque ni tan siquiera habían llegado al campo de regatas.
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